Expansiva Fira Mediterrània

CRÓNICA Cheikh Lô, Ester Rada y Kamilya Jubran cautivaron en la muestra de Manresa

Cheikh Lô, durante su actuación en Manresa, la noche del sábado.

Cheikh Lô, durante su actuación en Manresa, la noche del sábado.

JORDI BIANCIOTTO / MANRESA

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Sustantiva coexistencia de ritmos del norte y del sur, el sábado, en la Fira Mediterrània, culminados por el temperado pase de Cheikh Lô en la sala Stroika. El senegalés, con raíces en Burkina Faso, hace música para otro tipo de vida, otra concepción del tiempo, con largas composiciones de ritmo sosegado pero penetrante, a las que los europeos nos acercamos con la ilusión de participar de un apacible estado mental.

Lô suele publicar un disco cada cinco años, en este 2015 tocaba uno y aquí tenemos Balbalou, obra que en Stroika desplegó sus cadencias sensuales, de hipnosis tranquila, físicas y místicas, con alimentos mestizos como el mbalax y el reggae, siempre a su envolvente manera. Con su voz bien asentada, provista de fondo, doblada a veces por el saxo, y sobre una colchón de batería y percusión que nos dirigió a un amable trance. Concierto encaminado a seducir sin violentar, que supuso un sustancioso desenlance a la jornada del sábado.

Voces de frontera

Horas antes, la Fira acogió a sendas voces israelí y palestina. ¿O no es así? Bueno, a veces las cosas no son tan fáciles de etiquetar, sobre todo cuando hablamos de esa sensible región de Oriente Medio: la israelí, Ester Rada, es una judía de raíces etiopes natural de los territorios ocupados, y la palestina, Kamilya Jubran, es israelí de cultura árabe, de padres efectivamente palestinos pero nacida en Acre.

Sea como sea, ambas mostraron discursos sólidos. Rada, pilotando un potente jazz-funk de vanguardia, con metales y giros afro, valiéndose de su voz frondosa y de una impactante presencia, como una Grace Jones al frente de Defunkt. Y Jubran (que Calle 13 invitó a su Multiviral), brindando su canto sentido y su laúd a un repertorio poético (citas al marroquí Hassan Najmi) sustentado por minimalistas sonidos electrónicos y una ocasional trompeta. Propuestas con personalidad, como la del cuarteto ucraniano DakhaBrakha, coro de textura parecida a las voces búlgaras, con percusiones y acabado épico. El Mediterráneo se expande a su paso por Manresa.