CRÓNICA

Diplo, más histérico que histórico

La sesión de Thomas Wesley Pentz ejemplificó todos los peores vicios de la escena EDM

DJ Diplo en el Sonar Village

DJ Diplo en el Sonar Village / periodico

Juan Manuel Freire

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Completo antónimo del concepto de DESPACIO, cuyas sesiones evolucionan lentamente e invitan a meterse dentro de la música, nadar dentro de ella, una sesión de Diplo es, en el 2018, el equivalente sónico y sensorial de ser aplastado por el pie gigante de Monty Python. Una vez. Otra más. Y otra y otra y otra hasta que más pronto que tarde se puede dejar de sentir nada.

Miembros de la vieja guardia clubber como The Chemical Brothers y los propios miembros de DESPACIO han mostrado públicamente su desdén por este tipo de eventos EDM, en los que no hay viaje en la mezcla, solo una sucesión de subidones y 'drops'. Era difícil aferrarse a alguna melodía porque enseguida aparecía otro de esos momentos bisagra casi distópicos. "¡Vamos allá!", gritaba Diplo con pasión poco creíble. Y otra vez ese pie gigante en la cabeza.

Nada que ver con aquella fiesta cálida, explosiva e inclusiva, que ofreció en el Sónar de 2013 con sus Major Lazer. De estos últimos recuperó, claro, 'Lean on', subiendo los bpm en exceso, quitando magia y sensualidad al megaéxito. Ni siquiera esperó a que llegara la línea de bajo de 'El coche fantástico' cuando recuperó el 'Mundian to bach ke' de Panjabi MC: sacrilegio en toda regla. Todo más histérico que histórico.