ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Claire Denis: "Hacer cine es un acto puramente erótico"

La directora francesa explora la sexualidad de una mujer recién divorciada en 'Un sol interior'

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Nando Salvà

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Que en general no se la reconozca como merece -es decir, como una de los grandes cineastas de nuestro tiempo- es algo lamentable pero no especialmente sorprendente. Las suyas no son el tipo de películas que llegan al gran público, en parte porque funcionan menos como narrativas al uso que como amalgamas de emociones febriles y atmósferas hipnóticas. En 'Un sol interior', Claire Denis vuelve a enfrentarse a los asuntos relacionados con el amor y el deseo, a través de la historia de una mujer recién divorciada (Juliette Binoche) que explora su sexualidad con una serie de hombres fallidos.

'Un sol interior' es lo más parecido a una comedia que usted jamás ha rodado pero, ¿se siente cómoda describiendo la película en esos términos?

No del todo, porque hace que la película parezca un chiste, y no es eso. Es la historia de una mujer que busca el amor, y que fracasa una y otra vez en sus intentos pero aun así mantiene una fe inquebrantable. Eso da lugar a situaciones graciosas, sí, pero el resultado final se parece más a las tragicomedias italianas de antaño. Buscar el amor verdadero, después de todo, es a ratos divertido pero también puede ser muy serio y muy triste, y muy peligroso.

¿Peligroso?

Desde luego. Cuando nos dejamos llevar por el sentimiento amoroso solemos poner nuestra integridad física o emocional en riesgo. O al menos así me sucede a mí. Me juego el todo por el todo. Una vez, hace mucho, atravesé toda Francia en tren para encontrarme con alguien. Sabía de antemano que la relación no iba a prosperar, pero el mero hecho de subir al tren me dio esperanzas. Luego, por supuesto, ha habido muchos más trenes a lo largo de mi vida. Me pueden mi romanticismo y mis pasiones.

La pasión y el deseo, de hecho, son asuntos que vertebran toda su filmografía.

Como digo, es algo que me surge de forma instintiva. Y supongo que está relacionado con el hecho de que, para mí, hacer cine es un acto puramente erótico, en buena medida porque verlo también lo es. Piénselo: la oscuridad de la sala de cine, la actitud voyeurista del espectador... Lo he sentido así desde que era niña y vi por primera vez a Elizabeth Taylor en 'De repente, el último verano', saliendo del agua con su bañador blanco.

¿Escogió a Juliette Binoche como protagonista de 'Un sol interior' por su sensualidad?

En buena medida. Necesitaba a una mujer de cuerpo voluptuoso, carnoso y deseable, y dotada de un rostro hermoso que no sugiere una derrota anunciada en sus luchas amorosas. Juliette transmite un aura sexual tremenda, con esas botas y esa minifalda que deja ver los muslos, y con ese corte de pelo que la hace parecer una guerrera mitológica.

La mayoría de sus películas se expresan sobre todo a través de los silencios. Esta última, en cambio, está llena de diálogo. ¿Por qué?

Me dejé seducir por el guion que escribió Christine Angot, que estaba lleno de palabras afiladas, e hilarantes, y profundas, y conmovedoras. Pero creo que, como en todas mis películas previas, aquí las emociones hablan por sí mismas. Nunca me ha interesado que los personajes verbalicen sus propios comportamientos. En general, nuestras vidas son inexplicables. Es por eso que la lógica de mi cine suele ser menos narrativa que atmosférica.

"Nunca he tenido la tentación de venderme por dinero, más que nada porque nadie ha querido nunca comprarme"

En 'Un sol interior' vuelve a rodearse de colaboradores habituales, como la cinematógrafa Agnès Godard, el músico Stuart Staples o los actores Alex Descas y Nicolas Duvauchelle. ¿Diría que para usted el cine es un asunto de familia?

Cuando pienso en familia pienso en presiones y responsabilidades, y espero que ninguna de esas personas trabaje conmigo porque se siente presionada. Solo puedo decir que son un grupo de gente con la que me siento muy a gusto. Aparentemente no tenemos nada que ver los unos con los otros, pero el cine nos une. Y esa conexión me hace vivir el cine de un modo muy parecido a como lo viví en mis años pasados, cuando descubrí que amaba las películas.

¿Cómo lo descubrió?

De pequeña viví mucho tiempo en África, donde mi padre trabajaba para el Gobierno francés. Allí no había mucho acceso a las películas. Era una niña enfermiza y, mientras estaba en cama, mi madre me explicaba películas que ella había visto. Sus descripciones eran maravillosas, casi táctiles. Años después, cuando llegué a ver algunas de las películas que ella me había relatado, sentí una conexión muy particular con ellas. Ahí empezó todo.

Su próxima película, 'High Life', es un relato de ciencia-ficción ambientado en el espacio y protagonizado por Robert Pattinson. ¿Se ha pasado al cine comercial?

No lo creo. Hoy en día, de todos modos, el término 'comercial' se usa de modo peyorativo, como si tener vocación comercial inevitablemente significara estar dispuesto a venderse por dinero. Yo nunca he tenido la tentación de hacerlo, más que nada porque nadie ha querido nunca comprarme. Ojalá un día viniera alguien con varios fajos de billetes y me dijera: "Ahora haz lo que yo diga". Tal vez aceptaría.