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El perreo feminista

Dulceida, en pleno 'Inmyfeelings Challenge'

Dulceida, en pleno 'Inmyfeelings Challenge' / periodico

Hace unos días salió por la tele una mujer que daba clases de twerking feminista. Según ella, el perreo es una vieja danza africana que ha sido absorbida por el consumismo occidental y desprovista de su capacidad de empoderamiento femenino. No pude evitar ponerme en modo Belén Esteban y espetarle a la pantalla, "¡¿Perdoooonaaaa?!". No alcanzo a ver la relación entre el twerking y el feminismo, aunque me hubiese encantado ser Robin Thicke el día en que Miley Cyrus decidió frotarse el trasero contra sus pelotas. Yo diría que lo de menear el culo para seducir al macho de la especie es algo que se ha hecho, se hace y se hará hasta el fin de los tiempos, dada la atracción natural que sentimos los hombres por las nalgas de las mujeres. Estamos hablando, lisa y llanamente, de sexo, aunque no descarto que yo sea un carcamal incapaz de entender el empoderamiento femenino, aunque lo tenga delante de las narices. Toda la vida pensando que el empoderamiento de marras consistía en llegar a general del ejército o a presidenta de Hewlett Packard y ahora resulta que basta con mover el trasero de forma sugerente.

Menear el culo para seducir al macho de la especie es algo que se ha hecho, se hace y se hará hasta el fin de los tiempos

También pensaba que un influencer podía serlo Stephen Hawking, pero parece que no porque nadie entendía de qué hablaba ni pillaba sus conclusiones sobre el universo. Influencers son chicas como Laura Escanes Dulceida, que recomiendan a sus seguidoras las canciones que tienen que escuchar o los trapitos que deben comprar (salvo Esty Quesada, alias Soy una pringada, que es de traca). A veces publican libros que recogen sus perlas de sabiduría y que se venden como churros (véase el caso de Piel de Letra, de la señora de Mejide) porque nadie lee ya clásicos del género como El libro rojo de Mao Tse Tung o Camino, de monseñor Escrivá de Balaguer (San Josemaría en el Más Allá), que no eran más que sendas antologías de simplezas, perogrulladas y epifanías de chichinabo para rojos recalcitrantes o miembros del Opus Dei.

El último hallazgo de Laura Dulceida consiste en esa mezcla de perreo y peligro para la circulación viaria conocido como el Inmyfeelings Challenge, imitado ya por miles de sus admiradoras. Consiste en bajarse del coche, dejar la puerta abierta y ponerse a bailar mientras canta Drake y te graba el conductor. No se me ocurre una muestra más radical de empoderamiento femenino.