Eva Vila: "Nunca me creí el final de 'La Odisea'"

La directora barcelonesa estrena 'Penélope', una revisión del poema épico de Homero en clave elíptica y con toque feminista

Eva Vila, fotografiada en Barcelona

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Juan Manuel Freire

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Tras varios documentales bien acogidos, la cineasta Eva Vila (Barcelona, 1975) se aproxima a la ficción en 'Penélope', una revisión y actualización, ¿e incluso corrección?, de 'La Odisea' de Homero con otro papel reservado para la mujer. La película acaba de estrenarse en salas comerciales tras pasar por el festival de Sevilla y el D'A.

¿Cómo surge esta idea de reescribir el mito?

Básicamente, nunca me creí el final de 'La Odisea'. Es un libro de referencia en el que la mujer tiene un papel marginal. Penélope solo está en las últimas páginas y, además, parece que había esperado a Ulises de forma pasiva. Desde siempre mi lectura fue otra: ahí había una mujer que estaba reinando en la ausencia de Ulises y que tejía para sobrevivir, utilizando esa trama del tejer para seguir manteniendo día a día su estatus de poder.

Intérpretes no profesionales encarnan a unos Penélope y Ulises más actuales, con mucho de ellos mismos. Ficción y documental se entremezclan. ¿Cuánto del guion viene hecho? ¿Cuánto se escribe por el camino?

El guion se escribe en función de lo que encontramos en el espacio. Es un cine que se construye a partir de lo real, de los hallazgos, de los encuentros que se dan en el rodaje. El guion se escribe y reescribe constantemente. En muchos casos, lo que aportaban los actores era mejor que lo que estaba escrito.

¿Diría que ha acabado rodando un alegato de la espera?

La BBC dijo hace unos meses que 'La Odisea' es el relato más influyente de la literatura universal. Eso son palabras muy mayores. Pero, ¿cómo se debe retomar esa influencia? ¿Por qué es necesario? Esos eran los retos para nosotros. El cómo era a través de Penélope. Y era necesario en este momento porque la espera –Penélope siempre ha sido el mito de la espera–, a pesar de lo que crea Homero, no es algo pasivo. La espera es algo activo y es algo que hoy día nos pertenece a todos, hombres y mujeres, sin diferencia de sexo ni edad. Cuando el ritmo de la ciudad nos absorbe a todos, la espera es algo más esencial que nunca.

Parece usted reivindicar, en general, unos modos de vida rurales en peligro de extinción.

Para contar ese mito, o recrear ese mito, desde el presente, había que buscar espacios ancestrales. Lo que intenté con Julián Elizalde [director de fotografía] y con todo el trabajo sonoro fue asegurar que dos movimientos universales, la espera y el retorno, estuvieran en cada imagen, en cada fotograma y en cada sonido. Como ese era el reto, había que buscar el entorno para eso, y el entorno ideal para eso nos pareció el corazón de Catalunya, ese espacio poco revisitado por cineastas o la gente en general. Allí cada casa tiene su nombre y cada casa guarda la memoria de años de guerra, de afiliaciones, de todas las cosas que han pasado en cada familia.

Usted tiene formación musical, algo que parece influenciar claramente su forma de hacer cine.

La música y el cine forman parte de mí desde niña. Ese aprendizaje a través de las imágenes, el sonido y la música te condiciona. La parte del sonido me ha ayudado a abrir la escucha. Y a aprender a escuchar, algo que nos hace falta a todos.