ENTREVISTA

Los Secretos: "Nos llamaron babosos solo porque intentábamos sonar un poquito afinados"

El grupo madrileño actúa este sábado en el Auditori del Fòrum en su gira de 40º aniversario

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Jordi Bianciotto

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Tras recorrer su carrera en el documental ‘Una vida a tu lado’, Los Secretos llevan de gira la celebración de su 40º aniversario y recalan este sábado en el Auditori del Fòrum. Un concierto en el que la banda madrileña contará con cuatro invitados: Elefantes, Ramon Mirabet, Mara Barros y Vicky Gastelo.

Cuando les plantearon hacer este documental, ¿les dio pereza mirar atrás?

(Álvaro Urquijo) Un poco al principio, pero pensábamos que hay una o dos generaciones que no saben muy bien cómo empezamos Los Secretos: dónde, cuándo y por qué. El documental me ha llevado a aquella época y me ha puesto un poco triste al recordar cuando éramos más jóvenes y toda la gente que ya no está.  Tiene ese punto nostálgico. Pero nosotros siempre hemos tirado hacia delante y echar un vistazo a tu historia te hace tener una idea más humilde de ti mismo al ver que la línea histórica no es perfectamente recta, limpia y maravillosa, que hemos tenido de todo.

En sus inicios les influían músicos del rock americano como The Byrds o Steve Miller. Artistas un poco excéntricos para aquel Madrid pre-‘movida’.

(Álvaro) Sí, pero nos llegaba todo, también el punk. Nos educamos con The Byrds, Jackson Browne, Dylan o Crosby, Stills, Nash & Young, queriendo emular sus armonías vocals, pero eso no quita que nos gustara también Joy Division o el primer disco de U2. Teníamos una mentalidad muy abierta. Podíamos tocar una balada country o una canción más cañera, y de ahí salieron ‘Déjame’ o ‘No me imagino’.

(Ramón Arroyo) Los grupos, también los más modernos del mundo, son como los escritores: si no han leído antes no van a poder escribir.

(Álvaro) Y debo decir que cuando era un crío las cosas interesantes venían de Barcelona: las revistas ‘Disco Exprés’, ‘Vibraciones’, ‘Popular 1’…, los conciertos chulos, de Stones o Springsteen, y Sisa, y Pau Riba…

(Ramón) Y Pi de la Serra, y los discos de Le Chant du Monde que publicaba Edigsa.

"Mi hermano Enrique comenzó a odiar 'Déjame' cuando se convirtió en un 'hit': pensaba que si era más comercial era porque tenía menos calidad"

Álvaro Urquijo

A veces, la canción más popular de un artista no es la más representativa de su estilo. ¿Lo es ‘Déjame’?

(Álvaro) Éramos muy jóvenes cuando se compuso: esa velocidad, ese desenfado… Y ha sobrevivido muchísimos años. Nos gustaría que todas nuestras canciones tuvieran esa capacidad de aguantar en el tiempo. En este caso, había una intención de hacer algo que perdurara y de llegar a la gente. Aunque mi hermano Enrique comenzó a odiar ‘Déjame’ cuando comenzó a ser un ‘hit’, porque pensaba que si era más comercial era porque tenía menos calidad. Pero yo creo que si puedes juntar las dos cosas es mucho mejor.

En la ‘movida’ se creó aquella división entre grupos ‘irritantes’ y ‘babosos’. ¿Se ha exagerado?

(Álvaro) No, y visto con el tiempo creo que hizo más daño que otra cosa. Porque luego he hablado con personas que participaron de eso y me consta que nació sin maldad y que muchos de ellos nos admiran. Sobre todo porque somos un grupo que ha roto la barrera del espacio y el tiempo: el primer grupo de los 80 que todavía sigue tocando. Pero en aquella época nos hizo mucho daño. Éramos gente muy joven, no teníamos un gran apoyo mediático, ni una compañía que se volcara con nosotros, ni siquiera un mánager importante. Estábamos muy expuestos a la opinión y los prejuicios. Y con esa separación nos metieron en un saco de los ‘babosos’ con Nacha Pop, Mamá, Cadillac… Grupos que tan solo intentábamos sonar un poquito afinados.

