Florence + The Machine, generoso drama pop

Florence Welch derrochó pasión creíble y energía contagiosa en el Palau Sant Jordi

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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El pop desaforadamente dramático, épico y barroco de Florence + The Machine no está hecho para las distancias cortas sino para un escenario del tamaño del Palau Sant Jordi, que registró el sábado una entrada notable. La líder Florence Welch recordó en cierto momento cómo su primer concierto barcelonés había sido en la sala Razzmatazz (y en el íntimo Pop Bar, para ser precisos) en mitad de la madrugada. Ahora ya juegan en las grandes ligas. Al fin y al cabo, hablamos de una banda que el año pasado ejerció como relevo de Foo Fighters en Glastonbury.

Florence y su Máquina, pero sobre todo Florence, son ya casi una religión para románticos de varias generaciones, pero sobre todo veinteañeros, que acuden a sus actuaciones en busca de emoción en bruto. Y la obtienen: Welch puede ser una cantante técnicamente perfecta, pero logra (o no puede evitar) dotar a sus interpretaciones de una pasión creíble. El sábado se expresó con la voz y con el gesto y con bailes que la llevaron, descalza, de un extremo al otro del escenario. La energía era contagiosa. Para muchos de los que estaban allí, seguramente fue hasta curativa.

El disco que venía a presentar, ‘How big, how blue, how beautiful’ (2015), fue pensado por Florence con fines de autoterapia, para curarse de su relación con un hombre indeciso que le hizo daño. Es algo menos recargado que los anteriores; rezuma desnudez emocional. Quizá por eso el escenario de la gira tampoco sea demasiado exuberante; se basa en unas plataformas redondas para los miembros del grupo –incluyendo al enorme arpista Tom Monger, tan importante en los dos primeros discos–, un telón reflectante al fondo y poco más. Ni visuales, ni efectos especiales ni chorros de fuego. La intensidad la traía toda Florence.

UNA ADMIRADORA EN ESCENA

Al principio entregó ‘What the water gave me’ y ‘Ship to wreck’, un doblete sobre la tendencia a la autodestrucción. Pero con ‘Shake it out’ recordó que, en realidad, todo lo malo es mejor echarlo fuera, sea una resaca (esa fue la inspiración, nos contó) o algo peor. Tras recibir en escena a una admiradora que le declaró su amor, pidió a sus fans que se quisieran también a ellos mismos.

A esta reflexión sobre el amor siguió la canción titular del nuevo disco, un hito de la colección junto a las tampoco olvidadas ‘Queen of peace’ –con esa gloriosa fanfarria de metales– y ‘What kind of man’, clásico instantáneo. En el repertorio no faltó nada de lo más querido, ni su versión del tema disco ‘You got the love’ de Candi Staton ni la reveladora ‘Drumming song’, reservada como clímax final.

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