LA HISTORIA DE UN LIBRO MALDITO

'Mein Kampf', la biblia de Hitler

Interior de una edición original de 'Mein Kampf', de Hitler.

Interior de una edición original de 'Mein Kampf', de Hitler. / periodico

ANNA ABELLA / BARCELONA

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Tras leer ‘Mein Kampf’ (‘Mi lucha’), el escritor Reinhold Schneider anotaba en su diario, en 1934, sobre su autor: “Es un demagogo que se tiene a sí mismo por un genio. (…) Y experimenta un profundo odio”. En su ‘biblia del nacionalsocialismo’, cuya reedición ha estado proscrita en Alemania desde 1945 hasta el pasado 31 de diciembre, Adolf Hitler cimentaba ya desde 1925 el horror nazi que pronto desataría: “Tenemos que luchar para asegurar la existencia y el incremento de nuestra raza y de nuestro pueblo, (…) la conservación de la pureza de su sangre”; “Debe velar por que solo tenga hijos quien esté sano, ya que solo existe una vergüenza: traer hijos al mundo a pesar de las propias enfermedades y taras”; “Es imprescindible impedir la unión de seres cualitativamente superiores y seres cualitativamente inferiores y lograr la plena victoria de los primeros. El más fuerte debe imponerse y no mezclarse con el más débil”. Pero es el antisemitismo el elemento omnipresente en las 780 páginas de ‘Mi lucha’. De insultos a párrafos completos, hay casi 600 expresiones nacidas del odio a los judíos, quienes con una “pestilencia intelectual, peor que la peste negra de antaño”, son un peligro que “está minando la supremacía natural del ario”, alertaba el artífice del Holocausto.  

POLÉMICA EDICIÓN CRÍTICA

De analizar el contenido del infausto texto, pero también de explicar, contextualizar y desmitificar todos los aspectos que lo rodearon, se encarga el historiador y jefe de redacción de ‘Die Welt’ Sven Felix Kellerhoff (Stuttgart, 1971) en ‘Mi lucha. La historia del libro que marcó el siglo XX’. Lo publica Crítica este martes, coincidiendo con la primera, y polémica, edición crítica de ‘Mein Kampf’,primera, y polémica, edición crítica de ‘Mein Kampf’ recién publicada en Alemania al expirar los derechos de autor que desde el suicidio de Hitler, hace 70 años, poseía el Estado de Baviera, que había velado para evitar que el panfleto nazi volviera a las librerías siendo usado como arma ideológica en lugar de como fuente de estudio histórico. De él, hasta 1945, se habían impreso 12,4 millones de ejemplares. “No fue un éxito de ventas no leído”, recuerda el periodista: uno de cada cinco alemanes lo había leído total o parcialmente, la mayoría, según un sondeo de 1946, de clase alta y con estudios universitarios. 

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“Los historiadores han sido y son prácticamente unánimes”, comparte Kellerhoff, al exigir que se edite ‘Mi lucha’ con un comentario crítico, del que se ha encargado con rigurosidad un equipo dirigido por Christian Hartmann, del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich, en dos tomos (2.000 páginas, 3.500 notas), cuya primera edición, de 4.000 ejemplares, ya agotada, se ha quedado previsiblemente corta. “Es urgente desmitificar la obra de Hitler”, añade, porque “las autoridades bávaras, en lugar de quitarle importancia, estaban alimentando el mito”.      

UN LIBRO MUY MALO

“’Mi lucha’ es, sin duda alguna, un libro malo. Muy malo, incluso”, pero pesa más la idelogía y su efecto en el lector. “Libro caótico y  sumamente repetitivo”, “mezcolanza de autobiografía, prejuicios antisemitas y mensajes de odio”, Hitler escribió el primer volumen él solo a máquina (una Meteor, luego una Remington), con muchas erratas y errores, en sus privilegiadas estancias de la prisión bávara de Landsberg, en 1924, donde cumplía condena por el intento de golpe de estado -el Putsch- de Múnich. Kellerhoff desmonta el mito de que se lo dictara a su colega Rudolf Hess. Hess, eso sí, le escuchaba y revisó las galeradas. Lo publicó la editorial del partido, Eher, el 18 julio de 1925. La segunda parte la redactó, y dictó a una secretaria, en 1926 en una cabaña de montaña de Berchtesgaden. Hoy está accesible en internet, en ediciones extranjeras, en librerías de segunda mano, pero pocos hoy, apunta Kellerhoff, pueden juzgarlo por haberlo leído.      

