EL FESTIVAL DE MÚSICAS AVANZADAS

DESPACIO, la fiesta soñada en el Sónar

James Murphy y 2manydjs han traído de nuevo al Sónar su equipo de sonido masivo y su gran selección de vinilos

James Murphy y 2manydjs, en DESPACIO

James Murphy y 2manydjs, en DESPACIO / periodico

Juan Manuel Freire

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Ya se sabía desde Sónar 2014 y hoy, jueves, se ha confirmado: DESPACIO es el mejor evento imaginable para audiófilos y melómanos en general, pero también uno de los más deprimentes. Por un lado, es un disfrute absoluto escuchar música en esas condiciones. Por otro lado, es una utopía insalvable confiar en la lotería para poder reproducir estas emociones en casa.

Debería haber un aviso a la entrada: "Prepárense para escuchar música como nunca, pero también para que, a partir de ahora, ese equipo doméstico que tuvieron que pagar a plazos nunca vuelva a ser lo mismo".

Los jefes de este club itinerante, James Murphy (líder de LCD Soundsystem) y los hermanos Stephen y David Dewaele (más conocidos como 2manydjs) han hablado en alguna ocasión de cómo todo nació de su desdén por las sesiones masivas de hoy en día; el subidón eterno de la EDM. Lo suyo es más como una "fiesta en casa", en la que la gente pasea, baila, intima un poco y demás, pero ¿en casa de quién cabe este monstruo?

30 toneladas de alta fidelidad

El núcleo tecnológico de DESPACIO son ocho pilas de altavoces y amplificadores analógicos McIntosh que pesan en total 30.000 kilos. Según el tema que suene, puedes sentir como si hasta el último gramo te cayera encima y crujiera huesos y corazón. Como el espacio y el aforo son limitados, el impacto de la música es una cosa superior.

Pero la velada del jueves empezó con levedad engañosa, al son de 'Music for 18 musicians' de Steve Reich. Después, primer golpe de groove con 'Angel dust', de Gil Scott-Heron y Brian Jackson, en versión humeante y ralentizada. El salto del minimalismo clásico al funk evanescente fue casi imperceptible: los Dewaele y Murphy mezclan con excelencia al alcance de pocos, claramente familiarizados con cada surco de esos vinilos.

No, aquí no hay archivo digital que valga: tan solo discos de 35 y 45 rpm cosidos en un magma cálido, denso, a veces perfectamente imperfecto; ese crujido mágico. La estrella es el sonido, como recuerda uno de los DJs (todo está bastante oscuro, no sé identificarlo en la distancia) al tratar de dispersar a los buscadores de fotos: "Delante de la cabina es donde peor se oye la música", advierte.

De Jeanette a Robert Wyatt

Durante las dos primeras horas sonaron tanto clásicos populares (como 'Porque te vas' de Jeanette con curiosa inyección cumbia) como perlas más por descubrir, como la 'yacht rock' 'Get it up for love' de Ned Doheny. Todos los artistas imaginables estaban invitados, siempre y cuando tuvieran vibraciones contagiosas y coolness nada esforzada: de la mística Sheila Chandra a Robert Wyatt, del grupo pop belga Elisa Waut a la gurú de autoayuda paródica Will Powers, de Brian Eno y David Byrne (sesión de hipnosis 'Regiment') al actor porno convertido en ídolo disco Dennis Parker, con cuyo clásico 'Like an eagle' empezó a funcionar la bola de espejos. Quedaban cuatro horas de ecléctico crescendo.