CRÓNICA

Stick Men, presintiendo a King Crimson

El trío, que incluye a miembros de la histórica banda británica, desplegó su inteligencia instrumental en Bikini

Toni Levin, del grupo Stick Men, en la sala Bikini.

Toni Levin, del grupo Stick Men, en la sala Bikini. / periodico

Jordi Bianciotto

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El jefe Robert Fripp ha dado unos meses de vacaciones a King Crimson (grupo que en junio reaparece con nuevos conciertos por Europa, sin fechas en estas latitudes), lo cual ha permitido a una parte de su sección rítmica, Tony Levin y Pat Mastelotto, reactivar su grupo paralelo, Stick Men. Una agrupación de virtuosos y algo más, músicos para quienes es tan desafiante y creativo el arte de la composición como el de la ejecución y que se valen de instrumentos heterodoxos. Y si no existen, se los inventan.

Aunque el nombre del grupo proviene de un disco en solitario de Levin, no estamos ante un proyecto personalista sino de un trío de aspecto democrático. Sobre todo, desde que, en el 2011, estableciera su formación actual, con el guitarrista Markus Reuter. Como vimos este jueves en Bikini (festival Guitar BCN), este músico alemán usa un instrumento patentado por él mismo, la ‘touch guitar’, en el que los dedos de la mano derecha pulsan las cuerdas (ocho en este caso) sobre los mismos trastes, como en la técnica, tan metalera, del ‘tapping’. De ese modo toca también Levin esa especie de bajo ampliado llamado ‘stick’.

Cuerdas y tentáculos

Ambos prescinden, por tanto, de la púa, lo cual multiplica el espectro de notas abordables y pasa por alto el efecto de espectáculo urgente y esforzado que suele derivarse de la exhibición de velocidad. La acumulación de notas es más en forma de cascada que de carrera de coches, más pictórica que mecánica. Y así, amarrados a los mástiles de sus instrumentos con todos sus dedos en movimiento, como los tentáculos de un pulpo, saludaron Levin y Reuter al público, con Mastelotto dándoles inquieta cobertura desde la batería, en la instrumental ‘Hide the trees’. A la que siguió nada menos que ‘Red’, de King Crimson, en una toma esencialista e intachable.

Sin un liderazgo definido, turnándose incluso en la presentación de las canciones (Levin se aventuró en un sencillo castellano), el trío se adentró en su último disco, ‘Prog noir’ (2016),  con ‘Schattenhaft’, a lo hard rock ‘crimsoniano’, y la pieza cantada, o más bien recitada, ‘Plutonium’, muy loca y con citas a ‘Carmina Burana’ y ‘La marsellesa’. “Esta se supone que es divertida, sobre todo si entiendes bien el inglés. Y yo no lo entiendo bien”, bromeó el guitarrista alemán expresándose en esa lengua con fluidez (y con acento norteamericano).

Stick Men no deja de ser un proyecto asentado en la zona de influencia de King Crimson: al grupo madre remiten su ciencia ejecutiva, la dureza heredada de la formación de 1973-74 y, también, los momentos más aplaudidos del repertorio. Ahí estuvieron las recreaciones de dos piezas poco transitadas, ‘Sartori in Tangier’ y ‘Level 5’, y del fetiche ‘Larks’ tongues in aspic, part two’. Pero el trío, que llevó a su terreno anguloso una composición de Mike Oldfield, ‘Mirage’, mostró capacidad de intriga en creaciones como ‘Prog noir’, cantada por Levin y emparentada con el Bowie berlinés, antes de despedirse con la especialidad en la que quizá se sientan más cómodos, la improvisación.