ENTREVISTA

James Ellroy: "Jamás me había caído tan bien la gente como ahora"

El legendario escritor norteamericano recibe el Premio Carvalho en BCNegra

El escrito de novela negra James Ellroy, en el Palau de la Virreina.

El escrito de novela negra James Ellroy, en el Palau de la Virreina. / periodico

Elena Hevia

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Este grandullón imponente con aspecto de viejo marine es James Ellroy, el mejor escritor de novela negra norteamericano, cuando no uno de los grandes sin etiquetas. De ahí su narrativa endemoniada que escupe frases a ritmo de ametralladora y su plan de hacer el retrato mayúsculo de la historia de su país en la primera mitad del siglo XX. A Ellroy, cuando se presenta ante la prensa en modo escritor maldito,  siempre le ha gustado montar el espectáculo. Poner cara de loco salvaje, proclamar a voz en grito que es el más grande, soltar tacos en tropel y alardear de su pasado, de cuando de jovencito merodeaba por las casas para husmear la ropa interior de las vecinas, de sus largos años de variadas adicciones o de sus explosivas peleas con sus novias; amén de la herida primordial que arrastra por la violación y asesinato de su madre, la bella pelirroja.

Pero el que acude a esta cita es otro Ellroy, alguien más reflexivo y pacífico, un hombre que ha visto el horror del mundo y ha conseguido salir renovado y más o menos indemne. Y aunque a lo largo de entrevista se espera que el autor ponga una nota de color con alguna salida de tono, la conversación transcurre en armonía.

Quizá no hay otro libro mejor para celebrar el Premio Carvalho que recibe este jueves, que la reedición de 'Mis rincones oscuros' sobre la violenta muerte de su madre.  Sí, es el gran punto de inflexión de mi vida. Cuando escribí esta memoria me quedó la sensación de que no le había hecho justicia porque no soy un escritor de ese tipo. Mi lenguaje es el de la novela y solo en ella soy capaz de ir más allá en mi talento como escritor.  De ahí que en mi última novela publicada, 'Perfidia', aparezca una pelirroja alta a la que un hombre persigue en vano. Pues bien mi próxima novela, 'Esta tormenta', que aparecerá en septiembre en Estados Unidos, estará protagonizada por ella, por mi madre, a la que asesinaron en junio de 1957 cuando yo tenía 10 años y a la que resucitaré en diciembre de 1941 en Los Ángeles. Eso es todo un arco temporal entre la autobiografía y la ficción.

En el libro, crónica de la investigación que usted realizó en 1995, no se llega a ninguna conclusión respecto al asesinato. Un amigo periodista me contó que había visto el expediente de la muerte de mi madre preparando un artículo sobre homicidios no resueltos en el valle de San Gabriel. Cuando pude verlo sentí que nunca iba a descubrir al asesino, que el libro no iba a ser eso sino un reconocimiento tardío a mi madre. Sé que mientras esté vivo no voy a encontrar al asesino de mi madre.

¿Siente que aquel libro marco un antes y un después en su obra?  Mientras lo escribía tomé muchas notas sobre cómo me encontraba desde el punto de vista personal y espiritual. De ahí que cobrara más conciencia del lenguaje. A medida que me hago viejo voy cobrando más habilidad en la escritura. Pero aquel libro para mí fue un viaje desde la oscuridad hasta el autoconocimiento. Tuve la sensación de que estaba floreciendo como escritor, que mi conciencia sufría una explosión.

¿Puede decirse que su madre y su desaparición son la clave para entender su vida y sus libros? Yo pertenezco a mi madre, y no puedo decir lo mismo de mi padre. Mi carácter se parece mucho más al de ella, ambos somos frágiles aunque nos muevan grandes impulsos y nos dejamos arrastrar fácilmente por las desgracias. Hoy estoy en Barcelona y mi madre estaría a punto de cumplir 102 años. Nunca dejo de pensar en ello.

Es curioso que se defina como frágil, no parece un adjetivo que le cuadre al duro Ellroy. Entonces lo era más. En aquella época de mi vida era muy consciente de la gracia divina.

