ARTE

Las dimensiones vitales

La nueva exposición en el Macba, con obras de 40 artistas, parte del ensayo 'Especies de espacios' de George Perec

La instalación de Daniel Steegmann que da entrada a la exposición 'Especies de espacios', en el Macba.

La instalación de Daniel Steegmann que da entrada a la exposición 'Especies de espacios', en el Macba.

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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El espacio, la manera en que el ser humano se relaciona con él y la manera como los artistas lo interpretan es uno de los temas que guían y han guiado desde siempre el trabajo de Frederic Montornés. De manera que cuando el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) le encargó un proyecto expositivo lo tuvo claro: el terreno de juego lo iban a limitar los artistas que, como él, dan vueltas al tema. Y el orden lo pondría el escritor George Perec y su ensayo Especies de espacios, un libro del que Montornés ha tomado el título de la exposición que presenta en el edificio de Richard Meier hasta el 31 de enero, y un libro que ha utilizado como «manual de instrucciones» para exhibir las 50 obras de los 40 artistas escogidos.

Para llegar a los 40 creadores, el comisario partió de los que considera «dos imprescindibles»: Lucio Fontana, que «con la sutileza de un gesto muy mínimo como es cortar la superficie de una pintura da resonancia al espacio que esconde», explica; y Luz Broto, «capaz a través de pequeñas intervenciones de enfrentarnos con la dimensión espacial en la que se desarrolla nuestras vidas», continúa. Fueron los dos primeros escogidos, pero paradójicamente son los que cierran la exposición. Fontana con dos de sus telas; Broto con un agujero en la fachada del Macba con el que relaciona el interior con el exterior.

El resto de piezas se ordenan siguiendo los 13 escenarios diferentes que enumera Perec, desde la página -el ámbito más personal y en el que el ser humano narra su vida- a la máxima expresión del espacio, que es el que describen tanto Fontana como Broto. En medio están la cama, la habitación, el barrio, el campo... Y el espacio inútil, uno que no sirve para nada y que ni siquiera se sabe que existe. Este lo representa Dora García con la escultura de una puerta cerrada evocadora de lo que puede haber, o no, detrás.

Espacios separados según su pertenencia a la esfera privada o pública. Ámbitos, el privado y el público, que la exposición separa formalmente. El primero con una escenografía que se antoja doméstica, con pasillos, puertas y ventanas. El segundo sin muros de separación y con un banco urbano en el centro que no es arte sino una licencia del comisario para que el espectador sea consciente de que lo que ve hace referencia a lo público.

De Rusia a Argentina

La entrada a cada ámbito la da una intervención de Daniel Steegmann en forma de cortina de aluminio. «El ruido que generan al ser traspasadas marcan el espacio de antes y después», aclara Montornés. Y el transito entre los dos ámbitos, del privado al público, lo evidencian dos piezas muy explícitas El carrer de Joan Colom y Hueco de una puerta de Stanley Brouwn. Esta última, una apertura con las medidas exactas de la entrada al edificio del número 62 de la calle del Carmen.

Hay más, como los colchones en los que Guillermo Kuitca dibuja el recorrido que hizo su abuela camino del exilio, desde Rusia a Argentina; y el mural donde Lara Almarcegui habla sobre el peso de los materiales usados para construir el casco histórico de Dijon (Francia). Todo, para reflexionar sobre el espacio, «en ningún caso para hacer una enciclopedia» sobre él, concluye Montornés.