CRÓNICA

El Drogas, sin tregua

El músico navarro fundió el repertorio de su antigua banda, Barricada, y el de su obra en solitario en un incendiario concierto en Apolo

El Drogas, en la Sala Apolo.

El Drogas, en la Sala Apolo. / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Barricada ya es historia y podemos ver al que fuera su ‘frontman’, El Drogas, con cierto aspecto de haberse quitado un peso de encima, lanzando alegremente discos triples y heredando buena parte de las esencias de su antiguo grupo en conciertos arrolladores como el de este viernes en Apolo. El caballero Enrique Villarreal Armendáriz, en bruto y con un punto de insensatez, en una noche integrada en la primera edición del festival Ciutat Rock.

El Drogas queda como la imagen más icónica de Barricada, banda que estuvo presente en espíritu desde la primera canción, ‘En la silla eléctrica’, que sonó enmarcada en las siniestras risotadas de la versión grabada de 1983. Y ahí tuvimos al sujeto en cuestión, con su sombrero de copa encasquetado, ahora sin el aparatoso bajo que manejaba en aquella banda, luciendo una voz en perfecto y ruinoso estado de revista, y advirtiéndonos de que entrar en su mundo comporta dejar atrás las convenciones más universales.  “Un escupitajo se coló en mi calendario / borró algunos días y dio la vuelta al reloj”, anunció la letra de ‘En punto muerto’, una de las canciones de su obra en solitario ‘Demasiado tonto en la corteza’.

Clásico del rock urbano

El Drogas nos vino a recordar que Barricada fue clave en la popularización de un género, el rock urbano, de litrona, tapa de alcantarilla y cola en el Inem. Las viejas composiciones sonaron rearmadas en manos de un equipo de fiar, los tres integrantes de la que fuera su formación paralela Txarrena, que construyeron piedra a piedra un sonido entre punk-rock y hard rock, quizá un poco menos metalero que el que Boni y Alfredo Piedrafita imprimían a Barricada. Repertorio extra-largo, una treintena de canciones.

El material de su obra solista mostró discretamente otros perfiles, incluido, atención, el de balada: ‘Cordones de mimbre’, que cantó acompañándose con una guitarra acústica. Pero la noche tendió a la textura abrasiva y, cómo no, al texto acusatorio, desde la histórica y conflictiva ‘Bahía de Pasaia’ (sobre la “emboscada criminal” en la que, en 1984, murieron cuatro miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas) a esta nueva aportación a la lírica costumbrista llamada ‘Peineta y mantilla’, dedicada a María Dolores de Cospedal, “la voceras de los que cobran sin cobrar”.

El Drogas, señalando con el dedo, discrepando del espíritu navideño en ‘Fue 24D… ¿y qué?’ (canción que en 1999 grabó con su otro grupo a tiempo parcial, La Venganza de la Abuela) y fundiendo su voz con la del público en los clásicos de su antigua banda, como ‘La hora del carnaval’, ‘Víctima’ y ‘No hay tregua’. Después de Barricada, más Barricada.