CRÓNICA

Pau Vallvé, la épica colectivista

El cantante y guitarrista sacudió Bikini en el clímax de su gira 'Abisme cavall hivern primavera i tornar'

Pau Vallvé, en la sala Bikini

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Jordi Bianciotto

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Un año y tres meses después de emprender la gira de su cuarto disco, el doble ‘Abisme cavall hivern primavera i tornar’, Pau Vallvé está en ese punto de entendimiento con sus músicos y sus canciones en que la ejecución va sola, liberada de presiones y ejercicios memorísticos y convirtiendo el conocimiento en fuente de disfrute. O esa impresión dio este viernes en Bikini (festival Guitar BCN), en un concierto que supuso la última cita en Barcelona de este ‘tour’ que afronta ya sus estaciones finales.

La última obra aportó ocho canciones, casi medio repertorio, que en su primer tramo potenció piezas de otros discos, en particular del tercero, ‘Pels dies bons’ (2014): ahí, el contraste entre la contundencia de ‘En càmera lenta’ y el lirismo de ‘I jo pensant en quan vindràs’ establecieron los límites de la noche. El Vallvé decantado por las dinámicas instrumentales poderosas, con raíces en el post-rock más muscular, y que generan un impacto físico a los asistentes, y el trovador que busca un claro en el bosque para fundir su voz con los cristalinos arpegios de la guitarra.

Camino a la huelga general

Y hasta un tercer Vallvé, el monologuista un poco tragicómico, que la noche en que Catalunya asistía a la fumata blanca presidencial tenía la cabeza en otra parte: “el país està fet merda per totes bandes”, lamentó antes de animar a sus fans a acudir a la manifestación de este sábado contra la gentrificación. Y de ahí, a la insurgente ‘Vaga general’.

Vallvé hizo notar que el batería, Víctor Garcíaviene del hardcore y, en efecto, había un fondo de vigor y de volumen en muchos despliegues instrumentales, incluidos los de canciones del último disco como ‘Que vingui l’hivern’, y en la versión de ‘All is full of love’, de Björk. Sirviéndose de ese cuarteto, con los teclados de Valen Nieto y el bajo de Darío Vuelta, Vallvé desarrolló sus intenciones más agitadoras en un territorio que domina, el de la canción épica colectivista, como ‘Tots som molt millors’, cuyo ‘loop’ capicúa transmitió vibraciones curativas a un Bikini cercano al trance.