'Don Joan' seduce a los adolescentes

La moderna y rompedora versión del clásico de Molière enganchó a los estudiantes de 12 a 17 años que acudieron a una función escolar en el TNC

Los actores Manel Sans y Julio Manrique, con algunos estudiantes de figurantes, en una función escolar de 'Don Joan'.

Los actores Manel Sans y Julio Manrique, con algunos estudiantes de figurantes, en una función escolar de 'Don Joan'. / RICARD CUGAT

IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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Algunos entraron con el gesto de obligada resignación. Ni que fueran a aparecer tras el telón las temidas Matemáticas. Malas experiencias lo explican. “A mí no me gusta el teatro, prefiero el cine. Vi una obra en inglés y otra poética y no me gustaron nada. Bueno, tampoco me enteré”, se sinceraba un adolescente antes de someterse al yugo de ‘Don Joan’, el pasado miércoles en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC). Pero hubo sorpresa. La rompedora adaptación de la compañía La Brutal que firma David Selvas, con peleas, misterio y recursos de carácter cinematográfico, logró, al menos, un converso a la causa escénica. “¡Esta sí que mola!”, admitía cien minutos después ese alumno de la Escola Sant Joan Baptista de Barcelona.

Moló y divirtió -más la primera parte- a los estudiantes de 12 a 17 años de varios colegios de Catalunya que acudieron a una de las 34 funciones escolares programadas esta temporada por el TNC. ‘Don Joan’ les sedujo, coincidían todos, por la moderna recreación, su traslado a un hotel con tipos y palabras de hoy.

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Conocían las andanzas del mito -”un caradura muy liberal”- pero el estilo ‘cool’ de la propuesta les pilló desprevenidos. “Vimos una versión clásica de la obra de Molière y prefiero esta. Cuando los clásicos se actualizan y utilizan nuestro vocabulario nos impactan más”, razonaba Àlex, llegado con su clase desde Figueres y aficionado, este sí, al teatro. A su lado, Elizabeth corroboraba su tesis: “El toque contemporáneo le da mucha más proximidad y ayuda a entenderlo mejor. Es tan realista que te engancha mucho. Me ha gustado la ironía y el humor, los cambios de escena son impactantes y la elección del bar muy adecuada”. 

DE LAS RISAS AL MIEDO

Una veintena de privilegiados fliparon aún más cuando ocuparon como figurantes la escenografía en el primer acto. Sentados en las mesas del bar-restaurante vieron a un palmo de sus narices cómo el crápula Don Joan -Julio Manrique- iba de caza. En la platea, risas -especialmente sonoras cuando el conquistador retozaba por el suelo con la camarera (Nausicaa Bonnin)-; algunas miradas furtivas al cuerpazo de Anna Azcona y cuchicheos, que un profesor intentaba en vano silenciar.

Tras la comedia frívola y ágil, en la segunda parte el panorama de emociones cambió, paralelamente a la caída del dios. Asomó algún bostezo -“la escena del padre [Lluís Marco] me aburrió”, confesaba una joven- y luego prendió el miedo entre los más asustadizos. “Hay momentos que he sentido pánico, mucha tensión; el juego de luces y sonidos es genial. Me ha encantado, es la mejor obra que he visto”, decía Gemma superados los sobresaltos. “No me lo esperaba, creía que sería más aburrida”.

Ya se sabe, a estos hijos del mundo virtual el teatro les entra más por los ojos que por el oído. El suspenso se lo daban, claro, a los monólogos largos. “Son los pasajes más pesados y lentos, los que más costaban”, convenían dos alumnas del Institut Tarragona que, eso sí, halagaban al elenco: “¡Qué bien lo hacen todos!”.

Otro corrillo del mismo centro apuntó al más apropiado para opinar. “Pregúntele a Frankeli, él sí sabe de esto”. Y habló el tal Frankeli. “A mí el teatro siempre me sorprende y me parece más interesante que el cine. Los actores están en directo, sin trampa, si fallan lo ves, no pueden repetir. Se ve toda la verdad. Hay que tener mucho coraje y valentía para salir ahí”, argumentaba el chico, que valoró las “emociones” provocadas por el reparto y los efectos, y reveló una frustración: “Me gustaría ser actor pero no tengo la capacidad”.

Hablando de la trama, a decir de estos estudiantes el amoral conquistador abunda en estos tiempos. “Hay mucho sobradillo por ahí. Se pasan de tonillo”, aseguraban al unísono tres alumnas. “Y no solo ellos. Ellas también”, terció rápido el sexo opuesto. “¡Ahora hay también muchas donjuanas!”.