ESPERADO MONTAJE TEATRAL

'La familia irreal', los reyes de 'Polònia'

EL PERIÓDICO se cuela en un ensayo sobre esta comedia musical, con aire de disparatada caricatura, que se estrena en el Teatre Victòria

Los actores de 'La Familia Irreal'.

Los actores de 'La Familia Irreal'.

INÉS ÁLVAREZ / Barcelona

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Sábado, 13 de octubre. Teatre La Sala de Rubí (ciudad con nombre de piedra preciosa). Desafiando el número de la mala suerte y, sobre todo, las susceptibilidades susceptibles de ser heridas, la compañíaDagoll Dagom y la productoraMinoria Absoluta estrenan, por primera vez ante el público --el día 3 lo harán en el Teatre de la Llotja de Lleida, y el 8, en el Victòria de Barcelona--, el musical 'La Familia Irreal'.

Son las cinco y media, hora a la que había sido convocado el equipo para arreglar algunos aspectos que deben ser mejorados. A la puerta del teatro, unas señoras llevan desde las cinco esperando pacientemente --faltan aún tres horas y media para que se levante el telón--, porque temen quedarse sin su entrada.

Joan Lluís Bozzo, director de Dagoll Dagom, ya se encuentra en el patio de butacas. Poco a poco se le van añadiendo algunos de los actores. Xavier Serrano (Marichalar), Mònica Pérez(Cristina), Anna Bertran (Elena), Queco Novell (Felipe) y Toni Albà (el Rey)saludan a esta periodista incrustada (como se les conoce a los reporteros que se cuelan entre las tropas en la batalla). Albà muestra cierto desconcierto ante el saludo protocolario (leve inclinación de rodilla) que esta le dedica. «Es que aquí hay mucho monárquico», ironiza Bozzo.

Entonces Mònica destapa una coca, con corona de roscón de Reyes incluida, que ha llevado para darle las gracias al equipo. El dulce aroma perfuma enseguida esa zona del teatro. No obstante, no hay mucho tiempo para degustarla. Hay que empezar. ¿Y Mireia Portas? ¿Y David Olivares? ¿Y Agnès Busquets? «Mireia y David se han perdido», anuncia alguien. Hay cachondeo general y entonan una musiquilla romántica (¿un hipotético 'affaire' entre la Reina y el yernísimo Urdangarín?). Aparecen poco más tarde. ¿Y Agnès? «Se ve que no sabía nada», dice Mireia, que la ha llamado al móvil. Deciden empezar sin ella.

Máxima concentración

En el ensayo lucen su propia ropa. Si no fueran quienes son (es decir, polacos), resultaría chocante ver en escena a una Reina con minifalda tejana, a un Felipe con un calzón deportivo, a unUrdangarínen camiseta imperio y a unRey bailando con las deportivas de la estelada. «No, no son parte del vestuario del personaje. Sería gracioso ver al Rey con las bambas independentistas», reconoce Albà. Aunque, esta vez, la ficción superará a la realidad.

Se impone la máxima concentración. El tiempo se les echa encima y deben pulir algunas cosillas.

Como alumnos aplicados, escuchan las últimas sugerencias de los encargados de cada área: «Los chicos no tapéis a las chicas», ordenaBealia Guerra, la coreógrafa. Entendido. «Es que yo me lío al arrancarme los pantalones», dice Albà. «Se me mueve el gorro de cocinera. ¿Horquillas negras? ¿No se verán?», preguntaAnna Bertran.

Entonces, Bozzo, director de Dagoll Dagom, da las últimas indicaciones: «Te-né-is-que-ir-di-bu-jan-do to-das-las-le-tras- de-las-pa-la-bras-sin-de-ja-ros-ni-u-na-por-que-si-no-no-se-en-tien-den-las-le-tras. ¡Exagerad!».

Son las siete y apareceAgnès Busquets de los nervios: «No me había enterado de que había que venir a ensayar. Y yo en casa tan tranquila, de Pep a tope (traducción: volcada por completo en mi hijo de 2 años)». «Tus compañeros serán tan amables de explicarte los cambios, ¿verdad?», dice Bozzo.

Empieza la metamorfosis

MientrasMireia Portas repite una y otra vez el sirtaki que interpreta sola, el resto sube a los camerinos. En el de las chicas, que ya aparecen con un casquete de tejido de media o un turbante en la cabeza para ocultar el pelo, hay mucha excitación: «Llegas justo cuando vamos a abrir nuestro regalo», dicen como niñas. Se trata de uno de esos juguetitos que, al darle la vuelta, emite un mugido. «Es que es nuestro grito de guerra antes de salir a escena. Hasta ahora lo hacíamos nosotros, pero ahora ya tenemos esta vaca», explican. Muuuuuu. ¿Se oirá en platea? «Creemos que no. Es algo solo entre nosotros», añaden.

Poco a poco Mireia se va pareciendo cada vez más a Sofía: «Un lápiz negro hace maravillas», asegura, mientras se marca unas muy poco favorecedoras arruguitas alrededor de los labios, que le echan varios años encima. En el camerino de al lado, los chicos comienzan su transformación. Sorprende que sean ellos mismos quienes se maquillen. «En la tele nos lo hacen, pero aquí, como no hay primeros planos, el acabado no tiene que ser perfecto», explicaQueco Novell mirando una chuleta.

