ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Sean Baker ('The Florida Project'): "Los niños tienen el poder para cambiar el mundo"

El director de 'Tangerine' nos sumerge en la trastienda del sueño americano a través de la mirada de una niña en 'The Florida Project'

Sean Baker, director de 'The Florida Project'

Sean Baker, director de 'The Florida Project' / periodico

Beatriz Martínez

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Hace unas semanas Pedro Almodóvar comparaba 'The Florida Project' con 'Los olvidados' de Luis Buñuel y elogiaba la capacidad su director para reflejar la realidad de una manera muy fresca e inmediata. Desde que comenzó su carrera, a Sean Baker le ha interesado explorar los márgenes de la sociedad, bucear en sus aceras y acercarnos a personajes con problemas de verdad que luchan por salir adelante en el inhóspito panorama actual. Sus producciones son minúsculas, de un bajísimo presupuesto, pero su insolencia y la capacidad para incomodar de su objetivo lo han convertido en uno de los más incisivos radiólogos de la sociedad norteamericana. Después del éxito de su anterior película, 'Tangerine' (2015), rodada con un Iphone y protagonizada por dos transexuales, ahora regresa con 'The Florida Project', una anti-fábula en tiempos de Trump que nos sumerge en la trastienda del sueño americano a través de la mirada de una niña, Moonee (la gran revelación Brooklynn Prince) que vive con su madre en uno de los moteles de carretera colindantes a Disney World, en la periferia de Orlando.

A usted le interesa trabajar en un punto medio entre el documental y la ficción. ¿Cómo consigue integrar las dos cosas de una manera tan orgánica? Es un híbrido con el que quería experimentar. A menudo me da la sensación de que los documentales están casi más prefabricados que las películas de ficción. Nos orientan hacia dónde tenemos que dirigir la mirada y mi trabajo pretende alejarse precisamente de eso. Me interesa explorar el terreno de una manera muy intuitiva y que sean las imágenes que registro las que hablen por sí mismas. Supongo que al rodar en escenarios reales es inevitable la sensación de naturalismo, y lo mismo ocurre con la integración de actores no profesionales que aportan ese toque de inmediatez y desparpajo.

¿De qué forma quería acercarse a ese crisol de historias aparecen plasmadas en la película? Intenté adoptar un punto de vista muy periodístico a la hora de investigar ese entorno y a la gente que lo habitaba. Hasta que no trabajamos sobre el terreno e hicimos muchas entrevistas, no pudimos conseguir una imagen clara de todo lo que queríamos reflejar. Los encargados de los hoteles fueron fundamentales, nos abrieron las puertas de su mundo, y a partir de ellos creamos el personaje de Bobby (William Dafoe, nominado al Oscar al mejor actor secundario), que es el que vehicula toda la narración. Quería que la historia fuera coral, pero que cada personaje tuviera una historia detrás.

¿Siempre tuvo claro que quería contar la historia desde el punto de vista de los niños? En la infancia está la raíz de todo. La educación es un problema nacional. Leí muchos artículos de estos niños que se crían en moteles cutres sin ningún tipo de referente paterno, casi como pequeños salvajes. El choque con el mundo mágico de Disney World, que se encuentra a escasos kilómetros me daba la posibilidad de realizar una metáfora en torno a la gran mentira de la sociedad americana, repleta de desigualdades. Pero la clave de la película es ponernos a la altura de los ojos de estos niños, intentar ver el mundo desde su perspectiva.

Los niños simbolizan el futuro. ¿Hay esperanza? En estos momentos el panorama es bastante desolador. Creo que hay que enfrentarse a los problemas de una manera frontal, luchar por un sistema justo que cubra las necesidades básicas de los ciudadanos, que en mi país se encuentran totalmente desprotegidos, sin ninguna red de seguridad a nivel social. Los niños tienen el poder para cambiar el mundo, aunque sea a través de la imaginación. Tienen la capacidad de maravillarse y de mejorar su entorno. Si quieres transformar las cosas, debes hacerlo desde el punto de vista de un niño.

"Durante mucho tiempo la industria del entretenimiento solo se ha centrado en un grupo de personas: blancos privilegiados. Y sinceramente, estoy cansado de eso"

¿Qué es lo que le interesa de los márgenes? Durante mucho tiempo la industria del entretenimiento solo se ha centrado en un grupo de personas: blancos privilegiados. Y sinceramente, estoy cansado de eso. Mis películas son una respuesta a todo aquello que no veo en el cine o la televisión, todo lo que se encargan de silenciar. Es hora de que haya un cambio. Estados Unidos es un país enorme con muchas diferencias, un crisol de gente distinta que necesita encontrarse representada en las historias que se cuentan.

Entre sus cineastas contemporáneos favoritos ha citado a Ulrich Seild y Ruben Östlund, dos ejemplos de cómo hacer cine social metiendo el dedo en la llaga. ¿Cree que el cine debe ser incómodo para provocar una respuesta? Creo que sí. Un cineasta debería utilizar sus películas como vehículos de pensamiento. Que se genere un debate a través de su cine. Que el público se revuelva un poco en su silla al menos impide que se duerma.