FESTIVAL DE CINE DE AUTOR

Mundos opuestos en el D'A

'Chronic, 'Bang bang (Une histoire d'amour moderne)' y 'Kaili blues' muestran tres modos bien distintos de enfrentarse a una película

Festival D'A. Película Chronic

Festival D'A. Película Chronic / periodico

JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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El festival de cine de autor de Barcelona D'A ofreció el sábado, en su segunda jornada de programación, la posibilidad de visitar mundos y modos de hacer cine diametralmente opuestos: del esencialismo de 'Chronic' al esteticismo de 'Bang gang (Une histoire d’amour moderne)', pasando por la inasible 'Kaili blues' y su plano secuencia de más de 40 minutos.

Debut en lengua inglesa del mexicano Michel Franco, 'Chronic' (sección Transicions) aborda el tema tabú por excelencia de la sociedad occidental –la muerte– desde el enfoque menos melodramático posible. Franco sigue la labor de un enfermero de pacientes terminales (Tim Roth) sin inmiscuirse, dejando que el drama emerja de forma orgánica en largos planos estáticos sin música para estrujar el lacrimal. Es una obra dura, de impacto, pero con rendijas de luz, sobre la crueldad aleatoria de la vida.

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La mejor definición del debut del chino Bi Gan, 'Kaili blues' (sección Talents), se escucha en la propia película: "Es como estar en un sueño". En busca de un sobrino abandonado, un doctor de Kaili, ciudad de la provincia subtropical de Guizhou, llega hasta un poblado en las montañas donde el tiempo discurre de forma extraña y realidad e imaginación son una. La cámara explora este espacio límbico en un trávelin de 41 minutos: sigue a personajes en moto, toma atajos por callejones, se sube a un barco, vuelve a tierra, encadena conversaciones dispares. ¿Es Bi Gan el eslabón perdido entre el espiritual Apichatpong Weerasethakul y el virtuoso Gaspar Noé?

También Eva Husson puede hacer pensar en Noé, en este caso por la pulsión sexual, con su estimable primera película: 'Bang gang (Une histoire d’amour moderne)' (Talents), retrato etéreo, volátil, a menudo hipnótico, de los escarceos amorosos y juegos carnales de un grupo de jóvenes de clase media de Biarritz. Convence sobre todo en la primera parte, cuando impera lo afectivo. La segunda es algo reiterativa en su exhibición erótica y se desliza finalmente por una senda moralista algo incongruente.