Raya negra en la frente. Polvos blancos en... «He puesto polvos rosa también en la nariz y ahora parece que voy plimplao. Y ahora, ¿qué hago?», exclama. Que no cunda el pánico, se aleja del espejo y los errores se diluyen. «En la distancia no se ve tan exagerado», añade Xavier Serrano con la cara como un prisma para lograr ese mentón característico de Marichalar.

La pregunta surge, entonces, inevitablemente. ¿Temen que laCasa Real se enfade? Todos coinciden en que, a estas alturas, en la Zarzuela ya están acostumbrados. «Además, la realidad supera a la ficción. Nosotros no hacemos más que confirmarlo», añade Albà, quien, pese a no ser sospechoso de sufrir fervor monárquico, se enreda en una explicación de la vida y milagros de los Borbones sin trono. «Siempre se reiventan», concluye.

Siguiente tema espinoso: los límites que se pueden sobrepasar a la hora de hacer una parodia. Hay algo que tienen muy claro: respetar enfermedades y menores. «No nos reímos dePinochet porque fuera viejo o se desplazara en silla de ruedas, sino por fascista», aseguran.

Pero ¿se enfadará elRey? «Tras 10 años trabajando el personaje...», relativiza Albà,que lleva ese tiempo poniéndose en la piel del Monarca de mentira. «Desde el 7 de enero del 2002», concreta. ¿Un regalo de Reyes? «No, de Toni Soler», dice.

Un desdoblamiento de personalidad, el suyo, que no provoca, sin embargo, que acabe dando el discurso en las Nochebuenas familiares. «Lo hago en bodas y otros eventos», apunta, en alusión al espectáculo'Audiencia i-Real', que lleva con su compañía allá donde se lo pidan. Albà parece sentirse cómodo en la piel de tan ilustre personaje. De hecho, en la tele interpreta a seres únicos: el Rey, el Papa... (¿entraráCarod-Rovira en esa categoría?) «Siempre doy vida a los poderosos:Sarkozy, Berlusconi, Roures...».

Y entonces surgen, inevitablemente, los orígenes de los allí presentes: los exitosos programas'Polònia' y 'Crackòvia'. Poco a poco, los actores, como poseídos por los espíritus de algunos conocidos políticos (por favor, ¿hay un exorcista en la sala?), comienzan a hablar como ellos. «Pasqual Maragall me decía que los niños le gritaban por la calle: `Nen, que cabróooo..., porque me habían visto hacer de él en 'Polònia'. YMaragall se quejaba: '¡Si yo no digo eso...!. Sí, Pasqual; sí...», rememoraNovell. «Es que 'Polònia' tenía un público muy infantil», reconoce Olivares. «Ahora, como lo dan tan tarde... No obstante, los niños nos siguen mucho en 'Crackòvia'», añade.

Anécdotas 'polacas'

Y entonces, comienzan a sucederse las anécdotas. «A veces los guionistas lo tienen mal, porque la realidad hace más gracia. Para 'Polònia', habíamos preparado un 'sketch' en el que Clos se equivocaba el día de su investidura como ministro. Y va y lo hace. Con lo cual el gag se fue a la mierda», recuerda Novell. «Es queCloses un crack», apuntaAlbà. «Al cuñado de un primo mío le salvó la vida. Se ve que le dio un infarto en un acto que inaugurabaClos, este le llevó a su coche y...», relata. «Es que desde Kennedy todos los coches llevan botiquín», le cortaNovell. «Y casco», añade Olivares en un inconfundible tono 'polaco'.

Entre todos acumulan un montón de experiencias y de nervios. Sin embargo, reconocen que disfrutan mucho con su trabajo. «Ya nos tiene que gustar para estar tantos años levantándonos a las cinco de la mañana», advierteOlivares.¿A las cinco? «Sí, empezamos a las ocho, pero como tenemos entre una hora y una y media de maquillaje...», explica.

En ese momento suena en el camerino la canción 'Always look on the bright side of life', de 'La vida de Brian', el emblemático filme de losMonty Python.«Ese es el espíritu», diceNovell. Y empiezan a canturrearla y a silbar su melodía.

Una princesa 'estresada'

Vuelta al vestuario de las actrices para descubrir queMireia, Agnès, Mònica y Anna han desaparecido y en su lugar se encuentranSofía, Letizia, Cristina y Elena. La metamorfosis se ha producido. Agnès, que no ha apeado el estrés propio de quien ha llegado tarde --«nunca me había pasado», se lamenta-- se coloca la peluca y ya es la princesa de Asturias. Incluso saca pecho y arquea la espalda en una pose propia de la esposa del heredero.

«Id bajando, que empezamos», se oye. Agnès se queda la última haciéndose algunos retoques. Resulta curioso ver a la princesa, con su vestido de gala, bajar las escaleras apresurada y de un modo tan poco grácil mientras entona «tla, tle, tli, tlo, tlu», para modular la dicción.

Al otro lado, en el patio de butacas, la gente espera en sus asientos. Señoras y señores, empieza el espectáculo. Se oye un mugido que nadie parece percibir. ¡El grito de guerra! (Chicos, mucha mierda). Se levanta el telón y desde la primera escena el público empieza a reír entregado. El pantalón se arranca bien, los chicos no tapan a las chicas en la coreografía, las horquillas no se ven y las-le-tras-se-en-tien-den-a la-per-fec-ción. La trepidante historia finaliza y el público se pone en pie con una sonada ovación.

Sí, amigoBozzo, aquí hay mucho monárquico. Y a partir del día 8 habrá muchos más.