MUESTRA HASTA EL 21 DE OCTUBRE

El arte más crítico con las guerras llega a CaixaForum

La exposición 'Turbulencias' reúne 20 trabajos de arte contemporáneo, de autores como Bill Viola y Harun Farocki, que buscan sacudir conciencias y hacer reflexionar sobre el mundo que nos rodea

'Dionisio Aeropagita', de Anselm Kiefer, en la muestra de CaixaForum.

'Dionisio Aeropagita', de Anselm Kiefer, en la muestra de CaixaForum. / .44376404

Anna Abella

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Temas trágicos, como los conflictos bélicos, la memoria histórica, las fronteras y nacionalidades, pero también la solidaridad, conforman los mensajes de los 20 trabajos (la mitad inéditos en Barcelona), que, “como las turbulencias en un avión, nos sacuden, nos despiertan, hacen que agudicemos los sentidos y actúan como detonantes que nos hacen abrir los ojos y ver el mundo que nos rodea con una mirada crítica”. Ese efecto causa en el visitante la exposición que hasta el 21 de octubre acoge CaixaForum, explica Ninfa Bisbe, comisaria y jefa de las colecciones de La Caixa, de donde proceden las piezas de arte contemporáneo, reunidas bajo el título de ‘Turbulencias’, de autores como Bill Viola, Smadar Dreyfus, Dionis Escorsa o Harun Farocki.  

La memoria histórica la reivindica Ana Garcia-Pineda (1982) en el vídeo ‘La curva del olvido’ (2015). “Rinde homenaje a mi abuela, fallecida de alzhéimer, y a toda su generación, maltratada y metida en una cajita de miedo”, señala la artista de Sabadell, sobre las víctimas de la España de Franco. “No se habla lo suficiente de lo que pasó, hay mucho por recuperar y la gente que lo vivió está muriendo. No podemos olvidarlo porque sus historias nos han hecho lo que somos hoy”, añade sobre un relato biográfico que forma parte de “la historia coletiva”.

Franco y la segunda guerra mundial

También sobre Franco, de sus fracasados intentos de traer el ‘Guernica’ a España, y con una “mirada irónica” y “muy vigente”, que “denuncia el autoritarismo del régimen”, apunta Bisbe, se ocupan dos acrílicos de 1969 de Equipo Crónica, ‘El embalaje’ y ‘Aquelarre’, donde sobre un grupo de gente aterrada, que remite a las pinturas negras de Goya, la lámpara del lienzo de Picasso “parece iluminar la miseria y la intolerancia humanas”. 

Pero la mayoría de obras golpean al espectador con sus miradas sobre la guerra. La de los Balcanes, con el primer largometraje del tortosino Dionis Escorsa (1970), ‘Y’ (2012), que alude a la polarización que causan los conflictos. En él, explica él mismo, “la protagonista es una chica que fue violada y embarazada en un contexto de violación como arma de guerra con finalidades genocidas”. Con “una simbología onírica, y un doble registro, ficcional y documental”, unos refugiados regresan a sus casas en un enclave serbio que quedó aislado y devastado. Sus pesadillas, frente a las de un veterano de guerra, aluden a las secuelas traumáticas.  

Más lejana pero no menos olvidada es la segunda guerra mundial, sobre la que reflexiona el enorme montaje del alemán Anselm Kiefer de 1945 ‘Dionisio Aeropagita’. “Es una obra simbólica sobre cómo debía Alemania expirar la culpa tras la derrota y sobre cómo el arte podía redimir a la sociedad”, apunta la comisaria. En ella, rocas con nombres de los ángeles y una hélice, todo de plomo, descienden sobre una tierra quemada, aludiendo al “fuego de los dioses que puede purificar a la humanidad”. 

La visión crítica de los conflictos bélicos en Oriente Próximo es quizá la más representada. De la guerra del Líbano, que despliega Walid Raad en ‘Podría morir antes de conseguir un rifle’; a la del Golfo de 1991, gracias a Sophie Ristelhueber (‘Fait’), que registró imágenes aéreas de las cicatrices del conflicto sobre la tierra desértica kuwaití; y a la de Irak, con los ‘Juegos serios’ de Harun Farocki, cuatro videoinstalaciones donde soldados estadounidenses usan con indiferencia la realidad virtual de los videojuegos para entrenarse pero también para superar sus traumas al volver de la guerra.

Voces sirias y la supervivencia de la humanidad

Las voces de la de Siria llegan a los oídos del visitante desde la 'performance' política y documental ‘Mother’s day’, situada en el centro físico de la muestra y a la que se accede por un negro pasadizo. La propia autora, la israelí Smadar Dreyfus (1963) explica cómo surgió en el 2006 en la Colina de los Gritos, en los Altos del Golán, donde fue inesperada “observadora y testimonio” de “una separación  y una resistencia” en “una zona donde la población local drusa de origen sirio quedó confinada en 1967, sin identidad ni nacionalidad, en tierra de nadie, en la frontera que divide Siria e Israel”. Imágenes silenciosas de la zona, que ya se ha polarizado en dos bandos antes de la guerra, a favor y en contra del presidente sirio Bashar el Assad, son rotas por los gritos lejanos sobre una total oscuridad de madres sirias en el lado israelí que lanzaban mensajes de amor y desesperación a sus hijos en el lado sirio.     

La mirada solidaria la aporta el bilbaíno Juan Ugalde (1958), que en ‘Eva’ (2000) muestra a una mujer que se refugia sobre un destartalado sofà en un desolado descampado. “Es la humanidad y fragilidad que hay tras la marginalidad”, explica Bisbe. Y esa humanidad alcanza absoluto protagonismo en el vídeo cedido por Bill Viola (1951) ‘The raft’ (2004), donde 19 personas de distintas edades, sexo y orígenes se ven golpeadas por potentes chorros de agua contra los que luchan desesperadamente. “De forma sutil y mágica expresa cómo a pesar de guerras y desastres naturales el ser humano sobrevive gracias a la colaboración y la solidaridad”.