CRÓNICA

Sting & Shaggy, luz de Jamaica en Cap Roig

El músico británico y su nuevo colega ofrecieron un refrescante concierto escorado hacia el reggae y salpicado por éxitos de The Police

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Jordi Bianciotto

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En los comienzos de The Police, Sting hizo de la cadencia del reggae, entonces novedosa, una seña de identidad: trastocaba los ritmos comunes de la new wave y colocaba su instrumento, el bajo, en el centro de la foto. Al género jamaicano ha vuelto ahora en ese inesperado artefacto titulado ‘44/876’, el primer disco a dúo de su carrera, cocinado en tándem con un popular cantante originario de la isla, Shaggy, y que ambos presentaron este sábado en un refrescante concierto en el Festival de Cap Roig.

Es como si últimamente Sting necesitara de nuevo un poco de acción, y tras su ciclo de discos más bien severos, por no decir otra cosa (trabajos situados entre el mundo clásico y el folk publicados por Deutsche Grammophon), con sus dos últimos lanzamientos, el vigoroso ‘57th & 9th’ (2016) y ahora este ‘44/876’, ha conectado con su versión más llana y terrenal. Un Sting que si hace tres años, en su debut en este festival auspiciado por la Fundación Bancaria La Caixa, ya insinuó sus ganas de recuperar su yo más expeditivo, esta vez sumó a la energía una capa de espíritu festivo. El que fuera líder de The Police lució rejuvenecido, risueño y encantado de disfrutar de la reacción impetuosa de los fans cada vez que recuperaba éxitos como el que abrió la noche, ‘Englishman in New York’.

Dúo de contrastes

Junto a él, su banda, con piezas fijas como el guitarrista estadounidense-argentino Dominic Miller y un par de coristas, y ese tremendo cachondo, tocado por un sombrerito de turista y con la camisa abierta hasta la mitad del pecho, llamado Shaggy, cantante, rapero y ‘entertainer’ que parecía sacado de un crucero por las Antillas. Un tipo, hay que decir, con una docena de discos a sus espaldas y un buen número de ‘hits’, algunos de los cuales revivió en Cap Roig con el compadre Sting, como ese ‘Oh Carolina’ que se fundió con ‘We’ll be together’.

Cohesionaron el repertorio las canciones del disco conjunto, ligeras y veraniegas, aunque algunas deslizaran motivaciones políticas, como ‘Morning is coming’, supuesto anuncio del alba liberadora que está por venir, y ‘Dreaming in the USA’, donde Shaggy suspiró por “una América mejor”. El cancionero fluyó a ritmo ligero y sin perder el tiempo: en el minuto 25 el grupo ya iba por la octava canción de las 27 de que constó el concierto.

Puños alzados

Por supuesto, el marchamo jamaicano permitió a Sting realzar sus hitos más escorados hacia el reggae, como ‘Love is the seventh wave’ y los rescates de The Police ‘Every little thing she does is magic’ y ‘Message in a bottle’, acogidos con la previsible algarabía por un público en el que se encontraba la ‘consellera’ de cultura, Laura Borràs. En ‘Walking on the moon’, Shaggy animó al público a cantar el estribillo insurrecto de ‘Get up stand up’ con los puños alzados, una imagen no recordada en Cap Roig ni por los más veteranos del lugar. Hubo un ‘gag’ teatral en ‘Crooked tree’, cuando ambos simularon un juicio en el que Sting resultó condenado.

Cadencias soleadas, buen humor e interacción con el público. Y ‘hits’, del reencontrado ‘If you love somebody set them free’, al que extrañamente le faltó un poco de pegada, hasta el frenético ‘So lonely’. Cayeron hasta seis canciones de The Police: ahí estuvieron ‘Roxanne’, punto culminante, con ‘Boombastic’, de Shaggy, insertada en su tramo central, y una ‘Every breath you take’ más vigorosa que hipnótica, con su estribillo a dos voces.

Reencuentro, en fin, con un Sting que parece querer disfrutar del momento, recuperar su identidad menos cargada de pretensiones y refrescar su perfil de artista adulto. Aunque para cerrar eligiera las estrofas reflexivas de ‘Fragile’, cantando a las “lágrimas de una estrella” y dejando un rastro de levedad en Cap Roig.