Muchas gracias, Moll
Las iniciativas culturales, una vez clausuradas, no vuelven a brotar
Jaume Subirana
Profesor de la UPF y escritor.
JAUME SUBIRANA
Cuando pusieron en marcha el portal Lletra, una de de las primeras páginas fue (para sorpresa de algunos) la del Aplec de Rondaies mallorquines d'en Jordi des Racó, recopiladas por mossèn Antoni M. Alcover en colaboración del menorquín Francesc de Borja Moll. La continuación de esta obra fue uno de los gérmenes de la fundación en Palma, en 1934, de la Editorial Moll, que también se hizo cargo del otro gran monumento balear de la lengua catalana: los dos volúmenes del Diccionari català-valencià-balear. Yo no sé quien lee hoy las Rondaies…, ni quien pasa las páginas del DCVB con la delectación con la que yo lo hacía en casa de los padres de un compañero de estudios, pero sí sé que con obras como ésta la dignidad de una lengua y de un pueblo es más difícil de menospreciar y tiene más posibilidades de recuperarse.
El proyecto de Editorial Moll, hundido ahora por la lógica del mercado, proviene de (y se entiende en) una época en la que el trabajo de editor tenía que ver con recuperar, documentar y difundir la lengua y la cultura propias. La figura de Moll es un buen ejemplo de la suma de esfuerzo particular y fe en lo que se hace. Su nombre (como tantos autores en el catálogo: Bonet, Llompart, Sanchis Guarner, Villalonga) muestra claramente lo que perdemos. También un tiempo del que venimos con nulos recursos públicos y máxima implicación privada. El problema es que las celebraciones se pueden restituir cuando vuelva a haber dinero (si es que vuelve a haberlo); las iniciativas e instituciones culturales, en cambio, una vez clausuradas no vuelven a brotar y dejan un surco como cuando arrancas aquellos arbustos con raíces mucho más grandes que las ramas a la vista. Les illes d'Or, Raixa o Els Treballs i els Dies son títulos que resuenan para los filólogos. No dejarán de hacerlo porque Editorial Moll cese su actividad, pero sí alcanzan la paradójica fortaleza de las cosas pasadas: inalterables ya e inabarcables. De nosotros depende que existan en el futuro y que sean (seamos) dignos de ellas.
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