CRÍTICA

'El mundo abandonado': a tropiezos por la memoria

NANDO SALVÀ

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Como ya se demostró en títulos como 'Las hermanas alemanas' (1981), los lazos fraternales y la solidaridad femenina siempre han interesado a Margarethe von TrottaMargarethe von Trotta. Para reincidir en ellos, ahora la directora pone el foco en una intriga de ecos chabrolianos: una cantante de jazz, Sophie (Katja Riemann), viaja a Nueva York para localizar a la famosa soprano Caterina Fabiani (Barbara Sukowa), que parece ser la réplica exacta de su madre, y ambas mujeres deciden trabajar juntas para resolver un misterio de amores perdidos y secretos familiares desvelados.

La premisa podría funcionar como metafórica exploración del problemático pasado de Alemania, y de cómo las mentiras de generaciones pasadas se descubren y se reevalúan, de no ser porque el relato derivado de ella es un cúmulo de coincidencias, improbables explosiones de melodrama -la pelea entre dos ancianos, en la que uno de ellos golpea al otro con un manojo de flores, resulta especialmente cómica- y retratos humanos trazados a brochazos. Considerando que para hacerla Von Trotta se inspiró en una experiencia personal -ya era una mujer madura cuando descubrió que tenía una hermanastra-, el modo en que la película desafía la credibilidad resulta particularmente insólito.

Asimismo, resulta difícil sentir emoción alguna frente a las revelaciones finales en parte porque en realidad no cambian nada y en parte porque cualquier espectador será capaz de verlas venir mucho antes que los personajes, atrapados en un sinfín de viajes transatlánticos y pistas falsas.