OTROS ESCENARIOS POSIBLES

Cuatro golondrinas se instalan en Horta

El grupo infantil 2Princesesbarbudes traslada su nido al Centre Cívic Matas i Ramis para narrar las peripecias de las aves migratorias

zentauroepp41356966 barcelona      18 12 2017       icult    concierto   sempre 171224130808

zentauroepp41356966 barcelona 18 12 2017 icult concierto sempre 171224130808 / periodico

Nando Cruz

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuatro personajes uniformados con camisas blancas y chaqueta negra de cola larga a modo de frac esperan de pie en un pasillo. Cada uno porta una maleta. Podría ser la típica escena en la cola de un aeropuerto esperando que el avión despegue. Los cuatro esperan justamente eso: salir volando. Pero el pasillo no es el de un aeropuerto, sino el del Centre Cívic Matas i Ramis de Horta.

Los adultos se saben las canciones de memoria. Los menores, no, pero sintonizan con la música de un modo más intuitivo y visceral

En la sala contigua hay un jaleo infernal. Gritos, llantos, risas, carreras y niños reptando por debajo de las sillas. Esta tarde hay concierto y el público infantil anda muy excitado. Los focos les excitan. Los trinos de los pájaros que emergen por los altavoces también les excitan. Y, por supuesto, todo lo que hay sobre el escenario: los juncos, las flores y el resto de vegetación que arropa los instrumentos. Oliver se abalanza sobre una guitarra de juguete en un despiste de su padre. Alba va a por el bombo de la batería. En la tercera fila un grupo de niños y niñas exigen puntualidad al grito de: "¡Que empiece! ¡Que empiece!".

El concierto forma parte del ciclo Barcelona Districte Cultural con el cual el ayuntamiento quiere potenciar la oferta cultural de los centros cívicos. Días atrás, Maria Arnal y Marcel Bagés agotaron en una mañana todas las entradas para su recital en esta sala. Hoy quedan plazas libres y los responsables de concierto invitan desde la puerta a los vecinos que pasan por la calle a entrar con sus hijos. "El espectáculo dura 50 minutos y es muy, muy, chulo", aseguran.

Presentarse, por educación

El coordinador del ciclo tiene la acertada idea de dar la bienvenida al público al centro cívico y de presentar al grupo, un detalle que todos los organizadores de conciertos deberían incorporar a su trabajo por pura educación. Acto seguido, aparecen al fondo de la sala aquellos cuatro con sus maletas de ruedas. Es el cuarteto de golondrinas que forma el grupo 2Princesesbarbudes. Una voz en 'off' de ornitólogo seriote ejercerá de maestro de ceremonias, pero la voz cantante la llevará Helena Cases, ex-Pomada, ex-Conxita y ex-Angelina i els Moderns.

2Princesesbarbudes
no trata a los menores como tontos y esquiva los clichés rancios de tanta canción infantil

"Muchas gracias 'pardalets' y 'pardaletes' de Horta", suelta al vuelo. Y con una pandereta, una melódica, una guitarrita y un bajo, arranca el concierto. Los adultos se saben las canciones de memoria. Los menores, no, pero sintonizan con la música de un modo más intuitivo y visceral. Óscar baila como un poseso desde el primer minuto. Nico alucina al ver bailar a Óscar y aunque no anda, aplaude a rabiar. Una madre repta hasta la primera fila para atrapar a su hijo, que querría subir al escenario. Otro convertirá el ‘tupper’ de la merienda en un instrumento de percusión. Dos niñas permanecen boquiabiertas en primera fila.

La fila tres ha desaparecido. Guim y sus amigos prepunks han montado una pista de baile entre la fila dos y la cuatro. Un padre desesperado les pide calma sin éxito. Es como exigir a cuatro adictos al techno que se estén quietos en un pase de Mistress Barbara. No hay manera. Sonríen, se abrazan, se dan codazos, saltan... Están en pleno subidón. Una niña, agarrada a su famélica y rubia Nancy, grita: 'Somnis d’oreneeeta!'. Vale muchísimo la pena llevar a tus hijos a un concierto. Aunque solo sea para revivir a través de ellos la excitación irrefrenable que sentiste la primera vez que te enfrentaste a la música en vivo.

El cielo es nuestra despensa

2Princesesbarbudes no trata a los menores como tontos y esquiva los clichés rancios de tanta canción infantil. Su tercer disco, 'Sempre de vacances', salta del country al reggae, de la cumbia al vals, y atesora incontables detalles que lo hacen disfrutable incluso para el público adulto. 'La mare dels ous', con esa suave cadencia de mambo, podría ser de The Beautiful South; bueno, o de La Trinca. E imágenes poéticas como esa en la que las golondrinas se refieren al cielo como "el nostre rebost" muestran un gran cuidado por las formas.

Estamos ante un fabuloso disco conceptual donde caben historias sobre gastronomía y urbanismo, ocio y libertad, crianza y climatología, sobre anhelar una vida entretenida y viajar a lugares recónditos. Y todo, abordado siempre desde la lógica ornitológica. Seguro que los más pequeños no entienden ni la mitad, pero tampoco los adultos pescamos el significado de muchas canciones que tanto nos gustan y no pasa nada. La música nos cautiva por otros canales.

Óscar sigue a tope. Se contonea, pone morritos, baila con otros niños y niñas, se abalanza sobre padres que desconoce y, cuando se cansa, se tumba en el suelo, boca arriba, mientras la música sigue sonando. Está en la gloria.

Ha anochecido. En la calle hace un frío de mil pares. "Alguien se ha dejado la ventana abierta", sugiere Helena. La golondrina bajista saca la bufanda. "Quan fa fred ens agafen les pors", explica la canción. Es hora de cambiar de aires y se despiden con 'Anem a fer un volt', el estribillo más fácilmente tarareable y al que, por primera vez, se suma todo el corral: padres, madres, niños, niñas, abuelos y abuelas. Ha pasado casi una hora. Cuando la música es entretenida, los niños y niñas aguantan lo que haga falta sin necesidad de artificios.

¿Dónde hay un cajero?

En cuanto acaba el concierto, la ansiedad embarga a los adultos. Una madre intenta explicar a su hijo que solo podrán comprar un disco porque hoy no lleva suficiente dinero encima para pagar los dos. Un padre pregunta una y otra vez dónde hay un cajero automático. Mientras, la golondrina guitarrista atiende a su nueva bandada de fans. Además de vender discos, los autografía. Y, como las golondrinas se las saben todas, antes de estampar su firma, pregunta a cada niño o niña si ya sabe leer. A ese que contesta que solo lee letras pequeñas, le estampa una cariñosa dedicatoria en letras minúsculas.

Y, como dice la canción, "un altre cop a fer maletes, perquè nosaltres som orenetes". 'També s’enlaira el reporter. Adéu-siau, fins l’any que ve!'.