CRÓNICA
'Daral Shaga', acrobática poesía del exilio
La ópera circense 'Daral Shaga' seduce al público del Lliure con su conmovedor retrato de los emigrantes
Imma Fernández
Periodista
Imma Fernánedez
Cruce de fronteras y de artes. Emoción, belleza y riesgo. 'Daral Shaga', acogida con grandes aplausos este fin de semana en el Lliure, es una ópera que encuentra en el circo, arte de la obstinación y el esfuerzo extremo, el mejor aliado para expresar el coraje, el sufrimiento y los peligros que padecen los emigrantes en su viaje hacia el Dorado. Vemos la huida de un padre y su hija hacia la quimérica libertad, el regreso de un migrante desencantado y un muro que separa ambos mundos y "no deja pasar a nadie sin sangrarlo". Una enorme valla que asomando amenazante desde la oscuridad de la propuesta se convierte en un personaje más.
Quiso el belga Philippe de Coen acabar su etapa circense al frente de la compañía Feria Musica saltando con sus acróbatas al territorio de la ópera, y en compañía del director teatral Fabrice Murgia brinda esta celebrada producción con momentos exquisitos y conmovedores. En escena, cinco acróbatas, tres estupendos cantantes que defienden la amplia paleta de sentimientos y tres músicos (piano, violonchelo, clarinete), que viajan ellos también del jazz a la música contemporánea, el barroco o los sonidos árabes. Hay además teatro-cine, con proyecciones sobre un tul, quizás a veces excesivas, que nos acercan detalles de la acción y sus protagonistas. Un cuádruple salto de disciplinas muy bien ejecutado.
Tenacidad y exasperación
Más que el libreto de Laurent Gaudé, que aborda asimismo las renuncias y la pérdida de la identidad, es la fuerza poética del circo la que mejor traduce las emociones de esta tragedia de hoy. Saltos y caídas repetitivos que hablan de la tenacidad y la exasperación; la lucha desesperada de una acróbata en la cadena (la cuerda circense) de la servidumbre, equilibrios de porteadores o la sobrecogedora imagen de una artista que, ayudada por el resto, intenta atravesar la valla, desafiando la muerte con su titánico esfuerzo.
También subyugante y preciosa es la escena en que unos trapecistas recrean, al ralentí, la caída de los cuerpos en las profundidades del mar. Imágenes de tensión y angustia que nos remiten a múltiples historias. El Mediterráneo, Lampedusa, Melilla, Tijuana… 'Daral Shaga' nos traslada allí con todo el riesgo, la poética y el sentimiento de un circo que no teme atravesar fronteras al encuentro de otros mundos artísticos.
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