CRÓNICA DE MÚSICA

Yann Tiersen, en su versión más íntima

El músico bretón preestrenó 'EUSA', disco de composiciones solo para piano, en el Palau de la Música, dentro del Guitar BCN

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Barcelona nunca tiene suficiente Yann Tiersen. El público de la ciudad acude regularmente a su llamada, cueste lo que cueste y sea cual sea el formato en que se presenta. La noche del martes, en su actuación en el Palau de la Música como parte del Guitar BCN, el bretón llegaba con una apuesta de cierto riesgo: presentar ante el público un disco que nadie conoce, ‘EUSA’, previsto para septiembre y hasta ahora solo disponible como libro de partituras. Solo él y su piano de cola. Nada de acordeón, nada de banda con la que acercarse a la electrónica o el rock experimental alemán de los 70.

En realidad también hubo un par de pianos de juguete, su violín y su melódica, todo reservado para la segunda parte del concierto. Durante la primera interpretó sigilosamente el repertorio de ‘EUSA’, cuyo título es el nombre bretón de Ouessant, la isla y comuna francesa donde vive. Cada uno de los temas hace referencia a uno de sus lugares y se alimenta de sus sonidos ambientales y animales, en el Palau reproducidos por Tiersen con ayuda aparente de un magnetofón de bobina abierta. Completando el escueto diseño escénico, unas pocas lámparas de suelo. Intimidad rigurosa.

Al contrario que en el preestreno en Barts de ‘∞ (Infinity)’ (2014), el público mantuvo un silencio sepulcral ante las nuevas piezas. Lo merecían: son enésimos ejemplos del olfato melódico de Tiersen, su habilidad para cultivar la melancolía sin caer en lo lacrimógeno (solo alguna vez se quedó a un milímetro de ello) y su elegancia a la hora de elegir referentes pianísticos; Frédéric Chopin, Erik Satie y el Michael Nyman más emocional resonaron entre los muros del Palau.

SU LADO MÁS COMELADE

En la segunda parte del 'show', Tiersen dejó un poco el piano de cola y se acercó también al violín y los pianos de juguete. Con el primero interpretó piezas como ‘7:PM’ (del lejano ‘Les retrouvailles’) y, ya en el bis, la inevitable (e insuperable) ‘Sur le fil’. Con los segundos sacó su lado más Comelade y recuperó la versión original de 1995 de ‘La valse des monstres’, única referencia (velada) a la banda sonora de ‘Amélie’. El piano no quedó del todo apartado; sirvió para recordar, por ejemplo, ‘La longue route’, de la banda sonora de ‘Tabarly’ (2008).

Hubo algún grito de “¡Amélie!”, pero Tiersen no cedió (no a tocar el famoso vals central) y con el mismo carácter reservado que llegó al escenario se fue, tras lanzar un breve saludo. Minimalismo trasladado a todas las esferas.