Rafik Schami. "La guerra nos devuelve a lo más primitivo, a la lucha de clanes"

El reconocido escritor sirio-alemán se sirve de sus novelas para explicar el drama de su país y denunciar al régimen de Al Asad

Rafik Shami.

Rafik Shami. / MICHAEL ZEGERS

CARLES PLANAS BOU / FRÁNCFORT

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Suheil Fadél nació en 1946 en Damasco. La represión y la censura del régimen de Háfez Al Asad, padre del actual mandatario, forzaron su exilio en Alemania. A pesar de doctorarse en química pronto explotó su pasión por las letras. Bajo el pseudónimo de Rafik Schami, “el amigo damasceno” en árabe, se ha convertido en una de las voces literarias más reconocidas en el continente. Ahora publica su última novela, 'Sofía o el origen de todas las cosas' (Salamandra), en la que recuerda su país antes de que estallara la guerra y el dolor que padecen los que han tenido que huir de su casa.

El protagonista de su novela, Salman Báladi, vuelve a Siria añorado tras años en el exilio. ¿Sueña con volver algún día a Damasco?

Me encantaría poder volver pero es demasiado arriesgado, no puedo poner en peligro a mi familia.

¿Puede ponerse en contacto con ellos?

Hablamos cada día por teléfono pero la conversación tiene que limitarse a temas personales. Ni una palabra de la guerra, ni del régimen, ni de la situación económica del país. Hablar de eso podría poner en riesgo su vida. De eso ya puedo discutir con mis amigos en la oposición que también se encuentran exiliados en París y Londres. Estoy manteniendo a tres familias mandándoles dinero a través de contactos. Incluso les he ofrecido alternativas, pagarles una casa en Beirut para que estén a salvo, pero siempre se han negado. No quieren huir de su casa y dejar toda su historia atrás. Para ellos abandonar Damasco supone una muerte aún más lenta.

Volviendo al libro, usted habla de temas cruentos como el espionaje a la población, las elites corruptas, el peso de la religión o la sumisión de las mujeres. ¿Hay esperanza en su ficción entre tanto drama?

No quiero pintarlo todo de color de rosa. Quiero retratar en los personajes toda la dureza de la guerra y de la persecución del régimen pero también es necesario abrir una brecha para hablar de la cara combativa, de aquellos que, como Karim en la novela, representan la esperanza.

No parece muy optimista sobre el final de la guerra y el derrocamiento de Al Asad…

Soy pesimista pero siempre se necesita albergar algo de esperanza. Siria debería ser un régimen republicano y democrático, pero para eso necesita la ayuda de la Unión Europea. Espero que en un futuro, cuando todo esto termine, el desastre de la guerra civil ayude a entender al pueblo que se necesita un cambio profundo de las estructuras para iniciar la reconstrucción del país. Desgraciadamente, el sistema que impera en Estados vecinos como Turquía, Irak o Irán no contribuye a ese cambio de paradigma.

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Así es. Siria y muchos otros países de la región se basan en una estructura social tradicional muy centrada en el peso de la familia, en cómo nos identificamos a través de esta reducida comunidad. Eso se aprecia con los Asad en Siria o los Saud en Arabia Saudí. Este factor ayuda a entender porqué con la guerra se acentúan los aspectos más antiguos: la sociedad se quiebra en grupos familiares y se recurre a la violencia para, Kalashnikov bajo el brazo, tomarse la justicia por su mano. La guerra nos devuelve a lo más primitivo, a la lucha entre clanes. En Siria nunca han existido las estructuras democráticas de Europa.

A pesar de eso, ¿cree que su trabajo y el de otros artistas e intelectuales sirios puede ayudar a cambiar la percepción sobre la guerra o la llegada de refugiados a Europa?

Una vez hablé con una señora en Dinamarca que me dijo que mis libros eran el único testimonio de Siria que le llegó en 20 años. Así que, con toda la modestia, creo que sí, espero que las historias que cuento ayuden a mostrar una cara más humana de lo que sucede en mi país.

En 'Sofía o el origen de todas las cosas' también habla de la religión como elemento de identificación social. Su familia es cristiana pero eso no era un problema

El régimen de los Asad, tanto padre como hijo, se ha basado en la corrupción, no en la religión. Damasco compró durante años a las diversas iglesias cristianas de la región y les entregó privilegios para tenerlos en la palma de la mano y para que permanecieran fieles al régimen. Hizo lo mismo con las elites económicas para montar un entramado de amigos leales, mientras en la cúpula de esa pirámide social hay la policía secreta.

Pero, a diferencia de otros países de la región, Siria siempre ha parecido más abierto.

Ha habido una apariencia de libertad pero siempre se ha perseguido a los críticos desde el silencio. Asad no es tan bárbaro en las formas como Saddam Hussein lo era en Irak, es mucho más elegante y sofisticado. Damasco sabe utilizar métodos refinados hacer desaparecer a la oposición sin la necesidad de ejecutar públicamente familias enteras.

¿La persecución religiosa en Siria es entonces patrimonio del Daesh?

Siria ha sido siempre un coctel de diversas etnias y religiones. Con la paz eso es genial, hay convivencia y cierto respeto, pero en tiempos de guerra todo estalla y se convierte en algo muy problemático. La gente se refugia en la familia y en la religión y deja de dar tanta importancia al Estado. La inseguridad es inmensa.

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En el libro, el personaje de Karim escenifica el tedio por las religiones tras tanta desolación y decide creer que la única fe posible es en el amor. ¿Es así como se siente usted?

Si, me siento muy cercano a sus sentimientos.

Como exiliado en Alemania, ¿está de acuerdo con la apertura de puertas que hizo Merkel?

Su respuesta ante los refugiados ha sido la correcta pero su rapidez para aceptarlos la condenó a quedarse sola. Europa, por su parte, ha estado teatralizando. La llegada de refugiados al continente es irrisoria si la comparamos con las cifras que ha tenido que absorber países vecinos como Jordania, el Líbano o Turquía.

Y aún así aquí ha dado alas a la ultraderecha…

Es muy preocupante. He aparcado mi nueva novela para analizar la xenofobia. Ser un autor conocido también me empuja a sentir la necesidad de escribir para dar a conocer este tema y educar más allá del populismo.