ENTREVISTA

José Ignacio Lapido: "Hay una infantilización de la sociedad"

El que fuera líder de 091 regresa con 'El alma dormida', un disco que presenta en Apolo dentro del festival Guitar BCN

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Jordi Bianciotto

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Tras la gira de reunión de 091, José Ignacio Lapido retoma su carrera en solitario con una obra, ‘El alma dormida’, que combina miradas al entorno social con ejercicios de introspección y miradas trascendentes. Lo presenta este viernes en La 2 de Apolo (21.00 horas), dentro del Guitar BCN.

“Cuidado, algo suena y nadie sabe qué es”, nos advierte en la canción que abre el disco. Parece que la euforia de la gira de 091 no le ha privado de su conocida mirada escéptica. La gira fue muy bien, sí, pero el escepticismo siempre está flotando en mis canciones. Aunque es un escepticismo en cierta manera positivo. No me abandono al nihilismo. Intento darle un toque irónico, un matiz, un rayo de esperanza. Siempre dejo la puerta abierta, aunque el mundo en el que vivimos no dé pie a hacer grandes cantos al optimismo.

En esa canción, ‘¡Cuidado!’, ironiza con los “letreros luminosos” que anuncian el futuro. Va de estar alerta ante lo engañoso que pueda ser el brillo de la modernidad, de los tiempos que corren, que pensamos que pueden hacernos más libres pero que pueden estar creando una nueva esclavitud en el plano mental. Hablo de hacer un ejercicio de libre pensamiento ante los mensajes del poder.

En ‘La verdad oficial’, plantea dudas sobre los discursos mediáticos. Sí, sobre esa pluralidad que no sé hasta qué punto es efectiva, considerando que los medios están en manos de grandes corporaciones y tienden a unificar el mensaje. Es misión nuestra estar alerta ante eso.

Por otro lado, sobrevuela el disco la pérdida de su madre. Sí, el título sale del poema de Jorge Manrique ‘Coplas por la muerte de su padre’. Mi madre falleció en septiembre del 2016 y me vino a la mente ese poema clásico, estableciendo cierto paralelismo entre lo que escribió Manrique y lo que yo tenía que contar en esas circunstancias.

Una elegía escrita en el siglo XV. La aprendí casi de memoria cuando iba al instituto y las cosas que lees de joven son las que más te marcan el resto de tu vida. Lo mismo que los discos, que te quedan en el subconsciente. La literatura me interesa, aunque cuando empecé a escribir canciones no tenía una excesiva vocación narrativa. Los que hacemos rock’n’roll nos metemos en esto porque nos gusta la música. Es más tarde cuando te das cuenta de que en una canción la letra es el 50%, y y lo asumes un poco por obligación.

"Las cosas que lees de joven son las que más te marcan el resto de tu vida. Lo mismo que los discos, que te quedan en el subconsciente"

Más que la muerte, en el disco aparece la idea de la inmortalidad. Sí, el paso del tiempo y lo que los latinos llamaron ‘tempus fugit’, el preguntarte dónde estarán los seres queridos.

¿Piensa en dejar una huella para la posteridad cuando hace una canción? No, aunque quizá sea cierto que nuestras obras nos sobrevivan (ríe). Pero las canciones son un reflejo de tu personalidad y en mi caso está la realidad que me rodea, así como las emociones y sentimientos, y luego una parte que es más de sueños. Mis letras tienen un componente importante de surrealismo.

A lo suyo se le puede llamar rock adulto, aunque actualmente ya quizá todo el rock lo sea. Efectivamente, el género ha envejecido y no es como en los años 50 o 60, que era más primario o escorado hacia la celebración del hedonismo. Gente como Dylan, Reed o Young, con la influencia de la poesía beat o de los simbolistas franceses, lo hicieron madurar. Hay una larga tradición y todos somos eslabones de una cadena. Y a lo mío no se le puede llamar rock quinceañero por motivos obvios. Estamos en un proceso de infantilización de la sociedad y los temas que toco son universales de la literatura.

¿Infantilización? Sí, con las redes sociales y todo eso. Con la economía de espacio para lanzar mensajes se tiende a simplificar las cosas y a sobrevalorar lo inmediato, y las cosas a veces necesitan más espacio y más tiempo, y no todo el mundo está dispuesto a eso.

¿Siente que canta para una generación, para quienes han crecido en el imaginario del rock? Supongo, aunque cuando uno hace música no se plantea eso. Cuando hago una canción lo primero que intento es autosatisfacerme, pero uno tiene la edad que tiene y ha bebido de las músicas que ha bebido. Y en el rock no hay renovación generacional. En los 60, 70…, había una cada cinco o seis años, y ahora… El rock ya no es el faro generacional que fue. Eso es una realidad.

"En el rock ya no hay renovación generacional. El rock ya no es el faro generacional que fue. Eso es una realidad"

¿Cuáles fueron aquellos primeros discos de los que hablaba antes? Los que íbamos comprando mi hermano y yo: Kinks, The Who, los Beatles, los Stones, los Animals… Luego gente como Creedence Clearwater Revival, Bob Dylan, Jimi  Hendrix… Y el punk y la new wave fueron también influencias importantes.

Sus discos son en solitario pero con banda, no con colaboradores cambiantes. Sí, y en este aún he dado más protagonismo a los músicos: Raúl Bernal, pianista, y Víctor Sánchez, guitarrista, han trabajado duro coproduciendo el disco conmigo y se nota. Es la misma gente que toca luego conmigo en los conciertos. Aunque el disco salga por mi nombre hay un trabajo de banda detrás.

Siempre ha vivido en Granada. Sí, aunque en los 80, 091 pasábamos temporadas cortas en Madrid porque los discos los grabábamos allí.

Mientras grupos granadinos como Lagartija Nick o Los Planetas se han acercado al flamenco, usted se ha mantenido apartado. Respeto mucho el flamenco, conocí a Enrique (Morente) y a otros cantaores y guitarristas, pero ese mundo lo veo lejano a mi lugar en la música. Mi tradición está en el rock y en el blues.

¿Alguna de sus nuevas canciones es un reflejo de las vivencias de la gira de reunión de 091? No lo creo. Las últimas que hice, ya después del ‘tour’, creo que fueron ‘Lo que llega y se nos va’, ‘No hay prisa por llegar’ y ‘Dinosaurios’, y ninguna de ellas relata lo que pasó durante ese año de gira.

¿Cómo calificaría ese año? Como asombroso, por la acogida que tuvo. Nosotros nunca fuimos una banda de éxito, no participamos de la explosión que hubo con los grupos españoles. Y luego estuvimos 20 años desaparecidos. Que la gira fuera tan bien resultó sorprendente. A estos niveles no lo esperábamos. Nos dimos cuenta de que el tiempo había sido benévolo con muchas de las canciones. Esa fue una de las razones del éxito de la gira.

El repertorio de 091, ¿vuelve ahora al congelador? Este año no cantaré material de 091, no veo la razón de hacerlo cuando hemos estado un año entero juntos tocando esas canciones. En Apolo, el grueso serán las del nuevo disco, que tocaré casi entero, y piezas de trabajos míos anteriores.