CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Cincuenta sombras liberadas': un gatillazo aliviador

Es posible que estemos ante la peor entrega de la saga, pero reconforta saber que, gracias a ella, una de las peores trilogías de la historia del cine por fin se acaba

Estrenos de la semana. Tráiler de  'Cincuenta sombras liberadas' (2017)

Tráiler de 'Cincuenta sombras liberadas' (2017) / periodico

Nando Salvà

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Entre los conceptos que maneja el título de esta película, sin duda el más relevante es la idea de liberación. Es posible que estemos ante la peor entrega de la saga 'Cincuenta sombras', pero verla proporciona un gustito que no es el tipo de orgasmo que su cartel promocional sugiere pero sí, al menos, alivia profundamente: gracias a ella, una de las peores trilogías de la historia del cine por fin se acaba.

'Cincuenta sombras liberadas' arranca con la boda y la luna de miel de Anastasia Steele Christian Grey, y acto seguido construye dos conflictos a su alrededor: uno está relacionado con la posibilidad de ser padres; el otro es una intriga criminal increíblemente estúpida a la que el director James Foley, eso sí, presta una atención residual. Prefiere dedicarse a dar a los fans lo que esperan: escenas que convierten el sadomaso en algo parecido a un anuncio de perfume, imágenes de coches deportivos y yates gigantes y mansiones lujosas y, entretanto, algún que otro intento vano de hacer que una pareja carente por completo de química logre despertar nuestro interés.

A esos problemas hay que añadir otro relacionado con el 'zeitgeist': la historia de una joven sometida voluntariamente al control sexual y afectivo de su pareja simplemente no encaja en el clima social actual. Cierto que en esta tercera entrega Anastasia finalmente toma las riendas de la relación, pero ese proceso se fundamenta en actitudes retrógradas: porque asume que un intercambio sexual que juguetee con conceptos como la dominación es algo a corregir; por otro, porque asume que casarse es lo mejor que una mujer puede hacer para domar a su hombre.