El 'thriller' y sus pasadizos

Claudio Cerdán, que acaba de publicar su última novela con el seudónimo de Arthur Gunn.

Claudio Cerdán, que acaba de publicar su última novela con el seudónimo de Arthur Gunn. / periodico

JUAN FERNÁNDEZ / MADRID

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Claudio Cerdán (Yecla, Murcia, 1981) detesta los 'spoilers'. De hecho, a menudo renuncia a ver los tráilers de las películas antes de ir al cine para que ningún adelanto contamine su gozoso disfrute del suspense. En la inquietud de no saber qué va a pasar a continuación, opina, reside una de las claves del 'thriller'. Se comprende así el mimo con el que ha trenzado la trama de 'El club de los mejores' (Ediciones B), su última novela, que se presenta plagada de giros narrativos y lances inesperados, y con un final que deja noqueado al lector.

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"Pero cuidado: en el 'thriller' todo tiene que estar bien planificado. No puedes sacar conejos de la chistera ni hacer trucos de feria. Has de mantener al lector en tensión, pero sin engañarle, con credibilidad, mostrándole las piezas del puzle para que él las encaje. Y al final, el puzle tiene que encajar", explica.

A la caza de ese objetivo, Cerdán ha compuesto su última novela negra siguiendo el mismo sistema pautado que empleó en las siete obras que lleva publicadas: "Primero hago un resumen en tres folios, luego escaleto el relato y a continuación me siento a escribir. Pero antes de empezar he de saber cómo va a acabar la historia", advierte.

UN PASADO QUE HACE DAÑO

Sin embargo, esta vez había un matiz novedoso: 'El club de los mejores' está lleno de pistas relacionadas con su vida e incluso la semilla de la que surgió la narración tuvo que ver con una experiencia personal. "Un día, hablando con un amigo de la escuela al que llevaba años sin ver, me quedé perplejo al descubrir que él recordaba cosas que yo había borrado de mi memoria. Me pregunté: ¿habrá algo de mi pasado que ahora no recuerde, pero que pueda hacerme daño a estas alturas de mi vida?".

La respuesta es el hilo del que tira Walter, el protagonista de la novela, para acabar enredándose en la madeja. Una noche aparece por su casa Cormac, un amigo de la infancia, que llega suplicando ayuda: su mujer ha sido secuestrada. Para socorrerle, Walter se verá obligado a sumergirse en un laberinto de trampas y pasadizos narrativos que conducen a la época en la que ambos eran críos y juraron mantener en secreto un acontecimiento terrible que ahora ha reaparecido como un relámpago en sus vidas.

LA NECESIDAD DE UNA MÁSCARA

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Y hasta aquí podemos contar, que el autor detesta los 'spoilers'. No forman parte del suspense los motivos que han llevado a Cerdán a firmar su último libro con el seudónimo de Arthur Gunn. "Esta es mi novela más personal. Hay tantas referencias extraídas de mi vida que he necesitado usar esta máscara para moverme por el relato con más confianza", explica. Arthur es un homenaje a su hijo Arturo, de 13 meses; Gunn es un guiño al género negro, que considera su territorio natural desde los tiempos en los que se dedicaba a dibujar tebeos. Hoy sigue escribiendo guiones para comics.

La decisión de situar la historia en Minneapolis tiene que ver con su propósito de alejar al máximo el relato de su experiencia, aunque hay truco en la elección de este estado norteamericano en particular: sus paisajes y su clima se parecen mucho a los de Suecia, país al que Cerdán y su mujer se vieron obligados a emigrar por motivos laborales hace dos años, y donde tienen previsto vivir los próximos cinco. "Pertenecemos a esa generación de jóvenes que cambian de país 'por ganas de aventura', según la ministra de Trabajo", comenta con sorna.

DISTANCIADO DE LA NOVELA NEGRA SUECA

Las 400 páginas de 'El club de los mejores' han visto la luz en la misma latitud donde fueron pergeñados los mejores títulos de la prestigiosa novela negra escandinava, pero el autor prefiere mantener las distancias con esa categoría geográfica. "La novela negra sueca sabe venderse muy bien, pero no toda es igual de buena. Cuando leo una obra de género negro, no me fijo en la nacionalidad del autor, sino en que me atrape", observa.

Precisamente, esta es la definición de su última novela que más insistentemente ha llegado a sus oídos. "Me dicen que es adictiva, que engancha y se lee de una tacada. Cuando la escribí no creía estar componiendo un pasapáginas, pero acepto el comentario", señala. Por entonces, su reto era otro: "Quería escribir una novela negra que tuviera mucho movimiento pero donde no hubiera muertos, ni sangre, ni palabrotas", aclara.