UN FENÓMENO GLOBAL

El misterio de Elena Ferrante

La Nápoles de los años 50: inundación en un barrio popular

La Nápoles de los años 50: inundación en un barrio popular / periodico

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Hay muy pocas cosas que conocemos realmente de Elena Ferrante. Una mujer que presumiblemente nació hace 72 años en un barrio popular de Nápoles acabada la guerra, vivió un tiempo en Grecia, que muy probablemente se haya casado y ha sido madre y que en su decisión de dedicarse a la escritura, que tomó bastante tarde, ha decidido permanecer en el más perfecto y opaco de los anonimatos. Llegados aquí el misterio empieza por empañar esas mínimas certezas.

¿Es realmente Elena Ferrante -un nombre que evoca sonoramente a su querida y en cierto modo imitada Sara Morante- no solo la mujer que dice ser, sino una mujer, a secas? Aunque sus novelas no hagan más que hablar de experiencias femeninas mostradas sin las habituales indulgencias y lloriqueos de este tipo de narraciones y con ese obsesivo detenimiento en los detalles físicos que se diría solo una mujer conoce, no existe la menor seguridad de que tras novelas de Ferrante esté una escritora. En Italia algún medio se apuntó a la tesis de que Ferrante era un hombre. Tras detenidos estudios lexicográficos, se señaló a Domenico Starnone, un guionista y prolífico novelista, más que harto de concitar el interés por unas obras de las que niega una y otra vez la autoría.

LAS VIDAS DE LENÙ Y LILA

Las novelas de Ferrante han sido publicadas por Lumen. Primero ‘Crónicas del desamor’, reunión de sus tres primeras novelas, en las que ya marca el tono de intensa vida interior que es su estilo y, más tarde, la que hasta ahora es su gran obra, la tetralogía ‘Dos amigas’, también llamada ‘las novelas napolitanas’, que pueden leerse como una novela en continuidad y en las que sigue el relato de la conflictiva amistad de dos mujeres crecidas en los arrabales napolitanos.

Una es Elena, Lenù –en la que no es difícil imaginar los rasgos de la fantasmagórica Ferrante-, una mujer que logra superar su origen social, ir a la universidad y convertirse en escritora. La otra es Lila, quizá aún mejor dotada que la otra pero incapaz de soltar amarras. Ambas pasan por los ritos de paso habituales: el descubrimiento del sexo, el matrimonio, los hijos, la infidelidad, la separación  y ¡ay!  la constatación de que la liberación de las costumbres no trae consigo una  fuerte coraza contra los embates de los sentimientos. Los cuatro libros son ‘La amiga estupenda’,  ‘Un mal nombre’, ‘Las deudas del cuerpo’ ‘La niña perdida’,L’amiga genial',La Campana,

AMADA EN ESTADOS UNIDOS

El eco crítico y lector que Ferrante ha ido ascendiendo paulatinamente en su Italia natal -aunque allí haya reseñistas que todavía le niegan el pan y la sal-, mientras que en España sus ventas todavía siguen siendo discretas, Pero ha sido su clamorosa recepción en Estados Unidos, donde escritoras foráneas como Zadie Smith Jhumpa Lahiri se han deshecho en panegíricos. Allí aseguran que el poder cautivador de la prosa de Ferrante es casi el mismo que el del noruego Knausgard, el otro descubrimiento europeo de los últimos tiempos. Ambos practican una prosa bastante funcional y poco cuidada aunque con la idéntica capacidad de seducción y una manera de presentarse diametralmente opuesta. El uno exhibiéndose sin pudor. La otra escudándose en el misterio.

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Muchos han objetado que este ocultamiento es una forma ultrasofisticada de márketing. Al fin y al cabo, la leyenda de Salinger no se hubiera magnificado a ser quien es si no se hubiera empeñado en ocultarse. Pero la estrategia de Ferrante es más radical. Se niega a sí misma y deja a sus fans con ganas de saberlo todo. Y ahí empiezan las especulaciones que inundan las redes. Tiene incluso su propio hashtag#FerranteFever.  Las pocas entrevistas a las que ha tenido acceso la prensa han sido por escrito, via mail. Con una única excepción, un encuentro presencial con sus editores, casi bajo secreto de confesión, en la prestigiosa ‘Paris Review’.‘Paris Review’.

OCULTA A TRAVÉS DEL MAIL

Así la autora ha accedido a responder unas preguntas por escrito a este periódico, siempre bajo el signo de la indefinición y el ocultamiento. Lo primero a destacar es que no se identifica con la orgullosa decisión de sus colegas masculinos, especialmente los americanos -Salinger, Pynchon y 'tutti quanti'- a no exhibirse-, Su respuesta es más simple: “Creo que los libros, una vez publicados, pueden y deben prescindir de la persona que los escribió”.

Que el hecho de esconderse pueda desvirtuar uno de los grandes elogios que habitualmente se le hacen a la autora, la gran sensación de verdad que trasmiten sus novelas, no parece preocuparle especialmente. “El lector, competente o no, siempre es el único juez. Sus dudas, si es que existen, siempre son bienvenidas: simplemente indican que la relación entre la identidad sexual y la literatura es un asunto complejo. Por lo que a mí respecta, estoy convencida de que la diferencia sexual se expresa en cada frase y que la firma de la portada y el género en el que hemos sido registrados oficialmente dicen mucho menos que la escritura”, asegura.

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Ambientadas en los turbulentos 50 últimos años de la vida italiana, las novelas de Ferrante tienen también la habilidad de mostrarnos un interesante pedazo de vida italiana. De cómo, por ejemplo, la otro tiempo potente izquierda ha ido dejando por el camino todas sus esperanzas y utopías. También ahí se dan cita la violencia soterrada, o no, de la sociedad, la corrupción, el terrorismo y, cómo no, la transformación de la vida de las mujeres. Levantar el acta notarial de todo ello no era la intención de partida de la autora, pero ahí está: “Quería contar solamente las vidas de dos mujeres y para hacerlo era necesario que se filtrara la historia en el trasfondo de sus existencias, las cosas que de un modo u otro tenían que ver con ellas. La verdad es que me gustaría que el relato ayudase a contemplar en términos narrativos un pedazo de la historia de Italia” .

Que esta tetralogía que ahora se cierra sea su mejor y más ambicioso trabajo, como sostienen los críticos, es algo a lo que Ferrante solo puede responder en términos de trabajo empleado. “Seguramente, entre los libros que he publicado es aquel al que he dedicado más tiempo y con el que me he cansado más. Mientras escribía no tenía la ambición de hacer mi mejor obra”.