CRÓNICA

El Barrio, el extraño fenómeno

El cantante se llevó una vez más el Palau Sant Jordi por delante con un concierto largo y serpenteante basado en su disco 'Las costuras del alma'

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Jordi Bianciotto

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Otro Palau Sant Jordi para El Barrio, ese cantante difícil de encasillar, al que la prensa suele mirar por encima del hombro y que año tras año sigue reforzando el vínculo con los suyos como un secreto compartido entre multitudes. Siempre mirando al presente: este sábado, el nuevo disco, 'Las costuras del alma', aportó la mitad del repertorio. Y transmitiendo a sus conciertos un carácter imprevisible, con cambios de guión e improvisaciones a voz y guitarra.

En el centro de la imagen, la silueta de José Luis Figuereo, tocada por un sombrero de ala baja recortada, ese símbolo adoptado por sus fans a cinco euros la réplica en el puesto de 'merchandising'. Luciendo estampa y garganta, cerrando filas en torno a las señas compartidas ("¡Viva Catalunya, viva Andalucía, viva Camarón y vivan los barrieros!") y demostrando, en fin, que se lo pasaba pipa en el escenario, disfrutando del momento hasta las dos horas y media de concierto.

El divo que sufre

Canciones que apuntaban a las penas más íntimas: la imagen de un corazón bombeando enmarcó la noche confirmando que El Barrio es un sentimental. Abrió 'Lamía', una instrumental un poco 'heavy' a la antigua, y apareció él, divo de americana blanca y sonrisa franca, enlazando otra canción nueva, 'Playa de la luneta', con la rescatada 'Buenas noches amor', piezas ambas espoleadas por 'crescendos' acelerados. Trucos para incendiar el despegue de la noche en que no hacía falta ni cantar porque el público ya lo hacía por él.

Pero sus canciones no responden a moldes precocinados y ofrecen con frecuencia trayectos arremolinados y estribillos largos, como en 'Si no te quieren', un arrebato de flamenco-pop en el que su voz se cruzó con las de sus dos atentos coristas. Nueva canción estrella: 'Las costuras del alma', cálida y sentimental sin caer en la intrascendencia del flamenquito.

Camino de Triana

El Barrio ha creado una casilla solo para él en la que hay un cantante romántico, un flamenco, un cantautor y un rockero, todos en uno, perfiles modelados por el encantador de serpientes que entona letras en primera persona y liga su destino a su proyección poética. En 'He vuelto', arrollador flamenco-pop de mercadillo, puso su ego por delante y en 'Como llora el amor' recordó que las estrellas también sufren. Ahí, en un medio tiempo atmosférico muy Triana, grupo al que evocó luego con la adaptación de 'Tu frialdad' a voz y guitarra.

En esta misma versión, en solitario, el cantante rompió el guión con una pieza que estrenó la otra noche en Bilbao, 'Soy y no soy', a sumar a la otra inédita que, de nuevo con la banda, ofreció acto seguido, 'Neofita', larga y con palmas, chulería y ecos del viejo rock andaluz, desprendiendo un aire primitivo que ofreció un afilado contraste. En la base de su formación de seis músicos, la poderosa batería de Anye Bao, un veterano que ha salido de gira con media escena, de Luz a Estopa.

Siguió confiando en el material reciente para encauzar la noche, con el galope rockero de 'Al sur de tu cama' y la torrencial letra de 'Torpe canción', con desenlace pop casi yeyé y reflexiones sobre su arte compositivo ("y yo en la vida nunca he sido de los que escriben solo por escribir"). Eso sí, los fetiches, 'Orgullo' y 'Pa Madrid', desataron la fiesta, celebrando un rito y un fenómeno de éxito consumados por conductos extraños y llenos de curvas. Pero ese es el modo de conseguir adhesiones hondas, como sintetizó el cantante: "Tranquilos, que El Barrio no entra a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera…. ¡Pero a la cuarta no te lo saca ni Dios!".