DIARIO DE UNA NIÑA SIN TELEVISIÓN (Y 5)

La cama de la abuela

A través del diario de una niña que aún no entiende el mundo adulto, la autora retrocede a sus veranos de infancia, cuando viajaba con sus abuelos a Extremadura, imitando aquellos primeros intentos para saber quién es quién.

Verano cuento 5

Verano cuento 5 / periodico

JENN DÍAZ

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La bisabuela se ha caído de la cama. Yo creía que solo los niños se caían de la cama durmiendo, pero mi bisabuela también. Cuando me he despertado mi abuela no me ha dicho nada de los churros, que ya no valen para nada porque, fíjate, están fríos. No me ha dicho nada, mi abuela, porque no estaba en casa, y estaba mi abuelo y me ha puesto la leche y los churros pero sin decir nada de lo tarde que es. Yo no sé de dónde saca tanto silencio mi abuelo. A veces mi padre se parece a él, y a veces yo también. Cuando he preguntado dónde está mi abuela, me ha dicho que la bisabuela se ha caído de la cama y que están en el hospital, y he preguntado que cuándo volverán y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado si se ha hecho daño y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado cuánto rato hace que se han ido y ha dicho que no lo sabe, y he preguntado qué vamos a comer y tampoco.

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Durante la mañana nos hemos quedado en casa por si acaso volvía mi abuela, y me he sentado en la butaca cómoda de la bisabuela porque no va a venir a quitármela, y cuando ha llegado el tío José ha preguntado dónde están y mi abuelo ha dicho que no han llegado, y después se han quedado los dos callados. Cuando ya casi era la hora de comer, ha llegado mi tía Carmen y nos ha traído la comida, y estaba seria y eso es muy raro en ella, que siempre se está riendo y que siempre dice bromas y tonterías, aunque algunas no las entiendo, pero todos se ríen. Es la más graciosa de la familia, y cuando se ríe enseña los dientes, no como mi abuela. No se ha quedado a comer con nosotros porque ha vuelto a su casa a comer con el tío Satu, y además ha dicho que por si acaso, que a lo mejor la llaman a ella a casa para decirle cómo está, y que si tardan mucho en llamar, va a ir al hospital aunque sea a molestar.

Hemos comido los tres en silencio y después no ha pasado nada, bueno sí, que nadie se ha echado la siesta, y al rato ha llegado mi abuela y ha dicho que se queda allí, ingresada, en el hospital, porque se ha dado en la cabeza, y no saben si lo que tiene en la cabeza es del golpe o de antes del golpe, y me parece que es peor si lo tiene desde antes del golpe. Me ha parecido un poco raro estar en casa de la bisabuela sin la bisabuela, y mi abuela tenía mala cara y no me ha dicho nada, ni a qué hora me he levantado hoy. Ahora la tía Carmen se irá al hospital y mi abuela se echará un rato y después volverá a ir y estará con su madre todo el tiempo que pueda, porque sólo quedan dos días para que volvamos a casa, y las demás hermanas podrán quedarse en el hospital el tiempo que quieran, el tiempo que esté allí la bisabuela, y como se muera ya verás.

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Mi abuela se ha echado la siesta y yo me he tumbado también en mi cama, que es un colchón pequeño que han puesto al lado de su cama, y he cerrado los ojos pero no he podido dormirme, después mi abuela se ha despertado y me he quedado unos minutos más en la cama para que no piense que la persigo, y cuando me he levantado he ido a la cocina, y ahí estaban los dos, mi abuelo y mi abuela, diciéndose cosas en voz baja, supongo que contándose lo de la bisabuela, y cuando he llegado se han callado un poco y mi abuela me ha preguntado si he dormido bien la siesta y he dicho que sí, ella dice que no ha pegado ojo con el calor pero la he oído roncar, siempre dice lo mismo, que no duerme, pero sí que duerme.

Un poco antes de la cena, mi abuela lo ha dejado todo preparado y se ha ido al hospital un momento, solo para verla y para llevarle cena a la tía Carmen, que va a pasar allí la noche, y casi se pelean porque las dos quieren dormir allí con su madre pero solo puede una. Cuando ha vuelto, el tío José, mi abuelo y yo estábamos cenando en silencio, con la ventana de la cocina y del cuarto de baño abierta, y mi abuela venía con la cara... como dada la vuelta, parecía que había llorado, pero no le caía ni una lágrima. Antes de que pudiera acabarme lo que tenía en el plato, mi abuela me ha dicho, por qué no vas a hacer lo deberes, anda, y por eso me he venido a escribir esto, aunque nunca escribo por la noche, sino por la mañana, antes de que venga el tío José del campo y me saque de su sillón, y le he dicho que ya casi los tengo acabados, y me ha dicho que siga con el diario, y no sé por qué tengo que seguir con esto, si teníamos que escribir una página al día y yo escribo dos, nadie de mi clase va a escribir un diario tan largo, es una injusticia.

Cuando han acabado de hablar, porque se escuchaban las voces así, shuishsuish, shuishuishshú, han venido al salón, donde me he quedado, y han hecho como si nada, casi siempre es así, ocurre algo, haces una pregunta, nadie la contesta, y siguen como si nada, como si todo estuviera bien, a lo mejor mañana mi abuela me dice que llamemos a mis padres, aunque solo falte un día para que volvamos a casa y para que se acaben los deberes de verano. En cuanto llegue a casa, empiezo con las cuentas.