«Es un país muy resignado»

Ferran Torrent vuelve a retratar el esperpento de Valencia en 'Un dinar un dia qualsevol'

Ferran Torrent.

Ferran Torrent.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Después de cuatro años, Ferran Torrent (Sedaví, 1951) presenta novela: Un dinar un dia qualsevol (Columna), con un periodista y, claro, jugador de cartas sin suerte, que investiga la venta de los terrenos de Mestalla y la aparición del cadáver de un adolescente magrebí en un vertedero y va enredándose entre tramas de narcotráfico, prostitución, contratas públicas... De nuevo, la Valencia del trapicheo institucionalizado que trató en Societat Limitada, pero con la miseria de la crisis sustituyendo a la eufora de los nuevos ricos.

Dice Ferran Torrent, que empieza la presentación del libro (en el restaurante La Camarga) amargado por la «indignante» exhibición fallera de Rita Barberá, que «da vergüenza ir por el mundo diciendo que eres valenciano, porque la gente se te ríe». Hace unos años parecía que Valencia era el súmmum del derroche y la corrupción. Pero visto lo visto, y dos días después de la  actuación en el Parlament de Jordi Jr. el Dinamizador, con un historial no muy distinto del Albert el Negociador de su novela, ¿no es quizá Valencia no tan excepcional como parecía? «Desgraciadamente, sí, Valencia es un caso especial. La corrupción no es un modus operandi, es un modus vivendi. Es la mexicanización del País Valenciano», responde.

«La culpa de la impunidad que tienen es nuestra. En la novela hay un cabreo profundo contra la sociedad valenciana», dice Torrent. Y, sí, está bastante cabreado: «El PP perderá la mayoría absoluta pero sigue ganando en las encuestas, algo que sería inconcebible en cualquier país con una sociedad civil organizada; lo normal sería que pasaran a ser extraparlamentarios después del saqueo organizado al que han sometido a las instituciones. Aquí no nos organizamos para salvar nada. Es un país muy resignado, siempre que haya un plato en la mesa».

Eso sí, hay un pecado original que comparten la Valencia de Zaplana, la Andalucía del PSOE, la Catalunya de Pujol... «La mayoría absoluta es la impunidad. No había miedo. Mirad Valencia, y también Andalucía. Pero un tesorero de un partido me decía, hace años '¡qué burros son en Catalunya, allí cobran el 3% y aquí en cambio el 8%!' Aquí habéis tenido unos señores que han tenido que ir a explicarse al Parlament. Allí no hemos tenido esta oportunidad. Añadida a la falta de tradición democrática, la mayoría absoluta se convierte en una dictadura absoluta».

Mejor la ficción

El origen de Un dinar un dia qualsevol fue un encargo de la editorial Península, un libro reportaje sobre la corrupción en el País Valenciano. Torrent movió todos sus contactos: «Todo lo que me explicaban era absolutamente real pero no se podía contar, porque era indemostrable y se nos hubieran querellado». El inicio de ese libro, que se quedó en 70 páginas, era el mitin en que Zaplana le llenó Mestalla a Aznar. «Todo comienza allí. Génova quedó en deuda con Zaplana, Zaplana con los constructores que movieron un millar de autocares y a partir de eso empezó toda la burbuja».

Ferran Torrent decidió dar otro uso a todas sus cenas con gargantas profundas. Comprensivo con las limitaciones de los periodistas, impedidos de publicar cuando se encuentran en las mismas condiciones que él con su libro frustrado, decidió pasarse a la novela. «Tiene la ventaja de que puedes publicar cosas que no puedes demostrar. Aunque la realidad siempre supera la ficción; los novelistas intentamos ser sutiles pero la realidad no lo es».