ENTREVISTA

Pablo Carbonell: "El sentido del humor da mucho miedo"

El cantante y 'showman' actúa con su banda, Los Toreros Muertos, en la sala Sarau 08911, de Badalona

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zentauroepp42993790 los toreros muertos foto blake little180419203244 / BLAKE LITTLE

Jordi Bianciotto

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Los Toreros Muertos reaparecen este viernes en Badalona (sala Sarau 08911) cargados con hitos universales de la altura de ‘Mi agüita amarilla’ y ‘Yo no me llamo Javier’, y con algunas canciones de estreno aún no publicadas. Hablamos con Pablo Carbonell, cantante e ideólogo de este grupo que hoy completan el veterano Many Moure (bajo) y dos fichajes modernos, Fernando Polaino (guitarra, de Los Lunes) y Toni Iglesias (batería, de Dwomo).

¿Podemos considerar a Los Toreros Muertos como una banda estable?

Pues es una pregunta muy interesante y que me encantaría responder con acierto, pero, ¿se puede creer que no lo sé? Puedo decir que tenemos siete canciones nuevas de estilos que nunca habíamos hecho. Nunca habíamos hecho un rock argentino, ni una con nombre de mujer y de ciudad, ‘Zamorana’, ni una dedicada a Serrat…

¿A Serrat? ¿Cómo es esa canción?

Se llama ‘Me voy a la siesta’ y es una de esas canciones que describen un pueblo yermo, un sendero verde…, ese tipo de canción manchega de labios cuarteados, donde el sol te golpea, el hombre trabaja, y hay unas migajas, y todo es árido y mustio. He escuchado mucho a Serrat y por simpatía me ha salido así. Es una canción ridícula, para que a nadie le den ganas de perpetrar otra semejante.

"Javier Krahe era un tipo muy lúcido, mientras que el cantante de Los Toreros Muertos está como una regadera. Son sentidos del humor diferentes"

Meses atrás se suponía que iban a lanzar un disco con canciones de Javier Krahe. ¿Cómo está ese proyecto?

Como las obras de la Sagrada Família. Hemos grabado 11 canciones, y el disco se me queda cojito. El otro día fui al estudio y grabé, a guitarra y voz, cuatro piezas y, aunque esté feo que lo diga, es lo mejor del disco. Yo soy muy fan de Talking Heads y he llevado a Krahe a los ritmos africanos, ‘funky’… Krahe y David Byrne se conocieron. ¡Yo les presenté! Krahe, que era tan pausado, y un defensor de Brassens, era también un poco bailongo.

Entonces, ¿habrá dos discos de Los Toreros Muertos, uno con canciones nuevas y otro con las de Krahe?

Sí, el de Krahe seguramente será doble, pero ahora estoy pensando que será mi próxima producción en solitario, ‘Colegio público Javier Krahe’. Porque con los Toreros… Una parte del grupo vive en Valencia, otra en Guadalajara… Además, cuando en los conciertos del grupo hemos intercalado canciones de Krahe no ha funcionado. Él era un tipo muy lúcido, mientras que el cantante de Los Toreros está como una regadera. Son sentidos del humor diferentes: lo nuestro es chirigotesco y lo de Krahe es lúcido, un canto a la vida.

¿Cuál diría que es la función de Los Toreros Muertos en el año 2018?

Hay un cuadro de Picasso en el que sintetizó todos los elementos del cubismo un poco para acabar con esa corriente. Pues en lo nuestro hay una parodia de las canciones con la intención de acabar con ellas y destruir los estilos. Me gustan esos discos de Frank Zappa, con ese delirio, esas disonancias, y ese espíritu demoledor. Nuestra tarea es esa, demoler y bromear sobre los estilos.

¿Tiene eso más sentido en la actualidad que en los años 80?

Sí, me gustaría hacer un reggaeton para ver si la gente le coge asco al reggaeton. ¿Entiende mi tarea? A base de definir un concepto de canción, cargártelo.

Ahora, cuando escribe una canción, ¿piensa más que antes en las consecuencias que pueda tener una letra irreverente?

Si algún día tengo que decirle a un juez por qué hice una canción en la que asalto el palacio real (‘Bum bum 1789’), le explicaría que lo que ocurre en un escenario invita a la reflexión y que la sociedad es capaz de entender que una cosa sea aceptable o no por sí misma, no porque lo dictamine un gobierno. Todo es un espejo: si una idea te surge es porque está en el ambiente, la plasmas y luego que el público haga con ella lo que considere. Pero lo de “eso no se puede decir” no hay que permitirlo.

Hay penas de cárcel por letras de canciones.

Me preocupa y me indigna. Se está queriendo dar ejemplo para que nadie más lo haga, pero al mismo tiempo están dando difusión a unos textos que son ofensivos. Yo de esos raperos no habría tenido ni noticia… La misión del artista es crear un punto de confluencia, y hacerlo con ingenio. Todo el mundo merece un respeto y se pueden decir muchas cosas sin recurrir a imágenes atroces. Aunque, desde luego, cárcel no, prefiero… ¡los trabajos para la comunidad! Las cárceles cuestan mucho dinero.

"Estoy sobre todo en Instagram porque no hay esa corte de cabreados de Twitter y soy mucho más feliz"

Por otra parte, como evolución de la corrección política, ahora en cualquier momento puede salir alguien profundamente ofendido por algo que haya escrito o cantado, en particular en las redes sociales.

Sí, yo ahora estoy sobre todo en Instagram, porque no hay esa corte de cabreados de Twitter y soy mucho más feliz. Estaba enganchado a Twitter, y ha llegado un momento en que ya no: mi opinión es mía, y quien la quiera escuchar que sea amigo mío.

Entre unos y otros, ¿el sentido del humor puede estar el peligro?

Está en peligro, sí. El sentido del humor da mucho miedo. Lo dijo ya Dario Fo, y también aparece en ‘El nombre de la rosa’, cuando dice que no hay que reír porque el que ríe no tiene miedo, y el que no tiene miedo no teme a Dios. En general, al poder no le gusta que la gente haga bromas. Y no solo al poder, tampoco a las radios comerciales y a mucha otra gente. Estamos creando una sociedad un poco crispada.

Y con más límites.

Yo casi siempre me he cortado muy poco. En lo que hago está el pensar en los demás: si yo me divierto, la gente se divertirá. Pienso en mis canciones como si fueran juguetes. Como las nuevas: ‘Zamorana’, o ‘Siete novias Elenas’, que es como las canciones esas en que se van muriendo los perritos, pero con novias. ¡Políticamente incorrectísimo, totalmente de acuerdo!

Alguien le llamará machista.

Pero como sé que no lo soy… Me la refanfinfla, y no se puede imaginar cómo.