"La idea de la redención marca todos mis libros que a grandes rasgos versan sobre las consecuencias del pasado y el coste horrible que tiene la dejación de las responsabilidades personales" 

¿Y ahora no? Sí, soy una persona religiosa. Es algo importante en mi vida. La idea de la redención marca mis libros que a grandes rasgos versan sobre las consecuencias del pasado y el coste horrible que tiene la dejación de las responsabilidades personales. Dostoievski dijo que "donde no hay Dios todo está permitido". Así que la gente paga constantemente por sus errores en mis libros.

Le veo muy moralista. Sí, soy un moralista. No me preocupa no serlo.

De todas formas, a menudo se le confunde con ese personaje tremendo que usted mismo ha creado. ¿Por qué le gusta asustar a los periodistas? La escritura de mis novelas suele durar unos dos años. Dos años en los que estoy encerrado y cuando acabo soy como el perro al que le quitas la corre y corre a perseguir gatos. Ese soy yo y cuando conozco a la gente que lee mis libros me embarga una exuberancia brutal. Pero es verdad, creo que a veces esa naturaleza ha podido distorsionar la seriedad de mis libros.

"Es verdad que mi naturaleza exuberantemente brutal ha podido distorsionar la seriedad de mis libros" 

Se espera que sea usted el Perro Diabólico. Sí, alguien con cuernos [Ríe estrepitosamente].

En sus ficciones, el amor y el sexo adquieren un carácter volcánico. Sus personajes masculinos tienen relaciones enloquecidas e intensas. Creo que todos los dramas se basan en la ecuación un hombre conoce a una mujer.

En sus memorias cuenta como todas sus relaciones sentimentales han producido cambios en su vida. En el fondo es un romántico, a su manera. Estoy de acuerdo. Yo crecí en un momento en que las ideas de lo caballeresco chocaban con la conciencia de una nueva conciencia sexual. A mí me gustaba aquella revolución pero también tuve mis recelos y eso aparece en todas mis novelas.

¿Se puede decir que su ciudad natal, Los Angeles, es la gasolina de sus historias? Yo no sería el narrador que soy si no hubiera crecido en Los Ángeles. La geografía es el destino. Nací con el auge del cine negro y su epicentro era Hollywood. Me alegro de haber vuelto a escribir sobre mi ciudad.

¿Tiene alguna teoría sobre el origen de ese estilo suyo en el que menos es más? Me gusta la idea de contar una historia a gran velocidad y con extrema dureza. Suelo establecer un esquema previo, con unos detallados resúmenes,  de todo lo que voy a contar. Hilvanar frases muy directas, aliteraciones, insultos raciales, el uso del yiddish, el lenguaje de los músicos de jazz y las típicas blasfemias de cualquier estadounidense. Todo vale.

Creo que en dos meses cumplirá 70 años. [Suelta un aullido que se diría, de placer, porque acaba riendo]

¿Qué cosas buenas le ha ofrecido la edad a la hora de escribir? Me ha enseñado a centrarme en lo importante. Jamás tuve una gran admiración por la especie humana, pero en los últimos tiempos todo ha cambiado. Jamás me ha caído tan bien la gente, me siento a gusto con las personas. Me sorprende haberme convertido en alguien tan profundo.

¿Y en ese cambio tiene algo que ver alguna mujer? Sí, Helen Knox [su segunda mujer, que le echó a patadas de casa hace diez años y con la que ha regresado después de una larga relación con la escritora Erika Schickel]. Ahora se me pueden enseñar cosas y ya no reacciono tan mal como antes.

"Cualquier hombre que sea acusado de abusos sexuales debe ser juzgado y castigado duramente si es culpable y absuelto si es inocente"

Creo que votó usted a Obama y más tarde a Trump. ¿No es eso una contradicción?  ¡Vaya! estaba convencido de que no iba a hablar de política pero puedo comentar eso en abstracto sin hacer público a quién voté. Creo que no es contradictorio. Sencillamente han sido los candidatos más radicales en las dos elecciones en las que se presentaron.

Usted nunca tuvo el favor de las feministas. ¿Qué opina del movimiento #MeToo? La única respuesta cuerda que puedo dar es que deseo que cualquier hombre que haya sido acusado pase por el juzgado, tenga un juicio justo y sea castigado duramente si es culpable, y absuelto si es inocente. Pero ahora mismo no sé qué acusaciones son verdad. El tema de los abusos y el acoso sexual es universal. Siento que muchas de las situaciones que se muestran en los medios de comunicación están cargadas de ambigüedad.