CRÓNICA DE CONCIERTO

Shakira hace bailar a Barcelona en su regreso

La estrella colombiana seduce y convence en su esperado retorno a los escenarios catalanes tras siete años

Shakira durante su actuación en el Palau Sant Jordi.

Shakira durante su actuación en el Palau Sant Jordi. / .44183155

Juan Manuel Freire

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Shakira volvió el viernes a actuar en Barcelona (en la primera de dos noches consecutivas en el Palau Sant Jordi, la segunda ya cerca también del 'sold out') después de siete años de ausencia. Debieron ser seis, pero la cantante y compositora colombiana suspendió su gira mundial el pasado noviembre (el 24 y 25 iba actuar en el Sant Jordi) por un edema en las cuerdas vocales; de momento, prefiere no operarse, por miedo a perder factores diferenciales en su canto.

Es decir, había una deuda por cerrar, y Shakira quiso hacerlo bien. Llegó al escenario a la hora convenida, en lugar de aquella mítica hora y cuarto más tarde de su concierto del 29 de mayo del 2011.

Empezar el concierto con la lejana 'Estoy aquí' es toda una declaración de principios. Por un lado, se trata de subrayar el regreso a los orígenes de un disco como 'El Dorado', cantado casi por entero en español y con mucho ritmo caribeño, y por otro, autoafirmarse después del mal trago de la cancelación de gira. No se advierten pregrabados claros, al contrario: la voz suena emotivamente cruda. La acompaña un sexteto de perfecta solvencia, entregado a presentar cada canción sin alardes.

Tras una 'Loba' en la que, en catalán, Shak pidió aullar a todas las chicas, vino otro guiño a su antigua encarnación pop-rock ('Si te vas'). Al final del tema, la artista agradeció al público (entre el que se encontraba Gerard Piqué y sus dos hijos, Milan y Sasha) que también estuviese aquí: 'Gracias por permitirme este regalo de cantar para ustedes una vez más'.

Invitados enlatados

Antes que renunciar al dueto, Shakira prefiere traerse de casa las voces de Nicky Jam (en 'Perro fiel') o Maluma (en la estilizada 'Chantaje'), quienes también aparecen en las grandes pantallas circulares a los dos extremos de un escenario con algo de 'boombox' galáctico. Hay otra gran pantalla central que sirvió, por ejemplo, para recordar partes de la letra de 'Me enamoré' o proyectar interludios cinematográficos mientras la estrella hacía algún cambio de vestuario.

En el momento quizá más dramático y espectacular, Shakira emergió en escena personificando a Bachué (diosa de los chibchas, pueblo indígena que habitó lo que acabó siendo Colombia) antes de marcarse unos poderosos golpes de cadera.

Ristra de ‘hits’

'Suerte', con su contagiosa flauta de pan, animó al público como, quizá, ninguna canción hasta ese momento, pero poco después encontró duras competidoras en la nueva 'Amarillo' y la eterna 'La tortura'.

Tras un curioso paréntesis dancehall con 'Can’t remember to forget you' (rematada por Shak a la batería), más artillería pesada: medleys de 'Loca' y 'Rabiosa', primero, y de sus himnos futboleros 'La la la' y 'Waka waka', después. Este año (al contrario que en el 2011, cuando el Barça subió a escena) no hay hitos deportivos recientes para celebrar, pero poco importa: celebremos que estamos aquí. Los gritos de '¡Africa! ¡Africa!' debieron de llegar al propio continente.

Pedaleando hacia casa

Tras la proyección de un vídeo demoledor sobre los problemas de muchos niños del mundo para llegar a la escuela cada día (o tener escuela), Shakira sorprendió interpretando 'Toneladas' sobre una plataforma en el centro de la pista. Después caminó entre la gente hacia el escenario para una versión remozada y filo-EDM de 'Hips don’t lie', algo estropeada por erupciones de electro distorsionado. Mejor, más sutil y felizmente sencilla, sonó el remate final de 'La bicicleta', la canción que sacó a Shak de la sequía creativa y le ayudó a encontrar el Dorado de la inspiración.