CRÍTICA

'Los juegos del hambre. Sinsajo - Parte 2': Monos vestidos de seda

NANDO SALVÀ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"LOS JUEGOS DEL HAMBRE: SINSAJO - PARTE 2 \u2605\u2605","text":null}}

Quien esperara que la decisión por parte de los productores de 'Los juegos del hambre' de dividir en dos películas la última novela de la saga resultaría en un final lleno de acción -especialmente considerando que 'Sinsajo parte 1' era una sucesión de escenas de gente reunida que hablaba-, que se prepare para una decepción. 'Sinsajo parte 2' es un aburrimiento.

La misión emprendida por Katniss Everdeen para acabar con el régimen fascista de Panem es interrumpida constantemente por largas escenas en las que ella y sus camaradas se echan siestas o comentan la jugada o no hacen realmente nada. Secuencias enteras aportan más bien poco al drama o al viaje de Katniss, especialmente las que dan vueltas a un triángulo amoroso que nunca le interesó ni a ella misma. Y la película, literalmente, se niega a acabar. Posee más finales que 'El retorno del rey', ninguno de los cuales satisface a modo de clímax.

Asimismo, 'Sinsajo - Parte 2' es demasiado sombría para ofrecer diversión. Gente decente muere y traumas personales acechan y, escena tras escena, la película saca pecho de su importancia moral. Cierto que es un hecho asumido que hoy día el cine de superhéroes se adjudica pretensiones dostoievskianas, y cierto también que cualquier película que en el contexto de Hollywood intente tocar temas especialmente pertinentes desde los últimos atentados de París, aunque sea de forma pueril -¿que el poder corrompe, no importa de qué bando estés? ¿Que la propaganda gana guerras? ¿Que la violencia genera violencia? ¿En serio?-, debería valorarse. Pero, se mire como se mire, esta saga no es más que un cuento juvenil sobre una malvada dictadura derrotada por un grupo de adolescentes guaperas, uno de los cuales destruye ejércitos enteros con un arco y unas flechas. Es demasiado tonta como para permitirse tanta oscuridad.