Siendo muy jóvenes tuvieron que encajar un duro golpe, la muerte de Canito, batería de su grupo pre-Secretos, Tos.

(Álvaro) Eso inicialmente destruyó cualquier intención de continuar. Lo que pasó es que montamos una despedida a Canito en el Colegio Universitario, y fueron la radio y la tele, y Gonzalo Garrido, de Onda Dos, anunció que estábamos buscando batería. Le dimos permiso para que lo dijera. En un mes y medio teníamos tres o cuatro que se habían ofrecido, y el último, Pedro Antonio Díaz, nos dejó patidifusos: cantaba y componía. Con él dimos un gran salto de calidad. En adelante, cada vez que nos ha pasado algo parecido ha habido un revulsivo. Cuando murió Pedro, en el 84, estuvimos dos años en el dique seco, pero el revulsivo se llama Ramón Arroyo, Jesús Redondo… ¿Qué mejor revulsivo que montar una banda con músicos que te encantan?

¿Sufrir esas desgracias puede condicionar el tono de una carrera e incluso el lenguaje musical? En Los Secretos siempre ha habido una melancolía.

(Álvaro) Es posible. En mi adolescencia, cada dos años se moría alguien muy querido: un abuelo, el otro, luego Canito, compañero del colegio y amigo íntimo. Ibas pensando “a lo mejor la vida es así”. Luego, el lenguaje de mi hermano [Enrique] estaba marcado por músicas con sentimiento: el blues, el bolero, la ranchera… Músicas que no te hablaban de irte de fiesta.

Compusieron con Sabina ‘Ojos de gata’, que él convirtió luego en ‘Y nos dieron las diez’.

(Álvaro) Él formaba parte de un universo que admirábamos mucho, el del canto puro y duro, tipo Aute, con canciones bonitas y letras con mucho contenido.

(Ramón) Escuchábamos mucho a Dylan, y a Cohen. La canción perfecta.

(Álvaro) Ahora, si coges la lista de ventas, desde Ed Sheeran hasta quien quieras, lo que más vende es tipo “you’re the one I love, I miss you, hold my hand…” Estoy generalizando, pero estos estándares están muy aceptados en el mundo anglosajón: artistas que ponen la voz a un volumen bajo y dicen esbozos de palabras rimbombantes sin significado.

"La creatividad a veces va unida a un sufrimiento vital"

Ramón Mirabet

Ustedes han querido explicar historias.

(Álvaro) La culpa la tiene mi hermano Enrique. Yo no me pondré ese mérito. Él tenía ese amor por la ranchera, por el mensaje sencillo, de pocos adjetivos y muy sentido.

Enrique falleció el 17 de noviembre de 1999, otra sacudida trágica para el grupo. De nuevo, ese contraste entre su estilo pulcro, sensible y emotivo, y ese fondo ‘heavy’ con consumo de drogas.

(Ramón) Un caso como el de James Taylor, con sus canciones sensibles de guitarra y que estuvo a punto de morir por sobredosis. La creatividad a veces va unida a un sufrimiento vital.

(Álvaro) Y a una debilidad. Cuanto más frágil eres, más fácil es transmitir esa fragilidad en las canciones  y que la gente se sienta identificada con esos textos y esa forma tierna de cantar. Nosotros hemos tenido que lidiar con un cliché: “sois muy tristes”. Bueno, ¿en comparación con quién? ¿Qué estamos haciendo mal? Íbamos a una televisión y oías al realizador: “Esas caras, ¡más alegres!”. Como si al salir un grupo jovencito en televisión tuviera que ser todo “ja, ja, ja”. Pues no: cantamos unas canciones que son así. En 1983 nos metieron en el ‘Un, dos, tres’, con Olé-Olé, Vídeo…, grupos de techno-pop que vestían trajes con hombreras y tal. Cuando nos toca a nosotros, Ibáñez Serrador suelta: “A ver, ¿por qué no se han vestido todavía estos chicos?”. Y nosotros: “No, no, si no tenemos más ropa, hemos venido así”.

