CRÓNICA

'Segunda' de Mahler de altura con Gergiev

El director, al frente de la poderosa Orquesta del Mariinski y el brillante coro de Ibercamera, firma una gran actuación en el Auditori

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César López Rosell

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Hubo de todo, entre lo bueno y lo excepcional, en la interpretación de la gigantesca 'Sinfonía, num. 2',  de Gustav Mahler. No podía ser de otra manera con el todopoderoso Valery Gergiev al frente de imponente Orquesta del Mariinski, brillantemente acompañada por el Cor Ibercamera, forjado por Mireia Barrera con miembros del Cor Madrigal, Lieder Camera y la Polifònica de Puig-Reig. El irresistible estallido de emoción de ese tiempo de 'scherzo' que cierra la obra con el tema de la resurrección, iniciado por la coral y la mezzo Yulia Matochkina y completado con la participación de la soprano Anastasia Kalaginano, fue el colofón de una noche de gran música en un Auditori abarrotado.

El maestro ruso volvió a Barcelona (en su 21ª aparición en la temporada de Ibercamera donde ya interpretó esta sinfonía en el 2009) un día después de que la otra gran orquesta de la que también es titular, la Filarmónica de Múnich, firmara un gran concierto en el Palau. La coincidencia no hace más que certificar que la sombra del magisterio del zar de la música es alargada.

Con retraso

Con un cuarto de hora de retraso sobre el tiempo previsto, la maquinaria de la formación de San Petersburgo se puso en marcha. Sin duda tuvo que ver en ello la complejidad de la preparación de este monumento de una hora y media de duración que requiere una gran precisión en los ajustes tanto con la orquesta como con los solistas y el coro, aunque este solo intervenga al final en el momento de mayor exigencia de intensidad y coordinación. Pese a alguna leve protesta por el retraso, todo quedó olvidado cuando el evento se puso en marcha.

Fue sobrecogedora la irrupción del primer movimiento de esta pieza nacida como 'Totenfeir' (Ritos fúnebres), aunque finalmente fuera subtitulada como 'Resurrección' partiendo del texto de Friedrich Gottlieb Klopstock musicado por Mahler para el final de la inmensa partitura. El predominio de las cuerdas graves dentro de un equilibrio con el demoledor metal, las maderas y la percusión presentes en toda la ejecución de la obra, nos llevaron de forma diáfana al ambiente de funeral de un amigo muerto y al desfile de sus momentos existenciales. ¿Hay vida después de la muerte?, cuestiona el autor antes de entrar el recorrido de una obra que fue de menos a más. Llegaron el 'Andante moderato' que recuerda la juventud del fallecido, las dudas sobre Dios y sobre si mismo del tercer pasaje y la conmovedora expresión de fe del lied 'Luz primera' con "Soy de Dios y quiera volver a Dios", interpretado por Matochkina.

Gergiev, quien afirma dirigir con la mirada, mostró el movimiento circular de sus manos temblorosas para llevar a los intérpretes al máximo grado de tensión. Así llegó al anuncio de Juicio Final, la llamada de la Apocalipsis y la luminosidad esperanzadora del 'Resucitarás'. Hay que destacar en este apartado el gran trabajo de Barrera, ensamblando y afinando un coro que merece más oportunidades. Las aclamaciones finales hicieron justicia a su gran actuación en feliz conjunción con la gran orquesta.