FESTIVAL GREC

El fenómeno The Penguins

El grupo de Sant Feliu de Llobregat arrasa entre el público infantil con su adaptación del cancionero tradicional al reggae, el ska y el calypso

The Penguins, en concierto, en la plaza Major de Nou Barris, el pasado día 7

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Nando Cruz

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Érase una vez unos pingüinos que... Así podría empezar la fabulosa historia de The Penguins, una formación de música jamaicana de Sant Feliu de Llobregat que se ha convertido en todo un fenómeno entre niños y niñas versionando los títulos más universales del cancionero tradicional infantil a ritmo ska, reggae, calypso y rocksteady. Este sábado presentan su tercer disco ‘Ballant damunt la lluna’ en el Teatre Grec dentro de la jornada ‘Grec en família’ en la que también actuarán Xiula, The Pinker Tones, Natxo Tarrés & the Wireless, entre otros.

La del Grec será una de las grandes citas de su calendario estival, pero The Penguins llevan años tocando mañanas y tardes en pueblos y ciudades de toda Catalunya y siendo recibidos como ídolos. Para muchos púberes, son el grupo que les está introduciendo en la música jamaicana del mismo modo que en los años 70 y 80, la Orquesta Platería introdujo a sus abuelos en la salsa. ¿Cómo? Encajando letras infantiles como ‘En Joan petit’, ‘Sol, solet’ o ‘Si tu vas al cel’ en partituras de Bob Marley, Prince Buster o Alton Ellis. Cuando los niños y niñas cantan la versión de ‘L’ase i el tractor’ de The Penguins, por ejemplo, también están bailando el clásico ‘Pomps and pride’ de Toots & the Maytals.

Cuatro conciertos en un día

Todo se precipitó en 2011 cuando Oriol Serna, guitarrista del grupo, propuso a The Penguins que tocasen en el colegio La Roureda de Sant Esteve Sesrovires donde él era profesor de música. Tenían dos meses de margen y prepararon un repertorio especial para aquel público infantil. “Nos lo pasábamos muy bien en los ensayos tocando ‘La masovera’. ¡Nos partíamos la caja!”, recuerda Serna. Tanto, que se disfrazaron y hasta prepararon coreografías para cada canción.

Aquel día hicieron tres pases de 40 minutos, cada cual adaptado a la edad de los niños y niñas. No hubo padres. “Fue una locura. Se montó una macroconga que apunto estuvo de acabar en invasión del escenario”, recuerda el saxofonista Eduard Polls. Y como corrió la voz de que habían preparado un repertorio infantil, les contrataron para dar un cuarto pase esa misma tarde en la escuela Miquel Martí i Pol de su pueblo, Sant Feliu del Llobregat. ¿Algún otro grupo de la historia ha hecho cuatro conciertos el primer día de su carrera?

The Penguins ya interpretaron ‘Puff, el drac màgic’ a ritmo rocksteady en aquellos cuatro primeros pases. Aún hoy esa tristísima canción es un momento álgido de sus conciertos. Uno de tantos, pues su espectáculo no tiene bajones de intensidad. Igual que en los discos, arman el repertorio de manera que haya canciones que puedan disfrutar niños y niñas desde P3 hasta 6º de primaria. “’El cervató’ o ‘Mireu els meus ànecs’ serían de ciclo inicial hasta P5, ‘Dr. Pins’ es de ciclo medio y ‘El rossinyol’ sería de 5º o 6º de primaria”, informa Serna.

La carrera de The Penguins como grupo de ska-reggae para adultos ha quedado algo estancada porque pasan los años y el público infantil responde con un entusiasmo que les sigue desbordando. Se plantan ante el escenario a tocar su saxofón de juguete, les piden autógrafos en el brazo y les regalan dibujos, colgantes y manualidades en los que aparece el grupo tocando o algún personaje de alguna canción: sapos azules, dragones... “Tenemos un pequeño museo en el local de ensayo con todos los regalos”, explica Eduard con orgullo.

