CRÍTICA DE CINE

Crítica de 'Jurassic World: el reino caído': la mejor desde 'Parque Jurásico'

No estaría de más que las próximas entregas se parecieran un poco a la película de J.A. Bayona

Nando Salvà

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Si la trilogía Parque Jurásico fue concebida para transcurrir –en su mayoría-- en un parque temático, el destino natural de su sucesora la trilogía Jurassic World siempre fue mundo exterior. Y considerando que es precisamente en El reino caído donde tiene lugar esa transición, se suponía que la nueva película sería un mero trámite, un necesario paso intermedio hacia el apocalíptico clímax. No estaba previsto que, además, resultara ser la mejor entrega de la saga a la que pertenece desde Parque Jurásico (1993), por su capacidad para reproducir algunas de las mejores virtudes de aquella estupenda película original y a la vez evitar los peores defectos de la exageradamente lucrativa Jurassic World (2015).

De hecho, en muchos aspectos El reino caído funciona a modo de correctivo de su más inmediata predecesora. En primer lugar, porque el director J.A. Bayona devuelve el protagonismo a quienes dan a estas películas su verdadera razón de ser: aquí los dinosaurios tienen las mejores escenas, y en buena medida las usan para provocar el tipo de amenaza y de terror que los hizo famosos hace 25 años y que desde entonces se les había echado en falta. En segundo lugar, porque entiende que Más no necesariamente significa Mejor, y que acumular escenas de acción cada vez mayores carece de sentido a menos que cumpla una función dramática y no meramente estética. Bayona está menos interesado en escenificar destrucción que en generar tensión y, en ese sentido, la película en su conjunto puede verse como un catálogo variado de métodos para mantener al espectador con las uñas clavadas a la butaca.

Después de todo, el manejo de las emociones del público es algo que el barcelonés ya había demostrado dominar en su cine previo. La diferencia es que aquí, por primera vez, ha sabido atar en corto su tendencia a recurrir a la coerción para obtener nuestra empatía; lo que aquí parece querer que derramemos no son lágrimas sino gotas de sudor frío, y en lugar de aplastarnos el corazón prefiere hacer que nos lata más rápido. El cambio de actitud quizá se deba a que, por su posición en la trilogía, El reino caído está exenta de la necesidad de ofrecer grandes catarsis dramáticas; o quizá a que, simplemente, no toca. Después de todo, no lo olvidemos, es una fantasía sobre bichos prehistóricos. Aunque, eso sí, no una cualquiera. Es dudoso que el mundo necesite más películas de dinosaurios pero, dado que eso no impedirá que sigan haciéndolas, no estaría de más que las próximas se parecieran un poco a esta.