Carlos Saura: «La realidad ya no me interesa en absoluto»

El director aragonés presenta en la Mostra fuera de concurso 'Zonda, folclore argentino'

Carlos Saura ante el retrato de su mujer, Eulàlia Ramón.

Carlos Saura ante el retrato de su mujer, Eulàlia Ramón.

NANDO SALVÀ / VENECIA

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En su nueva película, Zonda, folclore argentino, el director aragonés Carlos Saura vuelve a recurrir al método para poner imágenes a la música y la danza que ha perfeccionado en los últimos años, esta vez para acercarse a la copla, la zamba, la chacarera, el carnavalito, el chamamé y otros muchos géneros de la música tradicional argentina. Este lunes se presentó fuera de competición en la Mostra.

-Su nueva película se acerca a la música tradicional argentina usando el mismo lenguaje cinematográfico que en el pasado usó en, por ejemplo, 'Sevillanas' (1992) y 'Tango' (1998). ¿Qué le atrae de él?

-Cuando me ofrecieron hacer Sevillanas decidí que sería necesario eliminar cualquier decorado que pudiera distraer el trabajo de los artistas sobre la escena, así que introduje el uso de una serie de elementos móviles que se acabarían convirtiendo en sello de estilo. Para mí lo difícil siempre ha sido encontrar una estructura de paso entre los distintos números musicales, lograr una continuidad escenográfica y de movimientos de cámara. Robert Wise me dijo una vez que lo que yo hacía era muy original, y que no dejara de hacerlo. Y si te lo dice RoberT Wise, ¡coño!, pues lo haces.

-Dado que el folclore es algo en peligro de exitinción, ¿en qué medida ha concebido la película como instrumento de preservar, un poco a la manera de un museo?

-Es cierto que el folclore es museable, en buena medida por lo que conlleva de trajes típicos y demás tradiciones. Pero a menudo nos olvidamos de que las músicas antiguas son ritmos vivos y por tanto pueden evolucionar, y sería una pena que los redujéramos a la condición de reliquia. La penetración de los ritmos anglosajones es tan brutal que corre el riesgo de fagocitar nuestros ritmos, y lo importante no es solo que no se pierdan, sino que evolucionen. Estoy encantado de colaborar con ellos y de, usando una expresión muy cursi, abrir ventanas.

-Usted ha hecho cine social y político y cine sobre cultura tradicional. En realidad, el poder y el folclore a menudo han ido de la mano, ¿no cree?

-Es importante distinguir. Que el poder haga un uso ideológico del folclore no significa que el folclore sea ideológico per se. Cuando hice Fados (2007), los socialistas portugueses me dijeron que eso no era posible, porque el fado es una música vinculada a la dictadura, y sin embargo yo los escuchaba y no podía identificar nada de dictatorial en ellos. Y a Lola Flores la tacharon de fascista porque había cantado y bailado para Franco, pero era amiga mía y de fascista no tenía nada, la pobre. Luego, por supuesto, hay artistas que muestran un compromiso político concreto, pero ese es otro tema.

-¿Qué papel juega la música en su vida?

-Mi madre era pianista y crecí escuchando música clásica a todas horas. Con el tiempo, sin perder el amor por lo clásico, aprendí a amar otros géneros, sobre todo el flamenco. Podría pasarme horas hablando de flamenco. Es la música con mayor capacidad de evolucionar, porque bebe de la jota, de los rituales de la India, del mundo árabe,… Solo el tango es igual de elástico.

-¿Tiene intención de volver al cine realista?

-De momento no. De la realidad ya se ocupa la televisión. ¿Qué sentido tiene hacer una película sobre el fenómeno de la inmigración cuando vemos cosas tan terribles en la tele? Ya no me interesa, en absoluto. En todo caso, quién sabe. Todo cambia. Por ejemplo, es curioso que ahora La caza (1966) sea considerada la mejor de mis películas, porque recuerdo que cuando se hizo la premiere, a la salida del cine un crítico me dijo: «Vaya mierda de película has hecho, Carlos». Pensé que era el final de mi carrera, y fíjate.

-La próxima música que usted explorará es la jota. ¿Y después?

-El otro día un ruso me invitó a Moscú para rodar una película sobre las músicas tradicionales de su país y, ¿quién sabe? Si vivo lo suficiente quizá en el futuro me anime. Y quiero hacer también una película en la India, pero de eso no voy a hablar porque si lo hago seguro que no sale.