EXPOSICIÓN

Lee Miller, de la bañera de Hitler a la Fundació Miró

La modelo, fotógrafa y reportera de guerra es el hilo conductor de la muestra que explica el desarrollo del surrealismo en Inglaterra

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Natàlia Farré

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Musa de Man Ray y Picasso, del primero también amante, del segundo está por ver, no suma entre las numerosas conquistas del genio malagueño pero también es cierto que el padre del cubismo raramente retrataba a mujeres con las cuales no se hubiera acostado. También de Jean Cocteau, que la convirtió en estatua. Modelo de moda y fotógrafa de hospital. Artista surrealista y reportera de guerra. Además de guapa, talentosa y rabiosamente independiente. Era Lee Miller (1907-1977). Una creadora que transitó por la fotografía del siglo XX, de la más abstracta y onírica a la más documental, con un nexo: su capacidad de encontrar un marco misterioso para todos sus trabajos, desde la fotografía de moda a la de guerra, y la surrealista, por supuesto. Ninguna de sus imágenes escapa de su personal mirada. Incluso la más icónica: la que se hizo en la bañera de Hitler.

Icónica y controvertida. Es la más conocida de sus instantáneas (ella la pensó y su novio de entonces, David Scherman, apretó el disparador) pero su punto surrealista no fue entendido por todo el mundo. Algunos vieron en la imagen (ella dentro de la bañera del Führer) una forma banal de tratar la barbarie; otros entendieron la composición y el mensaje. Y Miller afirmó que se estaba "limpiando la suciedad de Dachau". No en vano el retrato fue tomado el mismo día en que los aliados liberaron Dachau con ella empotrada como reportera de guerra con las tropas americanas. Fue el 30 de abril de 1945, jornada en la que junto a Scherman franqueó la puerta del que fue apartamento del líder nazi en Múnich y, según afirmaba la pareja, pasaron tres días en él. Aunque de ello no hay imágenes.

La instantánea, tomada para 'Vogue', pertenece, además, a los últimos trabajos realizados por Miller que, tras la guerra, seguramente afectada por el síndrome postraumático, se refugió en una granja de Sussex con el coleccionista y poeta Roland Penrose, y dedicó su creatividad a otros menesteres: a gestionar su archivo y a la cocina, de esta época es su libro de recetas surrealistas. A Penrose lo conoció mucho antes, en 1937, tras su etapa de modelo y de asistente de Man Ray. La primera se la debe a Condé Nast, fundador del imperio editorial homónimo, que, según contaba la protagonista, la salvó de morir atropellada en Nueva York; la segunda fue fruto de una elección, cuando, en 1929, decidió que "prefería hacer una fotografía antes de ser una fotografía". Así que se marchó a París a hacer de asistente de Man Ray, el surrealista ignoraba las intenciones de la joven, pero al verla la contrató y la convirtió en su pareja.

Por culpa de un ratón

De la relación se alimentaron artísticamente los dos, pues entre ambos crearon, por accidente, la solarización. Una técnica que Man Ray debe a Miller y esta a un ratón. Cuando estaba revelando unas imágenes del surrealista, un pequeño roedor pasó cerca de los pies de la fotógrafa que se asustó y encaró el negativo a la luz, de manera que las imágenes estuvieron expuestas más tiempo del debido. No se estropearon sino que se invirtieron parcialmente los blancos y negros, y la instantánea tomó un halo inquietante, como de otro mundo. Y a Man Ray le debe Miller su ingreso en el grupo surrealista como miembro de pleno derecho. A Penrose le conoció en una fiesta surrealista al volver a París después de una larga estancia en El Cairo tras  casarse con el príncipe egipcio Aziz Eloui Bey.

Luego vino la invitación para ir a Cornualles a la invasión surrealista, en la que también participaron Max Ernst, Leonora Carrington, Paul y Nusch Éluard... Y se produjeron toda una serie de contactos que acabaron en matrimonio y explican cómo el surrealismo se afianzó en Inglaterra. Hecho en el que mucho tuvo que ver la segunda guerra mundial, ya que numerosos artistas se fueron de París camino a Londres cuando el momento se volvió políticamente inestable. De esta faceta menos conocida del surrealismo y del papel que tuvo en ello la fotógrafa habla la exposición 'Lee Miller y el surrealismo en Gran Bretaña', hasta el 20 de enero en la Fundació Miró.