Hitler deja claros dos aspectos: “su antisemitismo radical, con fantasías de aniquilación, y su sensación de estar llamado a asegurar un futuro al pueblo alemán a través de la conquista de espacio vital [el Lebensraum] en el Este, lo que se conseguiría tras lograr el anhelado (aunque nada realista) entendimiento con Gran Bretaña”, ante Francia, eterno enemigo. 

"EN BRAZOS DE LA DIOSA MISERIA"

Kellerhoff revela que Hitler, para “provocar un determinado efecto en su público”, miente y “falsea conscientemente la realidad” según le conviene. Habla de una infancia y juventud “en brazos de la diosa miseria”, a lo que el líder nazi atribuye la “inflexibilidad” de su carácter y su “voluntad para resistir”; en realidad su familia, aunque modesta, no era “en ningún caso pobre”. Un joven Hitler hereda dinero y patrimonio al morir de cáncer su madre viuda (su padre fue funcionario con pensión), pero entre 1909 y 1910 se lo gasta todo en “visitas a las óperas y cafés” de Viena, ganándose la fama entre sus parientes de “tipo sin oficio ni beneficio, que evitaba cualquier trabajo con el que ganarse el pan”. “Él mismo se busca la miseria”, afirma el historiador. Y duerme en albergues sociales, pintando mediocres postales para venderlas. “No tuve más amigas que la preocupación y la miseria –‘llora’ Hitler-, ni más compañera que un hambre eternamente atroz”.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"Fraude fiscal","text":"\u2018Mi lucha\u2019 debi\u00f3 de reportar a Hitler al menos un mill\u00f3n de marcos al a\u00f1o por derechos de autor, estima Kellerhoff, que da cuenta de sus artima\u00f1as para evadir impuestos y su lucha con la Agencia Tributaria de M\u00fanich, irritada porque con el anticipo del libro, el l\u00edder nazi se compr\u00f3 un Mercedes de lujo. Aunque se hab\u00eda vendido bien, no fue hasta 1933, cuando lleg\u00f3 a canciller, que el libro se convirti\u00f3 en \u2018best-seller\u2019, multiplicando ediciones (de lujo, popular, en papel biblia para que los soldados lo llevasen en la mochila\u2026). No era obligatorio en las escuelas (s\u00ed en las Juventudes Hitlerianas), pero se convirti\u00f3 en regalo de bodas de algunos registros civiles. \u00a0"}}

"El autor, que busca sus no citadas fuentes, como el clásico antisemita ‘Los protocolos de los sabios de Sión’ o los “inspiradores” textos del no menos antisemita Henry Ford, del que el 'führer' tenía un retrato en su despacho, también desmonta su supuesta heroica y épica experiencia en la primera guerra mundialexperiencia en la primera guerra mundial, donde en realidad solo participó en un combate. En ‘Mi lucha’ da “la impresión de que ha vivido el horror de las batallas durante cuatro años”.

"El ensayo también busca los orígenes de su odio a los judíos, a quienes culpa de la derrota alemana en la gran guerra. Según Kellerhoff, fue entre mayo y septiembre de 1919 cuando se convirtió en antisemita convencido dejando por primera vez constancia escrita. No una década antes, como afirma Hitler, falseando la realidad. Nadie recuerda en Viena ni en la guerra esa hostilidad, incluso tuvo un par de amigos judíos y judío era el alférez Hugo Gutmann, que intercedió para que le dieran la Cruz de Hierro. “Confesarlo habría sido humillante”, resume Kellerhoff. 

Entre otros críticos de la época, Schneider, que reconoció el “instinto” de Hitler para manejar a las masas con su “fanatismo permanentemente renovado”, confiaba en 1934 “en la capacidad del pueblo alemán para detectar el callejón sin salida en el que se estaba metiendo”. Como concluye Kellerhoff, “se equivocaba”.