CRÓNICA

El Petit de Cal Eril y Ferran Palau, efecto multiplicador

El mundo de ambos artistas confluyó en un memorable doble concierto en Apolo

El Petit de Cal Eril

El Petit de Cal Eril / periodico

Jordi Bianciotto

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Algunos programas compartidos suman y otros, multiplican, como el de Ferran Palau y El Petit de Cal Eril, este jueves en Apolo (ciclo Curtcircuit), en el que se colgó el cartel de entradas agotadas. Doble concierto en el que ambos cruzaron y proyectaron sus poderes hasta más allá de los confines de la realidad, o algo así. Noche para, con el tiempo, cerrar los ojos y recordar, que trazó excitantes caminos en torno a eso que ellos llaman el “pop metafísico”.

Pop, sí, más o menos, que especula con vaporosas realidades paralelas en el caso de Ferran Palau, autor de esas canciones de cadencia serena y atmósfera hipnótica que alimentan su tercer disco, ‘Blanc’, y que se fueron abriendo paso en torno a los espirales infinitos de  ‘A dins’ y ‘Flor espinada’. Piezas que te transportan a otro plano mental con recursos melódicos minuciosos, de trazo mínimo y gran expresividad, construidas sobre sigilosos ‘grooves’.

Así, entre las imágenes descritas en ‘Miratge’, deslumbrados por el sol e imaginando que el cielo, de repente, parece otro, o bien tocados por la ventisca fantasmal de ‘Cavall blanc’, el miembro de Anímic creó un mundo a medida de sus mágicas proyecciones mentales. Una música que consigue emocionar a través de la abstracción, sin dejar de ser en el fondo la de un trovador, y a la que incorporó hallazgos de discos anteriores, como ‘El meu lament’ o esa ‘Terra de blat’ que cerró el pase.

Cambio de papeles

Sus tres músicos reaparecieron luego en el concierto de El Petit de Cal Eril: Dani Comas, al bajo, Jordi Matas, cambiando la guitarra por la batería (y formando un abrumador doblete con Ildefons Alonso), y el mismo Joan Pons, de la batería a la voz cantante, la guitarra y la batuta (imaginaria), más los teclados de Artur Tort. Un icónico triángulo luminoso colocado en lo alto guió el blues cósmico de ‘Cau la clau’ y un paulatino ‘crescendo’ elaborado a través de ‘Tot el que has estat’ y ‘Com puc saber el que penses’.

Puntos de anclaje de su reciente disco, conocido como ‘disc triangular’, una obra que desarrolla un lenguaje pop que funde al cantautor con la banda psicodélica, que acude a una mística con un punto de juguetería y que suministra constantemente pequeños momentos de clímax. Valiéndose de cadencias flexibles, sexy, en ‘Som transparents’, y de una abierta emotividad en otra gran canción como es ‘Les lletres no fan les paraules’. Con ellas, y con rescates de ‘Amb tot’, ‘Partícules de Déu’ y ‘Cendres’, El Petit de Cal Eril culminó una noche de gala para el pop después del pop, triangular, metafísico o como le plazca bautizarlo.