CRÓNICA
Altaveu, un arrebatador triángulo pop
El Petit de Cal Eril, Ferran Palau y Trau ofrecieron sustanciosos conciertos en la jornada final del festival de Sant Boi de Llobregat
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
En su segunda jornada, el Altaveu de Sant Boi acogió propuestas despiertas del pop catalán del momento, encabezadas por el que, seguramente, sea el cartel del año: El Petit de Cal Eril y Ferran Palau, dos identidades que comparten músicos y sensibilidades en torno a cancioneros situados con un pie en el vacío. Seis meses después de su estreno en Apolo, el tándem reavivó sus poderes este pasado sábado en un contexto más íntimo y sereno, el del pequeño teatro de Cal Ninyo.
Ahí pudimos sumergirnos con deleite en las envolventes canciones de ‘Blanc’, el último disco de Ferran Palau, con sus ‘tempos’ pausados y sus dinámicas armónicas se diría que en minuciosa fusión con la misma gravitación terráquea. Repertorio al que sumó un hallazgo ajeno, ‘A veces’, de Kinder Malo, un ‘placer culpable’ que Palau destapó en el ‘Desconcert’ de iCat y en que el trap original mutó en una especie de blues cuántico en torno al sentido de la vida.
Músicos en movimiento
El batería de Palau no era otro que Joan Pons, que tomó luego el micro transmutado en El Petit de Cal Eril, mientras Jordi Matas cambiaba la guitarra por la batería (formando un poderoso doblete con Ildefons Alonso) y Dani Comas se mantenía en el bajo, equipo al que se sumó el teclista Carles Viarnès (que suple estos días a Artur Tort). Un quinteto sólido y flexible, que mimó los matices y suministró una discreta pero constante sucesión de pequeños momentos de clímax a partir del conocido como 'disc triangular'.
Vestidos de blanco y presididos por el símbolo luminoso (puesta en escena se diría que inspirada en Jethro Tull y su etapa ‘A’, allá por 1980), Joan Pons y compañía se adentraron en ese repertorio que parece dejarse llevar por energías ocultas. Canciones con pistas emotivas, como ‘Les lletres no fan les paraules’, y nuevos enfoques de ‘Partícules de Déu’ o ‘Amb tot’, elevando su autodenominado ‘pop metafísico’.
Pop, también, más tuteable, fue el menú de Trau en Can Massallera, preparando el terreno para una nueva exhibición neo-‘mod’ de Brighton 64. Motivo de orgullo de Sant Boi, Trau, un grupo que funde la tradición de los 60 con el imaginario del ‘modernisme aborigen’, desplegó el cancionero refinado de ‘Dones i homes del cap dret’, su segundo disco, entre estribillos luminosos y finos juegos vocales. Y un asalto a ‘David Watts’, de los Kinks, poniendo un acento entusiasta al clímax del Altaveu-18.
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