Findlay: "Quiero ser dueña de mi propia música"

La promesa pop-rock británica presenta 'Forgotten pleasures' el domingo en la Plaça dels Àngels

La cantante Findlay que actua en el Bam.

La cantante Findlay que actua en el Bam. / .45148675

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La británica Natalie Rose Findlay, más conocida como Findlay a secas, trae el domingo a la Plaça dels Àngels su rock con instintos pop y turbulencias electrónicas. La precederán dos clásicos como The Monochrome Set (21.45 h.) y Mercury Rev (21.45 h.).

Su música tiene base en el rock, pero también es pop, soul, blues o hip hop. Hoy en día es raro que un artista joven se ciña a un solo estilo.

Gracias a la Red, las últimas generaciones hemos tenido fácil acceso a un montón de música. Las 'playlists' han reemplazado a los álbumes, y en ellas solemos meter canciones de lo más diversas. Es normal que salga música tan ecléctica.

Además de Internet, usted tuvo a sus padres, al parecer muy musicales. 

Me ponían mucho rock, blues, jazz… Mi padre era el de las guitarras. Mi madre estaba más interesada en el jazz, y, de hecho, es una gran pianista. ¡La tormenta perfecta, suelo decir!

Sin sonar nada vintage, suele usted evocar referencias de los 60 y 70, como The Animals en 'Greasy love' o Joy Division en el título del álbum.

Esto último fue bastante involuntario. Llamé al disco así porque era la canción con el título más guay. Eso es todo. Solo un tiempo después caí en que de 'Unknown pleasures' [título del clásico de Joy Division de 1979] a 'Forgotten pleasures' había un paso. 

'Placeres olvidados' suena a disco firmado por una persona de mayor edad.

Pero es que en los últimos diez años de mi vida, había vivido mucho. Fue una década bastante agitada. De hecho, estoy preocupada, porque para el próximo disco solo puedo inspirarme en doce meses y no sé si será suficiente.

Entre su primer single y su álbum de debut, pasaron cinco años. ¿Por qué? 

Estaba atrapada en un contrato discográfico. Cuando logré salir, creé mi propio sello, pero seguía necesitando algún apoyo. Fichar por una segunda multinacional fue un error: ¡es un sistema horrible! Ahora soy libre de nuevo –el contrato era por un álbum– y no pienso volver a caer en la trampa. Quiero ser dueña de mi propia música.