MUESTRA EN EL MUSEO PICASSO

Picasso, ante la torre Eiffel

Una exposición con obras de Cézanne, Toulouse-Lautrec, Manet, Gauguin, Degas o Rodin persigue la influencia que estos dejaron en el malagueño en sus primeros viajes a París

Anna Abella

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Es un pequeño dibujo de 1900 en tinta sepia sobre papel hecho en Barcelona, señala la comisaria Malén Gual. En él Picasso se autorretrata junto a su amigo Manuel Pallarès señalando la torre Eiffel y Notre-Dame bajo el nombre de París. El artista malagueño aún no había pisado la entonces efervescente capital francesa, pero soñaba con aquel viaje, que haría acompañado también de su colega Carles Casagemas y que le daría la oportunidad de dar a conocer allí sus obras. Es una de las primeras piezas de la exposición ‘Picaso descubre París’, que hasta el 20 de enero reúne unas 50 obras de una docena de maestros, entre ellos, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Manet, Gauguin, Degas y Rodin, que dialogan con otras del creador del ‘Guernica’, ilustrando cómo este bebió de ellos en aquellos inicios del siglo XX en que era todavía un joven desconocido y estaba descubriendo su propio estilo. 

La muestra del Museo Picasso de Barcelona es resultado de la mutua colaboración con el centro homónimo de París y el Museo de Orsay (donde se acaba de inaugurar la gran exposición ‘Azul y rosa’, de más de 300 obras del pintor), a los que la pinacoteca catalán ha prestado más de 50 piezas.  

El recorrido enseña la fascinación que sentía Picasso por las vanguardias que bullían en París, cuyos artistas seguía a través de la visión que transmitían Ramon Casas o Rusiñol y desde Els quatre gats. Llegó a la capital francesa en octubre de 1900, donde presentaba el cuadro ‘Últimos momentos’ a una convocatoria para obras de arte destinadas a la Exposición Universal. En seguida visitó los pabellones y descubrió de primera mano a Manet y los impresionistas, además de una muestra de Rodin. Ejemplo de la admiración que este le causó es el dibujo que copió a lápiz uno de sus bustos masculinos, con el que ilustraría un artículo en ‘El Liberal’ en 1903. 

Hasta 1904, años que vivió a caballo entre París y Barcelona, Picasso pasó de una pintura más mundana y cromática a una más “íntima y simbólica”, señala la comisaria, marcada por Cézanne, Pierre Puvis de Chavannes, Gauguin, Manet, Degas (‘La planchadora’) o Eugène Carrière. Ello se aprecia en el óleo de este último, ‘El niño enfermo’, al lado del pastel ‘Desamparados’, de la época azul de Picasso, o en tres ‘cézannes’, dos de los cuales guardaba en su colección personal, ‘El mar en L’Estaque’ y ‘Cinco bañistas’, cuya influencia se ve en ‘La ofrenda’. 

La vedete Yvette Guilbert

Famosa en cabarets como el Moulin Rouge, Ambassadeurs o Le Divan Japonais entre 1888 y 1900, la figura de la cantante y actriz Yvette Guilbert se sucede hasta seis veces en la pared que cierra la exposición. Una de las imágenes de la vedete es obra de Leonetto Capiello, uno de los padres de cartel publicitario moderno y dibujante de historietas. Dos son dibujos que hizo de su amiga Toulouse-Lautrec, cuyos luminosos carteles descubrió el malagueño gracias a sus colegas catalanes y cuyo estilo admiró y asimiló. Ello se ve en las otras tres representaciones de Guilbert, del propio Picasso, influenciado por el maestro que tan bien inmortalizó la vida nocturna parisina.