LA GRAN CITA 'INDIE' DE BARCELONA

Poder femenino en el cierre del Primavera Sound

Voces como Lorde, Jane Birkin y Lykke Li protagonizaron la jornada final del festival

Lorde, en su concierto del sábado en el Primavera Sound

Lorde, en su concierto del sábado en el Primavera Sound / periodico

Jordi Bianciotto

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El Primavera Sound de este año deslizaba un hilo conductor femenino que cobró formas concretas y majestuosas en la jornada final del festival, este sábado en el parque del Fòrum. Una joven diva pop de la que cabe esperar grandes cosas, Lorde, y una figura envuelta en la leyenda, Jane Birkin, transmitieron su magnetismo en paralelo a mujeres del carisma de la sueca Lykke Li, la madrileña Christina Rosenvinge o la catalana Núria Graham.

Clímax en femenino, pues, centrado a última hora del día en la neozelandesa Lorde, una artista que quizá a primera vista pueda parecer un producto pop banal pero que ha tocado muchas sensibilidades con esas canciones transmisoras de una emotiva vulnerabilidad. Precedida, como es su costumbre, por la canción enlatada ‘Running up that hill’, de Kate Bush (todo un símbolo de libre determinación artística), la neozelandesa desplegó ese cancionero pop de melodías embrujadas y frías bases electrónicas: ‘Sober’, ‘Homemade dynamite’ o la adaptación de ‘Magnets’, de Disclosure.

Es decir, el ‘Melodrama’ anunciado en el título de su segundo disco, acompañado por tres llamativos bailarines, cómplices para sus estilosos movimientos escénicos con su teatral vestido azulado (a juego con el lápiz de ojos). Sus sentidas estrofas, que la muestran como una chica con corazón y maltratada por la vida, quizá demasiado adulta para sus 21 años, conectaron con el público amplio del Primavera a través de estribillos como los de ‘Buzzcut season’ o el éxito ‘Royals’.

La estela de Gainsbourg

Si Lorde representó a la joven hecha a sí misma y colocada en la lanzadera para conquistar el mundo, Jane Birkin desplegó toda una biografía de icono pop, su cancionero de amante, musa y voz de Serge Gainsbourg. Apenas 24 horas después de que la hija de ambos, Charlotte, evoca con audacia al compositor, fallecido en 1991, con el vidrioso ‘Lemon incest’, Birkin dio su versión complementaria del mito arropada por la pulcra elegancia de la Orquestra Simfònica del Vallès, dirigida por James Ross. “Serge Gainsbourg me dio lo mejor de sí mismo”, afirmó en medio de ese repertorio asociado a su vida para siempre.

Se trata de las canciones recreadas en el disco orquestal ‘Birkin/Gainsbourg: le symphonique’, como ese minúsculo ‘Ces petits rien’ que abrió el concierto en un Fòrum excepcionalmente silencioso. Recibida quizá como matriarca pop del festival, con 71 años y una tragedia cercana a cuestas (la muerte de su hija Kate), brindó su voz siempre breve pero luminosa, sonriendo sobre las ruinas, a ‘Baby alone in Babylone’, pieza basada en la tercera sinfonía de Brahms, al ‘Valse de Melody’, a la melancolía de ‘La chanson de Prévert’ y el ritmo ‘yéyé’ de ‘L’anamour’. Y, aunque el concierto ya superaba el límite horario, hubo lugar para una pieza imprescindible, ‘La javanaise’, con el Primavera se diría que, como apunta la letra, amándola en el tiempo que dura la canción.

En otro extremo estético, Lykke Li se valió de un formato más electrónico que en otros tiempos para desplegar un sustancioso pop poco menos que galáctico, colorista y manejable, envuelta en un ‘atrezzo’ con guiños al Bowie de ‘Aladdin Sane’. El cancionero esbelto de su cuarto disco, ‘So sad so sexy’. Y horas antes, aún con el sol en lo más alto, el rock de claroscuros, un poco gótico, de ‘Un hombre rubio’, de Christina Rosenvinge, y las matizadas canciones guitarreras, sin complacencias, de Núria Graham con ‘Does it ring a bell?’, apuntando otros vértices de este Primavera con acento femenino.