CRÓNICA DE CONCIERTO

Protomartyr, la rabia de Detroit

Joe Casey se confirmó en Razzmatazz 3 como uno de los más insólitos y mejores líderes de banda rock del momento

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zentauroepp42932726 barcelona 14 04 2018 concierto de protomartyr en la sala ra180415180518 / FERRAN SENDRA

Juan Manuel Freire

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Es imposible presentar a Protomartyr sin hacer mención del curioso caso de su líder, Joe Casey, antiguo portero de teatro en Detroit que, ya entrado en la treintena, decidió montar un grupo de rock con músicos mucho más jóvenes que él. Diez años después, Casey se gana bien la vida con ello. La banda que lidera se hizo desde el principio con el favor de la crítica, y a su alrededor no deja de crecer el aura de culto. 

Una buena historia es importante. Protomartyr, desde luego, la tienen. Pero lo realmente importante es tener buenas canciones. De eso andan sobrados: junto a Greg Ahee (guitarra), Alex Leonard (batería) y Scott Davidson (bajo), Casey ha urdido un repertorio de ingente intensidad que bebe de la herencia punk de su ciudad, el pos-hardcore de los 90 y, sobre todo, el pospunk al estilo de The Fall.

El sábado, en Razzmatazz 3, Casey no luce como una estrella rock, sino como el protagonista de alguna de sus historias sobre personas olvidadas, esos héroes o antihéroes de clase obrera de los que casi nadie escribe canciones. Llega al escenario con cerveza en los bolsillos de un blazer quizá demasiado grande y un poco arrugado. Es como si hubiera salido de una larga jornada en una oficina gris, hubiese sido el último en irse de algún bar y ahora estuviese sobre ese escenario sin permiso. El antiglamur como una de las bellas artes.

Encendiendo cada sílaba

En cuanto empieza a soltar la letra de 'My children', uno de los hitos del reciente 'Relatives in descent', su cuarto álbum, empiezas a desear que todos los ídolos rock fueran así. Pero pocos podrían ser así aunque quisieran. El recientemente fallecido Mark E. Smith (de The Fall) tiene en Casey a un brillante heredero, capaz de una furia propia. No se plantea bailar, pero no lo necesita: gruñe y grita y escupe cada sílaba con una intensidad que electrifica por dentro.

Y cada sílaba es brillante. Este licenciado en Inglés es uno de los letristas más cultivados del rock independiente; alguien que sabe encontrar la poesía a lo más normal del mundo. En el segundo tema de la noche, 'I stare at floors', filosofa sobre la existencia a partir de una reposición de 'Ley y orden': "La ley es confusa/ Y el orden no tiene sentido". Otro de los primeros hitos de la noche fue 'Windsor hum', una canción brillantemente angustiosa sobre el zumbido que afecta a la ciudad canadiense de Windsor, producto de la actividad industrial al otro lado del río, en Detroit.

La banda enlazó un acierto tras otro sin descanso, igual que Casey enlazó birra tras otra sin que eso empeorase su actuación. El fuego solo creció a medida que se acercaba el final. 'A private understanding' enloqueció a los fans con su hábil utilización de la dinámica calma-RUIDO-calma. Y la locura se adueñó de la sala en el bis con ese desafío a la muerte llamado 'Why does it shake?': "Seré el primero en no morir nunca/ Bonito pensamiento/ Y no pienso perderlo".