La saga de Sant Feliu

Los Penguins forman parte de una larga e intrincada cadena de conexiones. El profesor de música de muchos de ellos fue Joan Josep Blay, saxofonista del grupo de jazz-fusión de los años 70 Blay Tritono. Serna tocó en Skalextric, una banda de ska de los 90 que grabó sus maquetas con David Rodríguez de Beef. Esas maquetas las oía el niño Eduard Polls, que tuvo de monitor a Francesc Puiggrós; actual cantante del grupo. El hoy famoso Ramon Mirabet cantó dos años en The Penguins. El triunfito Nil Moliner fue su batería con solo 15 años.

Pese a ofrecer más de 50 conciertos por temporada, todos los Penguins tienen sus trabajos. Unos dan clases de música y otros, de matemáticas. Uno es físico y el otro, ferretero. Y cuando llega el fin de semana se transforman en ciclistas, astronautas, esquimales, científicos locos, reyes, leones, moscas... Ellos mismos diseñan los disfraces, la decoración del escenario, el guión de los espectáculos, los videoclips, los carteles, los cedés… Y, por supuesto, también autogestionan sus cuentas y conducen la furgoneta que les lleva arriba y abajo.

Más de 25 pingüinos han formado parte de la banda en estos siete años. Casi todos son de Sant Feliu, aunque han aceptado algún extracomunitario de Esparreguera, Sant Just y Barcelona. En escena son diez músicos y tienen hasta cinco suplentes por si alguno falla. Solo les acompaña un técnico de sonido. El resto se lo hacen ellos. Mientras uno hincha el pingüino gigante, otro monta el cohete y aquel cuelga los planetas. Y al final de concierto, mientras unos desmontan el escenario, otros atienden el puesto de discos. Lo normal es dedicar media hora o más tras cada concierto para atender a sus minifans.

Solo cedés y camisetas

Cuando editaron ‘Reggae per xics’ (2011), las tiendas apenas querían copias. Vendían el 80% de los cedés en los conciertos. Su insospechado éxito ha hecho que ahora los distribuidores ya les hagan pedidos por centenares. Han colocado más de 20.000 unidades de sus cuatro álbumes y ahora la venta ya se ha equilibrado al 50% en tiendas y conciertos. Porque, aunque buena parte del público ya tiene todos sus discos, se los llevan para regalar a sobrinos o hijos de amigas. A diferencia de los grupos de música moderna, los discos de The Penguins no pasan de moda. Cada año venden mil de cada referencia; da igual que sea novedad o un disco de 2014. También despachan camisetas, pero no han querido ampliar el catálogo a baberos, llaveros y otros objetos para evitar fomentar escenas de niños gritando a sus padres que lo quieren todo.

The Penguins ofrecen conciertos infantiles con las mismas características de los conciertos de adultos: hora y media de actuación, escenario grande diez músicos y una sonorización profesional para que cientos y cientos de menores y adultos puedan escucharles. Han tenido que batallar mucho para que su público pueda escucharles en condiciones. Por ejemplo, siempre piden que los altavoces estén colgados porque si están en el escenario los menores se quedan sordos. También piden vallas. “No es para que no se nos acerquen, sino para que no estiren los cables”, explican. Y aconsejan que los conciertos no se programen a las horas que hace más calor, ni demasiado tarde si al día siguiente hay que ir al colegio. ¡Y si se prevé mucho sol, que haya sombra!

Cuando abrieron esta vía de repertorio infantil, algunos compañeros de la escena reggae vieron con recelo que The Penguins se dedicasen a versionar el cancionero catalán. Lo veían una maniobra carrinclona. Pronto cambiaron de idea. Hoy, dice Polls, “mucha gente con la que habíamos coincidido en fiestas de reggae viene con sus críos”. Tocar para niños también ha hecho madurar a los de Sant Feliu. En octubre publican nuevo disco para adultos y por primera vez han aparcado el inglés. “¿Qué hago componiendo con el diccionario al lado? No tiene sentido”, reconoce Polls. Esta vez, su repertorio estará compuesto e interpretado en catalán. El idioma de sus padres y de sus hijos.