CRÓNICA

'Lo speziale', discreto divertimento en el TNC

El montaje de la ópera bufa de Haydn, con el magnífico respaldo de la OBC, recibe una tibia acogida en la Sala Gran

Un momento de la representación de 'Lo Speziale'

Un momento de la representación de 'Lo Speziale' / periodico

César López Rosell

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Es plausible que el TNC, esta vez en colaboración con  la OBC, incluya la ópera en su programación. Su director, Xavier Albertí, es un amante del género y ha ofrecido interesantes propuestas contemporáneas en sus salas que han cosechado éxitos como el de 'L'eclipsi', de Alberto García Demestres, o la adaptación de 'Après moi le déluge', de Lluïsa Cunillé. Este territorio y el de su idea de profundizar en el patrimonio operístico catalán en un plan con sus vecinos del Auditori es un marco de exploración más propicio para el futuro que el de ofrecer producciones como la de 'Lo speziale' (El farmacéutico), ópera bufa de Joseph Haydn con libreto de Carlo Goldoni, presentada con tibia acogida este fin de semana en la Sala Gran.

Libreto de Goldoni

La idea de proyectar la poco conocida faceta de libretista operístico del dramaturgo italiano está detrás de estas funciones. Y es cierto que en el montaje late la gracia de los enredos del autor teatral veneciano. La imaginativa y minimalista puesta en escena de Eva Buchmann cambia el escenario de la original farmacia de Venecia por el de una ambulante que viaja por los pueblos en un FIAT Cinquecento. El pequeño vehículo es el eje central multiusos de la escenografía e incluso acaba viéndose como el quinto 'personaje' de la trama. Desde el coche tan pronto se despliegan los estantes para la venta de productos como emerge una plataforma para la ducha. El utilitario es también el refugio del que milagrosamente salen y entran los personajes. Todo este ingenio escénico no logra, sin embargo, maquillar las carencias del reparto en lo vocal, aunque aceptable en lo cómico.

Pulida OBC

Tampoco acaba de funcionar desde la óptica teatral la estrategia de mezclar a la orquesta con los intérpretes, ya que los músicos cumplen su cometido pero no interpelan escénicamente a los protagonistas. Son dos planos diferentes y el espectador acaba centrando su mirada en las peripecias de la trama. Pero queda claro que la magnitud del espacio y la ausencia de un foso específico para la orquesta ha obligado a a este planteamiento. Es una forma de llenar el escenario con una propuesta que sería más idónea para la Sala Tallers y, de paso, dar protagonismo a la pulida y estilísticamente brillante actuación de la OBC, bien dirigida por el holandés Jan Willem de Vriend.

En el rectángulo amoroso de esta obra, el bajo Piotr Micinski encarna con buena vis cómica pero problemas en el registro grave al farmacéutico. El anciano pugna por el amor de la atractiva Grilletta (Marina Zyatkova, la mejor del elenco exhibiendo buenas agilidades) con su asistente en la botica, y finalmente vencedor, Mengone (Álvaro Zambrano) y el rico y sofisticado Volpino, recreado en un papel travestido por la limitada mezzo Virpi Räisänen. Algunos hilarantes momentos, como el de la escena de la ducha de Micinski con su traje de baño de época, no bastan para paliar el discreto resultado de este divertimento operístico que se ofrece con el  tercer acto reconstruido gracias a otras piezas, ya que fue quemado en un incendio.