UNA COMEDIA AMARGA

Dos en un sofá

Àlex Rigola lleva a la escena 'Marits i mullers', basada en la película de Woody Allen El montaje se estrena el miércoles en La Villarroel

Andreu Benito, Sandra Monclús, Mònica Glaenzel y Joan Carreras.

Andreu Benito, Sandra Monclús, Mònica Glaenzel y Joan Carreras.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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Woody Allen diseccionó los problemas de las parejas que llevan años arrastrando su convivencia en su película Maridos y mujeresÀlex Rigola (Barcelona, 1969), uno de los directores escénicos con más proyección internacional, ha adaptado en Marits i mullers esa comedia amarga. La estrena en La Villarroel con una original puesta en escena, en la que el público, además de sentarse a ambos lados del escenario central, podrá acomodarse en alguno de los sofás que utilizan los actores. Estos delimitan el espacio y casi son el único elemento escenográfico. «El público será como un psicoterapeuta pasivo mientras los personajes se abren y cuentan lo que les ocurre», explica Rigola. Él vio el filme hace más de 20 años. «Entonces no quise saber nada de este tipo de historias. Pero hoy corroboro que la vida es tal cual. Lo que cuenta Allen era tan válido entonces como ahora».

 

Rigola triunfó en Madrid en el 2013 con una primera versión de la obra en castellano, estrenada en co-producción con el Teatro de la Abadía. En La Villarroel contará con un nuevo reparto. Andreu Benito interpreta al escritor y profesor de literatura (Woody Allen en el filme) cuyo matrimonio con Mònica (Mònica Glaenzel) empieza a desmoronarse tras conocer la noticia de la separación de Joan (Joan Carreras) y Sandra (Sandra Monclús). Completan la producción Lluís Villanueva y Mar Ulldemolins, que se despliegan en distintos personajes.

Woody Allen, que escribió, dirigió y protagonizó el filme, tuvo como pareja en la ficción a su entonces compañera en la vida real Mia Farrow. El mismo año de su estreno, 1992, se destapó el escándalo de su relación con Soon-Yi, su hijastra, lo que provocó una agria separación de Mia Farrow. «A Allen la obra le sirvió de terapia pero creo que lo que cuenta nos afecta a todos. Seguro que la gente reconocerá algunas de las situaciones que explica», dice Rigola para quien el espectáculo trasciende el escenario. «Es divertido ver al público. Algunos van asintiendo con la cabeza, otros ríen pero también he visto a gente llorar». Y advierte: «Si estás en un momento debilucho de relación y lo quieres mandar todo a hacer gárgaras solo tienes que venir a ver la función. Es ideal. Invitas a tu pareja, te ríes, y después no hace falta ni ir a tomar un café».

 

El tiempo que erosiona

El tiempo que erosiona 

Muchas de las obsesiones del realizador nutren la historia: fidelidad, amistad, amor, sexo, deseo, procreación y, por encima de todo, la erosión del tiempo en las relaciones. Todo queda expuesto de una manera directa y divertida. «Es bastante obsceno porque no se suele hablar demasiado de como es el sexo 15 años después de estar en pareja. Son vivencias que te encuentras de golpe porque se comentan poco, ni siquiera a nivel familiar o de colegas», reflexiona Rigola. «Es el tipo de  cosas que cada uno vive como puede solo que a Woody Allen, cuando le pasó, aprovechó para ponerlo todo sobre la mesa, aunque de una forma solapada». 

El montaje es diferente al filme. «A veces puede ser muy Woody Allen pero hay escenas que nos han quedado más bergmanianas, otras recuerdan el cine de Cassavetes», comenta Rigola a quien no le ha resultado complicado trasladar la acción de Nueva York a Barcelona. «Lo interesante ha sido hallar el nexo de unión entre escenas, cómo pasar de un personaje a otro, o entre diversos estados emocionales». En Marits i mullers los actores están siempre en el escenario cuyo perímetro delimitan una decena de sofás de variados estilos. «El sofá es el espacio que mejor define a la pareja. En él uno se relaja, discute, explica cosas o incluso se evade con la lectura o la televisión». 

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