Después de la muerte de Enrique hubo un ‘impasse’. ¿Estuvo el grupo en peligro?

(Álvaro) Mi hermano Enrique y yo habíamos hecho discos en solitario, pero después de vender 250.000 discos del ‘Grandes éxitos’ fuimos conscientes de que lo que nos daba identidad, nombre, fama e ingresos eran Los Secretos. Y cuando la muerte le sorprendió, Enrique trabajaba en canciones para el grupo. Los discos en solitario son para darte un gustazo, pero se venden poco. Este negocio es así: manda la marca. Pregúntaselo a Radio Futura, que nunca entendí porque se separaron, a Los Rodríguez, o a Nacha Pop. Fuera de España, lo normal es que los grupos aguanten, incluso con muertos a sus espaldas: AC/DC, Manic Street Preachers… Lo raro es que en España de los 800 grupos que podían estar vendiendo discos ahora no queden más que dos o tres. Nosotros nunca nos hemos permitido ese lujo.

Fito de la Parra, de Canned Heat, decía una vez a este diario, con su humor negro mexicano, que “los mejores grupos son los que tienen más muertos”.

(Ramón) Ellos tenían unos cuantos (risas), ¡como Bob Hite, ‘El Oso’! En su libro de memorias se ve el desmadre que vivió aquella generación. Santana decía que de Woodstock no se acuerda de nada. Joe Cocker confesaba que cuando salía a cantar la gente le ofrecía pastillas, ¡y que se las tomaba todas sin saber qué eran!

"Pasé una época en la que todo lo que hacía parecían canciones protesta. A una quería llamarla 'Dinero y  corrupción'. La tiré a la basura"

Álvaro Urquijo

En su encarnación actual, ¿Los Secretos vive su etapa más estable?

(Álvaro) Posiblemente. De los errores se aprende. Nos hemos unido más porque al faltar tu líder y cantante, si no cierras filas lo tienes mal. Yo me sentí fatal, me sentía un usurpador, no creía que debiera estar ahí cantando las canciones de mi hermano. Pero la gente venía a los conciertos y había un respeto a su memoria.

(Ramón) La estabilidad te la da la gente. Te das cuenta de que lo que haces tiene cierta importancia porque hay un público que lo escucha y quieres darle lo mejor.

Hace un par de años, Álvaro, nos confesó que había pasado una crisis de composición.

(Álvaro) Es verdad, estaba muy enfadado con el mundo. Pasé una época en la que todo lo que hacía parecían canciones protesta: a una quería llamarla ‘Dinero y corrupción’. Imagínate, una canción de Los Secretos con ese título… La tiré a la basura.

¿Les ha influido el clima político y económico de estos años?

(Álvaro) Es que en la música nos han pegado dos veces: la crisis financiera y la digital. En el 2006 vendíamos decenas de miles de discos y en el 2009 eran unidades de millar. Y de los dos últimos discos, si hago cuentas, daría para pagar una cena de diez personas, nada más. Pero ya estoy más contento, componiendo canciones. Esperamos poder sacar un disco en poco tiempo. En esa época me enfadé también conmigo mismo, exigiéndome un nivel. Eso le pasa a mucha gente, he hablado de ello con Manolo García, con Fito Cabrales, con Mikel Erentxun… Eso de enfadarte con tu propia obra, “esto es una mierda”, y luego lo oye alguien y te dice que no lo es.

Inseguridad.

(Álvaro) Y querer hacerlo lo mejor posible. No me creo ningún genio, pero soy parecido al resto de la gente, y si algo me gusta a mí puede que guste a muchas más personas.

Actúan en el Auditori del Fòrum. ¿Qué representa esa gira de aniversario?

(Álvaro) Es una gira de agradecimiento, de sacar un montón de canciones del cajón de los recuerdos y hacer un ‘show’ más ensayadito. Y quisiera hacer un disco en el 2019, aunque hoy la gente no escuche discos enteros sino que pica canciones o hace sus listas de reproducción.

(Ramón) Pero a nuestro público siguen gustándole los discos. Eso está bien.