VOLL DAMM FESTIVAL DE JAZZ DE BARCELONA

Michel Camilo y Tomatito, en otro tono

Pianista y guitarrista mostraron la cara más serena de su asociación en el estreno mundial de su tercer disco, 'Spain Forever'

Michel Camilo y Tomatito, en el Palau de la Música.

Michel Camilo y Tomatito, en el Palau de la Música. / FERRAN SENDRA

ROGER ROCA / BARCELONA

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Un concierto de Michel Camilo y Tomatito se sabe siempre cómo acaba: con el jaleo de 'Spain', la canción de Chick Corea que es el santo y seña del dúo. Así cerraron el viernes su vuelta al Palau de la Música, el mismo auditorio donde se juntaron por primera vez en 1998. Lo sorprendente del concierto del viernes, uno de los platos fuertes del 48º Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, no fue cómo acabó, sino por dónde pasaron antes el pianista dominicano y el tocaor de Almería.

Tocaban por primera vez en público su tercer disco a dúo, 'Spain forever'. Camilo, solemne, anunció que sería un concierto especial y “muy romántico”. Aplausos y el micrófono que va para Tomatito: “Vaya pedazo de camisa que llevas, ¿eh?”, fue lo primero que se le ocurrió decirle a su socio. Camilo llevaba razón. Fue un concierto romántico en su acepción más sentimental. Tocaron una milonga de Piazzola, partituras de Enio Morricone para la película 'Cinema Paradiso', la dulce 'Manha de carnaval' que Luiz Bonfá compuso para la banda sonora 'Orfeo negro', una balada del añorado contrabajista de jazz Charlie Haden. Todo era de una placidez insólita para un dúo que hasta ahora hacía de cada concierto una juerga.

SATIE CON ZUMBIDO

Contaron que un día en Estambul, bajo el influjo del ambiente de la ciudad, se les ocurrió que podían hacer suya una de las enigmáticas danzas de Satie, la primera de las famosas 'Gnossiennes'. Fue su reinterpretación más audaz de la noche, con Tomatito añadiéndole aires orientales a la melodía, pero hubo que escucharla con el acompañamiento indeseado del zumbido de un altavoz. Por lo menos, el zumbido estaba afinado en el mismo tono que la pieza. Algo es algo. Un espectador se levantó para pedir explicaciones a un vigilante de seguridad que ponía cara de no saber qué responder, mientras los técnicos, discretamente, iban altavoz por altavoz buscando al culpable hasta que dieron con él. No pareció que Camilo y Tomatito acusaran el contratiempo.

El pianista explicó que aunque poca gente lo sabía Tomatito, era un gran aficionado al jazz manouche de Django Reinhardt, pero al guitarrista se le vio tímido -quizás comedido: ¿cuestión de respeto?- cuando tocaron 'Nouages', un clásico del padre del jazz gitano. Iba para la hora larga de concierto cuando aceleraron el paso. Tomatito soltó la mano, sonó 'Armando’s Rhumba', otra canción de Chick Corea, y en nada se caldeó el ambiente. Luego unas bulerías, el primer compás flamenco en toda la noche y el momento de gloria del guitarrista, y el fin de fiesta imprescindible con el trepidante 'Spain'. La prueba de que si Camilo y Tomatito han bajado de revoluciones es por una cuestión de gusto y no por necesidad. Cosas de ser “un pureta”, que dijo Tomatito.